Desbloqueado

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Ahí estábamos, los dos. Gero y yo, tirados en el suelo de su habitación, mirando al techo riéndonos felizmente. Me encantaría poder guardar este momento en un tarro y abrirlo cada vez que tenga la necesidad. Que sería a menudo.

- ¿Y cómo llegamos a estar así?

- Después de un par de rondas de 'verdad o atrevimiento'.

- Qué cabrones.

- Eso díselo a tu amigo Javi, fue él quién lo propuso.

Maldito Javi, míralo qué calladito se lo tenía.

- Buenos, y alentados por Sammy y Hugo que iban un poco hasta el culo de chupitos de Jägger.

- ¿Y sólo pasó eso?

- Bueno, no sé qué pasaría con Sammy y vuestro minuto en el paraíso, pero si os besasteis seguro que os gustó. Ambos besáis muy bien.

A veces se me olvidaba que Gero había tenido su rollito con... Espera, ¿acababa de decirme que beso bien? No, ¿MUY bien?

Le miré en cuanto me percaté, él me miraba, con una sonrisa pícara en los labios. Unos labios que me gustaría recordar saber cómo besan.

- ¿Y cómo sabes tú...?

- Siempre que bailo con alguien así de pegaditos se lleva un regalo para el camino.- me dice y me guiña un ojo.

No te estoy creyendo, diosito, dame un descanso. O dame mis recuerdos.

- Entonces... ¿Nos besamos?

Él asintió

- Te besé.- aclaró.

- Sin que nadie te lo pidiera.

Él volvió a asentir.

- ¿Y eso por qué?

Él levantó los hombros, en señal de desconocimiento.

- ¿Acaso importa?

Realmente, quería que dijera: porque me gustas, Fabio. Pero, a todo lo que él me dijera, siempre iba a estar de acuerdo. Siempre.

- Llevas razón.

- Bueno, al lío. Ensayamos lunes, miércoles y jueves y solemos tener encargos los fines de semana. Lo que cobramos va primero para el alquiler de los amplificadores y la gasolina de la tartana esa con ruedas a la que llaman "Furgocón". El resto, lo repartimos a partes iguales.

Yo asentí.

- El chico, se llevó su teclado, pero te dejo el mío. Encima de que te he extorsionado a cambio de tus recuerdos, qué menos.- me dice y ríe.

Su risa desencadenó los recuerdos de mi mente.

Quedábamos pocos ya en la sala multiusos, tan pocos que los conocía a todos. Estábamos los dos bandos más Bruno, Javi y Sully. Nos sentamos en círculo, con una de las muchas botellas en el centro. Yo estaba sentado entre Sammy y Gerardo, los cuales estaban muy animados gritando mientras la botella giraba.

- Flavio.- dijo Hugo, que parecía ser el portador de la palabra y el cabecilla del juego. Siempre era él, por alguna extraña razón.- Por favor, no digas verdad otra vez, no te podemos sacar los trapos sucios que no tienes.

Todos me miraban atentamente hasta que finalmente cedí a la presión de grupo.

- Atrevimiento.- dije en un suspiro.

- ¡La ha dicho!- gritó Sam.

- No puedo creer que lo hayas dicho.- me dijo Javi, que estaba frente a mí.

Paralelas | FlaviardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora