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-Solo te pido una cosa... No hagas ni un numerito tuyo.-Le susurró pesadamente a su hijo.

Rubius solo rodó los ojos.

El portón abrió automáticamente, era una casa algo más grande que la suya, pero tenían un patio enorme lleno de árboles y flores. Y en el centro de este un largo camino de piedras que llegaba hasta la entrada.

Saludaron cordialmente a la familia. Y ahí estaba la chica. Algo pequeña, dos coletas descuidadas, ojos azules, como diamantes y una sonrisa que deslumbraba a cualquiera.

Tremendo partido para cualquier hombre.

-Pero ella no es Vegetta.-Susurró Rubius algo cansado.

-¿Has dicho algo?-Preguntó el señor William, padre de Nieves.

-Que Nieves es una chica hermosa.-Sonrió Falsamente el más alto.

-¡Vaya! Que caballeroso.-Elogió el mayor.- Vengan, la cena está servida. Ustedes se llevarán muy bien.

-Hola Rubén.-Sonrió la chica.- Es un placer conocerte.-Besó suavemente la mejilla del chico.- Aina nos contó que tu plato favorito son los espaguetis, así que lo pedí como menú.-Se acercó traviesamente al oído del chico.-¡Además, también es el mío!

Rubén sonrió. Ella parecía bastante amable.

Pero...

-Yo decidí ser tu novio, pese a todas las advertencias que me diste, creo que mis sentimientos son mucho más fuertes que cualquier situación que nos presente la vida.

Miró al techo nostálgico, recordando las palabras de su novio.

"Los míos también, Vegetta." Pensó apenado.

-Venga, vamos a comer. Que nos esperan.

[karmaland] Una escuela, varios problemaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora