Merry Christmas from Murcia

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Acabé mi examen y esperé a que Javi lo acabara, justo frente a la puerta para que no se me pasara verlo. Mientras le esperaba le mandaba mensajes a mi hermana, que me preguntaba que qué tal todo y a qué hora salía mi tren.

De pronto un bufido me alertó de que alguien estaba cerca mía.

- Joder, se ha pasado tres pueblo el mamón.- me dijo Javi referiéndose al examen.

- La verdad es que sí, se ha pasado. Ha puesto lo más difícil.

- Seguro que sacas buena nota. Te lo sabías todo genial.- me dice.

Estábamos parados en el pasillo con las maletas. Íbamos a ir a Atocha juntos.

- ¿Dónde te apetece comer?- me preguntó Javi tomando camino hacia la salida de la facultad de Fisioterapia.

- Cualquier lugar de comida que no sea precocinada. Estoy harto de comida de comida de catering.

Nos quedamos a comer en un bar de barrio de toda la vida que había cerca de la facultad. Javi parecía satisfecho y feliz con su comida, incluso tocaba las palmas cuando nos traían algo de comer. Estos pequeños momentos son los que nos dan la felicidad.

Tras la comida, nos dirigimos a Atocha. Su tren salía primero, así que yo tendría que esperar al mío solito. Estábamos sentados esperando cuando Gero nos asustó.

- ¡Quilloooo!- exclamó Javi.- Que voy a echar to lo que comío.- le dijo.

Gero solo seguía riéndose.

- Coges el de las 16:30, ¿no?- le preguntó.

- Así es, hacia Sevilla y luego allí cojo otro hacia Cádiz.

- Pues como yo, pero luego tengo que coger un barco.- dijo él.- Desde Algeciras.

Los vi charlando y entonces recordé cómo me la había jugado Javi en Halloween, el tío me conocía bastante bien y aunque yo no lo dijera, él sabía cosas.

- Pues iremos juntos, cuando dejemos las maletas nos vamos a la cafetería y charlamos.- le propuso Gero y Javi asintió.

Entonces Gero se giró hacia mí.

- Me ha dicho un pajarito que últimamente Sammy y tú habláis mucho en su habitación.- dijo y me guiñó un ojo.

- No es lo que parece.- le hice saber.

- Por cierto, todavía sigo esperando que sueltes algo de lo que pasó con ella en Halloween.

Javi a su lado asintió, él también quería saberlo.

- No me parece que esté bien compartirlo.- les contesté un poco borde, intentando ocultar el hecho de que no recordaba nada. Y aunque Sammy hubiera intentado refrescarme la memoria sutilmente más de una vez, no lo había conseguido.

- Eres todo un caballero, Fabio, quién lo diría.

Yo le puse los ojos en blanco.

- Oye, déjame tus gafas y yo te dejo las mías a ver cómo me quedan.- me pidió.

Accedí porque no había manera mejor de matar el tiempo.

- No ves tres en un burro, Fabio.- me comentó.

- Flavio parece un kpoper con tus gafas.- añadió Javi y abrí mucho los ojos.

- Hostia, es verdad.- dijo Gerardo y empezaron a reírse los dos.

Yo me quedé callado, serio. No me hacía nada de gracia. Nos intercambiamos de nuevo las gafas.

El rato que estuvimos juntos antes de que se montaran en el AVE se me hizo corto. En cuanto les despedí, me coloqué mis cascos y me puse la playlist de la banda, para ir memorizando las cosas. Tendría que practicar en casa. Aunque practicar en casa no sabía si era una opción fácil de contemplar. No desde lo que pasó. Desde entonces no toco en mi casa. Pero me buscaré la vida para practicar. Para volver a tocar ahora que Gerardo había despertado en mi de nuevo eso que me incitó a apuntarme al conservatorio.

Pensando en aquello llegué hasta Murcia. Cuando me bajé, mi hermana Bea y mi madre me estaban esperando en la estación de tren. De pronto, cuando me bajé, empecé a tener calor. Se me había olvidado que el clima era diferente.

Mi madre y mi hermana vinieron a abrazarme con rapidez.

- Te hemos echado de menos.

Las vacaciones de Navidad pasaron de una forma extraña. Por primera vez en mi vida tuve que estudiar en navidades para los exámenes del primer cuatrimestre. Está experiencia universitaria no me estaba gustando nada, ¿estudiar en Navidad? ¿Acaso eso es legal? Tenía tantos músculos que estudiarme de anatomía que podía identificar cuáles eran los que me dolían por pasar horas estudiando. A penas me vi con mis amigos, ni siquiera mi vecino, Miguel, me quiso molestar.

Pero una cosa lo tenía claro. De la fiesta de fin de año era imposible escapar. Sus amigos irían a por él a su casa y le llevarían en volandas a la fiesta sí hiciera falta. Miguel el primero de ellos.

Yo me encontraba estudiando, para variar, y, cuando más estresado me encontraba, la puerta de mi habitación se abrió dejando ver a mi hermana.

- Beatriz, me ha dado usted tremendo susto.- le informé.

- Miki ha venido a verte.

Miki. Nadie le llamaba así desde el colegio. Pasó a llamarse Miguel cuando pasamos al instituto.

- Dile que no puedo, que estoy estudiando.

La puerta se terminó de abrir y Miguel saludó desde detrás de mi hermana. Llevaba una sudadera idéntica a esa rosa palo que tiene Gerardo.

- No te va a venir mal despejarte. Es el último día del año, por el amor de Dios.- dijo mi hermana, dejo pasar a Miguel y cerró la puerta.

Yo paré la playlist que tenía puesta para estudiar. La playlist del grupo. Y me giré hacia él en mi silla de escritorio, cual villano de película.

- Tío no sabía nada de ti desde que te fuiste. Sí no llega a ser por un par de stories Ni me entero de que sigues en Madrid.- me comentó.

- He estado... Distante con todo lo relacionado a Murcia. Estaba evitando la morriña. El primer mes me sentí muy fuera de lugar y estuve a punto de volverme. Sí no llega a ser porque me encanta la carrera...

Miguel tenía algo. Algo como lo que tenía Maya, que me permitía abrirme a él. Quizás si mirada limpia. Además, añadámosle confianza de 18 años. Llevamos siendo vecinos toda la vida.

- Marta me ha llamado. Dice que no contestas a nada y que te quiere listo para irnos de fiesta. Te echamos de menos, Fla.

En ese preciso momento me sentí culpable. Muy culpable. Había abandonado a mis amigos, a todos ellos. Había dejado todas las amistades de lado. Por miedo a tener morriña y querer volver a casa, y viéndolo desde su perspectiva, debía de ser doloroso. Supuse que le habían encargado la tarea de mensajero a Miguel porque era el que vivía más cerca de casa.

- Están enfadados conmigo, ¿no es así?- le pregunté, un poco cabizbajo.

- Están... Se ha enfriado un poco la relación, Fla. Pero no están enfadados... No todos estamos enfadados. Yo desde luego no. Bea me contó que lo estabas pasando mal... Y tu punto de vista, salir de tu zona de confort y todo eso... Yo te conozco, Flavio. Yo te conozco. Sé que te ha sido difícil. Yo te entiendo, por eso no te he insistido mucho en hablarte.- me explicó.- Pero debes reconocer que también tienes un poco de culpa en todo esto.

- La tengo. Está mal. Lo he hecho mal. Solo he mirado por mí... Y... Y... Lo siento mucho, Miguel.

Miguel se levantó y me abrazó.

- Ponte guapo para esta noche. Ya sabes que a mí me da igual pero que Marta es muy estricta.

- De acuerdo.

- Te recojo a la una. Más te vale no estar sentado frente al escritorio cuando vuelva, ¿De acuerdo? Toca noche de desfase, Fla. Esta noche se lía.

Dicho eso, salió cerrando la puerta con sumo cuidado y le oí despedirse de mi familia en la planta baja.

Quizás sí que debiera relajarme un poco y dejar de estudiar. Sabía que Javy no estaba estudiando tanto. Andaba con su novia y sus amigos por ahí. Como cualquier chico normal. Quizás debiera ser un poco más como él.

Me levanté de la mesa cuando recibí un mensaje en Instagram:

- Hola, Fla. No tengo tu número pero sigo siendo tu psicóloga de confianza por redes sociales.

Paralelas | FlaviardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora