¿Me tocas?

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Al día siguiente Javi me sonrió nada más verme entrar.

- Hoy sí traes buena cara, hoy sí dejo que te sientes, hombre.- me dijo y me chocó la mano.

No fue el único que me lo dijo, Maya y Bruno coincidían con él. Y la verdad era que esa noche había conseguido dormir un poco más y más profundo. Supongo que ayudaría que no hubiera recital de gemidos, al menos que yo los percibiera.

- Le conté a Maya el pico de mis problemas.- le conté.- Y hablé con mi hermana y me siento mucho mejor.

Él me sonrió, satisfecho.

- Gracias por tu consejo, Javi.- le dije.

- Oye, me dijo Jesús que me pasará por vuestra resi este finde. Que suelen hacer cosas guays para Halloween.- me comentó.

- Eso he oído, pero "mi bando" me ha dicho que le van a gastar una broma al otro.- le contesté.- No sé si me lo pasaré bien.

Javi hizo una mueca.

- Entonces mejor no me paso, ¿no?

Detecté en ese momento que Javi me estaba preguntando si podía ir, me estaba pidiendo permiso y pensaba que había rechazado la idea de tenerle en "mi casa".

- Sí, claro. Vente. Pero te vas a ver en medio de un ajuste de cuentas de dos bandas.- bromeé y él me sonrió más relajado.

- Pues entonces iré. Jesús quiere que juegue el papel de "colega" para ligar, porque claro yo tengo novia en Cádiz.

- Vaya, ¿y cómo lo llevas?

- La echo mucho de menos, no te voy a engañar pero hablamos un poquito todas las noches y nos ponemos al día.

- ¿Y no te da miedo que alguno de los dos se pille por otra persona? Es lo que más miedo me da de una relación a distancia.

- No. Yo estoy enamorado de ella y confío en ella ciegamente. No me hace falta estar allí para saber que lo que me cuenta es verdad.

En ese momento envidié muchísimo a Javier. Tenía una relación basada en la confianza y se le notaba que estaba enamorado de ella. Le brillaban los ojitos al hablar de ella, de esa forma en la que solo te brillan cuando sueñas despierto. Pero luego le sonreí, estaba muy feliz por él, era una buena persona y se merecía lo que tenía.

Tras la comida, que acabó antes de lo normal porque llevaba prisa para hacer unos trabajos de investigación, entré por el pasillo y escuché una guitarra. Al principio muy flojito, tanto que pensé que era mi propia mente. Pero conforme me acercaba a mi puerta, más cerca la escuchaba. Me paré entre mi puerta y la de Gero. La melodía venía de su habitación y la verdad es que era preciosa. De pronto, paró y en pocos segundos se abrió la puerta de la habitación asustándome y haciéndome dar un respingo que incluso mis llaves, que tenía en la mano, volaron unos centímetros. Gero había abierto la puerta con la guitarra colgada y todavía agarraba el mástil. Era muy bonita, como todo lo que tenía Gerardo tenía un toque especial. Me miró sonriente, me había pillado escuchándole.

- Me has asustado.- le informé.

- ¿Me espiabas, Fabio?- me preguntó y levantó una ceja.

- No... solo iba a mi habitación, tengo mucho que...

- Me parece a mí que no.- alargó su mano, me agarró del antebrazó y tiró de mi hacia el interior de su habitación.

En mi mente, me resistí como un valiente ante este secuestro del bando enemigo, pero la realidad era que estaba con la boca abierta observando la habitación de Gero. Estaba estructurada al revés que la mía, pues estaba al otro lado. Su cama tenía una colcha muy de puestecito hippie y colgados por todas las paredes había dibujos, retratos, fotos... todo ello formando un collage encima de la cama. La funda de la guitarra estaba abierta encima de la cama y dentro había partituras revueltas. Encima de la mesa había un caos de cosas sin sentido, algunas de ellas no sabía ni lo que eran ni para qué servían.

Paralelas | FlaviardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora