El contraataque

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Salí al pasillo, seguido de Hugo que cerró la puerta tras sí. Me cogió de los hombros y me empezó a guiar. Bajamos la escalera hasta el primer piso y entramos en el pasillo de las habitaciones. Hugo nos paró frente a una puerta, la cual, tenía pintado un jugador de fútbol en la puerta, a punto de tirar. Estaba pintado de espaldas y se veía el dorsal 11 y el nombre: Lobo. Era una imagen impresionante, podría jurar que era clavado a Hugo. Hugo llamó a la puerta y abrió Sam, que nos sonrió.

- Por fin.- dijo ella haciendo un aspaviento.

Dentro nos encontrábamos, Fali, Maya, Hugo, Sam y servidor. Me senté junto a Maya, la cual parecía igual de perdida que yo.

- Gracias por firmar, sois muy amables.-dijo Sam. Yo la miraba, si tan solo hubiera sido esa mi decisión...

- Pero estamos aquí porque tenemos que devolvérsela a esos artistillos. Encima han reclutado a Julieta.- dijo Hugo, como con pena en su voz.- Lo próximo es hacernos una cortina de macarrones y ponerlo en las puertas también.- dijo con intención de ser gracioso pero solo él rió. Se aclaró la garganta.- ¿Propuestas?

Estuvimos alrededor de dos horas allí metidos. Acabé recostado sobre Maya. Tenía cansacio mental.

- ¿Podemos dejarlo por hoy? Tengo que ponerle el wifi al ordenador de Ana, que no se entera de cómo va.

- ¡Maya!- les gritaron los dos rubios.

Cada vez que les miraba veía más parecidos entre ellos. Si Draco Malfoy hubiera tenido una hermana se hubieran visto como Hugo y Sam se veían.

- Espera. Eso es.- dijo Fali.- Jodamos el wifi. Pongamos una contraseña numérica, para la cual haya que resolver un cálculo complejo.

Nunca habría imaginado que Fali, el mismo Fali que estalló en carcajadas porque pensaba que el celador se llamaba Capel, fuera a decir tantas palabras en ese registro. Todos nos giramos a mirarle, estaba tumbado en el suelo con sus piernas en la pared y mirando al techo.

- Eres un puto genio, hermano.- le contestó Hugo y fue a besarle la cabeza, haciéndole reír.

- Maya, tú lo puedes hacer, ¿verdad?

Maya les miró, se le veía en la cara que no quería hacerlo. Que no estaba nada de acuerdo con todo esto.

- Sssss... sí, supongo.- contestó.

- Eso es, coño.- dijo Hugo pletórico.

Cuando por fin me dejaron marchar, era la hora de cenar. Subí a por mis tickets a mi habitación. Cuando llegué a la puerta me di cuenta. No había cogido la llave. Me di en la cabeza. Hugo...

- ¿Te gusta mi dibujo, Fabio?- oí a mi espalda.

Era Gero, que me había puesto nervioso en un momento.

- Sí, es precioso.- le contesté.

Él fue a abrir su puerta con una sonrisa en los labios. Unos labios tan bonitos...

- Gero.- le llamé y él se paró a medio camino de meter la llave en el cerrojo.

- ¿Sí, Fabio? ¿Estás pensando en cambiarte de equipo? Aquí somos muy comprensivos.

- Eh... ¿qué hago si he dejado mi llave dentro de la habitación?- le pregunté evitando contestarle que sí, que prefería estar en su equipo.

Él sonrió y me miró como si fuera un niño pequeño que se había perdido.

- Vas a Capde y le pides la llave de repuesto.- me contestó, como si fuera la opción más lógica.

- Ah, de acuerdo. Muchas gracias, Gerardo.- le contesté.

Paralelas | FlaviardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora