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-¡Recuerda Aurora, solo lo más importante!

La chica corrió hacia su habitación algo divertida, ahí dentro tenía una maleta de su tamaño así que Lolito se preocupó de sus cosas primero.

Ropa, útiles de aseo, comida, dinero, todo lo que podría saquear y ayude a Mangel se lo llevó.
Con el pulso a mil, revisó los 4 rincones de su habitación, y dentro de la mesita de noche había una foto con toda su familia, incluyendo a mamá. Felices y tranquilos, nadie pensaría que eran increíblemente tóxicos entre ellos.

-Manu~ No me caben mis peluches.- Avisó desde la habitación vecina.

-Lleva solo uno.-Respondió sin más, buscando una hoja y lápiz.

Escribiría una nota. Si, eso es lo más correcto.
El director fue un hijo de puta toda su vida, pero al menos le brindó cama, comida y un lugar al que regresar. Merecería una explicación aunque sea pequeña.

-Aurora, voy a bajar un momento.-Exclamó mientras llegaba al primer piso.

Dejó la nota ahí, pensándolo dos veces. "Si, esto está bien". Sacudió un poco la cabeza para refrescar sus pensamientos y volvió a subir, con intenciones de ayudar a Aurora.

El auto de Mangel se encontraba al otro lado de la calle, esperando pacientemente. La demora era una tortura lenta, por que temía que alguien los vea.
Rezó para que todo saliera bien, y pudiera vivir un final feliz junto a su jóven amante.

Un auto negro pasó y se estacionó justo frente a la casa, recibiendo la atención de Mangel enseguida.

Se alarmó al ver que aquella figura que salió del auto era el mismo director, dueño de la casa y padre de su novio. Con un maletín en mano aseguró el auto y caminó hacia su hogar.

Mangel marcó temblorosamente el teléfono rogando para que Lolito escuchara, tenía que salir de ahí ahora.

El director Manuel Fernández abrió la puerta con seriedad y enseguida algo no le cuadró.
Dos maletas instaladas en la entrada, y antes de hacer algún ruido revisó el  lugar, encontrándose con una nota en la mesa.

"No me busques, sé que soy un estorbo para ti. Gracias por todo y por nada.

-Manuel y Aurora."

Comprendió a lo que se refería. Pero hoy no, ni nunca.

Sintió dos presencias removerse en el piso de arriba, por lo que en completo silencio caminó hacia su propia habitación, y de la caja fuerte sacó una pequeña pistola.

-Ya llevas todo lo necesario, ¿Feliz ahora?-Preguntó un alegre Lolito bajando las escaleras con su hermana.

-Sip, Mordisquitos te lo agradece, ¡Paw!-Le dio un golpecito con la pata de un extraño peluche. La niña paró en seco.- ¡Espera, se me olvidó algo, no me tardo!

-Vale, te espero abajo.-Vio como Aurora subía euforica y quedó ahí quieto unos segundos.

Tomó su celular, y su cara cambió poco a poco por una seria. 12 llamadas perdidas de Mangel.
Él marcó con algo de miedo, no sabía qué esperaba.

Apenas sonó el primer pitido Mangel contestó.

-¡ESTÁ AHÍ, SALE ENSEGUIDA!-Gritó desde el otro lado de la línea.

-¿Qué...?

Alguien abrió una de las puertas dentro de su casa.
Su propio padre, enojado apuntándole con un arma.

-¿A dónde crees que vas, niñato?

[karmaland] Una escuela, varios problemaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora