Wicked Game

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Flavio salió de la habitación de Sully con miedo a encontrarse a Gerardo por el pasillo, pero para su suerte, no estaba. Incluso se paró tras la puerta de Maya, para saber si seguía allí, pero no era así.

Suspiró, dejando ir un gran peso de encima. Subió sin pensar, con la mente en blanco y en cuanto estuvo sentado en su casa, desbloqueó el teléfono y abrió el chat con Gerardo. Tenía que saber qué cojones le había dicho para ir tan borracho.

La conversación tenía más mensajes de los que Flavio esperaba. Ver tantos mensajes lo agobió y dejó el teléfono mientras se recogía sus piernas dobladas cerca del pecho. La situación le estaba superando. También estaba el trozo de conversación que había escuchado. ¿A quién se referirían? ¿A él? Sacudió la cabeza para alejar esa idea. No, no le gustaba a Gerardo, ni por asomo.

Tardó un tiempo en armar valor para mirar la conversación. Incluso se comió primero ese seco sándwich de "pollo". Cuando desbloqueó el teléfono la fecha de principio de año estaba en lo más alto de la pantalla. Flavio se encontró con varios mensajes torpes suyos, intentando escribir el nombre de Gerardo, con poco éxito. Gerardo contestó a los varios segundos, le deseó una feliz entrada de año y le preguntaba qué le pasaba. Entonces Flavio le dijo que le debía mucho y que se alegraba muchísimo de su relación actual con él. Y Gerardo no contestó. El siguiente mensaje era el 'buenos días, bebé' de Flavio y la contestación de Gero ignorada.

Casi. Se. Declara.

Casi se puto declara en año nuevo.

Definitivamente, tenía que dejar el alcohol. No le gustaba nada. Absolutamente nada, tener lagunas mentales. Ni tomar decisiones de mierda de las que después no se acuerda.

Bajé a cenar temprano esa noche. Me senté junto a Fali, que poquito a poco se había ganado un poco de mi cariño. Hugo no tardó mucho en unirse a nosotros, trayendo un olor poco agradable. Fali arrugó su nariz.

- Debiste haberte duchado después de las prácticas, tío.- le dijo y se tapó la nariz.

- No me ha dado tiempo... He estado con... Alguien.

- Pues no sé habrá llevado una buena impresión.- se me escapó.

Ambos me miraron. Y estallaron en carcajadas.

- Y parecía calladito el cabrón.- dijo Hugo mientras reía.

Estaba por preguntar dónde estaba su tercer componente, Gerardo, pero de pronto, escuché su guitarra. Cada vez más próxima, en un bucle de acordes. Yo ya sabía que canción era. Claro que lo sabía, le había dicho que era una de mis favoritas.

La conversación con Maya me tenía aún incómodo cuando sumé dos y dos. No le estaba creyendo. No podía creer que lo fuera a hacer.

De pronto, le vi aparecer andando por la puerta del comedor. Había gente que le seguía con el teléfono en mano. Nunca le había escuchado cantar. No a él solo, no más del coro. Esto era algo nuevo. Entró y se colocó en el centro del comedor y se giró hasta nuestra mesa. Me iba a dar algo, mientras Fali y Hugo se habían unido a unas palmas que llevaban el ritmo. Yo quería que la tierra me tragase. Esto de tener tanta atención sobre mí no me gustaba nada. Además este gesto me parecía una americanada extrema, se había pasado.

De pronto, comenzó a cantar y, evidentemente era la canción que yo ya había adivinado: Wicked Game.

Estuvo cantando con los ojitos cerrados hasta casi el final de la canción, cuando los abrió y comenzó a caminar hacia la mesa. Mi pulso se estaba acelerando conforme él reducía la distancia entre nosotros. Pero, en vez de parar al llegar, siguió andando hacia la mesa de atrás, donde se encontraban Ava, Ariadna y Ana. Ava y Ariadna daban palmas mientras Ana se tapaba la cara de vergüenza. Gerardo se acercó hasta ella, Acá le cedió su silla y él le cantó las notas finales a ella, en exclusiva, en un susurro. El comedor enmudeció, nadie aplaudió por extraño que fuera.

- Ana, ya sé que no eres de grandes gestos pero... Te he cantado tu canción favorita delante de todos, me gustaría saber si me harías el favor de salir conmigo.

Toda la sala contuvimos el aliento a la vez, si fuera posible diría que acabamos con el oxígeno existente en la sala. Ella solo le miraba, sin parpadear. Pero no decía nada. De pronto una lágrima cayó por su rostro y ella asintió antes de inclinarse hacia él y romperme el corazón dándole un beso en los labios.

De pronto, era como si no tuviera control sobre mi cuerpo. Me encontraba en la calle, respirando fuertemente. Notaba que a pesar de estar respirando de esa manera, el aire no llegaba hasta mis pulmones. Flexioné las rodillas y apoyé mis manos sobre ellas mientras intentaba obtener aire suficiente como para poder respirar sin ahogarme.

Una mano se posó en mi hombro, y me apretó.

- Flavio, estás teniendo un ataque de ansiedad. Respira.- la voz de Sammy nunca había resultado tan tranquilizadora como en ese momento.

Pero no conseguía respirar bien. La imagen de Ana y Gerardo besándose estaban grabadas a fuego en mi mente y no desaparecían.

- Venga, Flavio. Es fácil, inhala... Exhala.- me dio de ejemplo.

Intenté seguir sus instrucciones y respirar a su vez. Me dolía el costado por la falta de aire y cada bocanada era como si algo punzante me presionara entre las costillas. No sé cuánto tardamos hasta que conseguí respirar lo más normal posible, pero la gente nos miraba por la calle. No recuerdo haber subido a la habitación de Sammy, pero allí estaba, sentado en su cama intentando controlar mi respiración.

- Suerte que te he encontrado.- me dijo y me tendió una botella de agua que acababa de traer de la máquina dispensadora.

Yo asentí. Pero no era capaz de hablar.

- ¿Qué ha pasado?

Yo negué con la cabeza. No podía articular palabra. Entonces sonó el teléfono de Sammy y ella se dispuso a revisarlo ya que yo no era capaz de contestar. Tenía el volumen lo suficientemente alto como para oír que era el vídeo de Gerardo cantándole a Ana y yo como un idiota descerebrado, creyendo que se trataba de mí.

No, Sammy, no había tenido un ataque de ansiedad, solamente me acababan de romper el corazón.

- Ohhh.- dijo ella con ternura en su voz.- ¿Has visto esto? ¡Qué monos! ¡Qué bonicos! Hacen una bonita pareja.

Cada comentario de Sammy se sentía como una puñalada a mi corazón. Aunque claro, ella qué iba a saber. Sus comentarios iban con toda la buena intención del mundo. Lo que no sabía es que a mí me iban a hacer mierda.

- Gerardo es un romántico para todo. Cuando quiere.

Ese cuando quiere... Estaba lleno de resentimiento. Cualquiera podría haberlo leído entre líneas. Yo la miré, preguntando la razón.

- Claro que conmigo no quiso.

Yo cerré los ojos. Me estaba confirmando que Gerardo era más hetero de lo que yo pensaba. Un hetero sin masculinidad frágil me había confundido y ahora estaba con el corazón roto con ganas de irme a mí habitación a escuchar canciones de ruptura de Taylor Swift.

- Parece que ya se te ha estabilizado la respiración. ¡Qué susto me has dado, Flavio!- le comentó.- Además apareciste justo cuando iba decidida a hablar contigo.

No podía ser. No estaba preparado para frente a estos dos asuntos el mismo día. Mucho menos teniendo el corazón hecho pedazos.

Paralelas | FlaviardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora