Cambios de look

177 12 1
                                    

Tras comer, decidí subir a echarme un rato. La noche de las novatadas me dejo exhausto, pocas horas de sueño.

Subí por las escaleras y en el primer piso, a parte de casi potar la comida, me encontré con los chicos del baño.

- Hey, picha larga, ven aquí.-me llamó el rubio.

Yo suspiré. ¿Era necesario de que me llamara de esa manera? ¿Y en ese tono de voz super alto? Me acerqué con una mueca en la cara.

- Esta noche vamos a hacer una noche de juegos en la sala común.- me informó.- Soy Hugo, por cierto. Hugo Lobo. Y este es mi amigo Rafael.

- Fali, fali mejor.- me dió la mano.

- ¿Vas a venir?- me preguntó Hugo.

- No sé, ya veré.

- Enga tío, vente esta noche.- me dijo con un acentazo que flipas. No sabía de donde era pero tenía mucho acento.

No me gustaba verme presionado. Y no me habían caído muy bien, en especial el rubio. Entonces sentí una palmada en mi espalda. Me giré asustado.

- Claro que se viene. O tiraré su puerta a abajo.- les dijo Gero y me pasó el brazo por los hombros con dificultad, pues yo era más alto que él.

- Ya veremos.- le dije. No me hacía mucha graia su actitud y menos que decidiera por mí.

- Vamos, Fabio, suéltate un poco.- me cogió por los hombros y me los meneó.

Le aparté sus manos de mí.

- He dicho que ya veremos. Hasta luego.- les dije y continué subiendo hasta mi habitación.

Subí dando zapatazos, enojado. Y llegué a mi cuarto refunfuñando. Y no me pude dormir pensando en Gerardo y su estúpoda actitud. No le aguantaba. Y para colmo era guapo. Muy guapo. Con su pelo, y sus gafitas y lo bien que le queda el chándal. Cuánto le odiaba...

Me levanté cuando me di cuenta de que enfadado no me iba a poder dormir. Entonces decidí bajar a dar una vuelta.

Al salir de la habitación me encontré con Ari en el pasillo.

- ¡Ahí estás! Tú también te vienes y no acepto un no por respuesta.

Me cogió de la muñeca y me arrastró hacia el hall.

- ¿A dónde? ¿También?- pregunté mientras me arrastraba.

Cuando llegué mi segunda pregunta quedó contestada. Allí estaba también Gerardo, y Maya. Y Ana. Genial.

- ¿A dónde vamos, exactamente?- pregunté de nuevo.

- Bienvenidos a todos. Vamos a ir a cortarnos el pelo.

- ¿Perdona?- pregunté.

- A cortarnos el pelo.-me repitió Gero con lentitud.

- Es un acto benéfico en el que tenemos que participar mi clase. Venid, por favor. No sé si va a venir mucha gente y necesitamos: 1. Practicar y 2. Hacerlo benéfico. Cortes a 5€, todo lo que saquemos va a ir a una asociación.- nos explicó Ari mientras bajábamos.

- Tengo miedo de lo que me puedan hacer.- comentó Ana.

- Hagan lo que te hagan, estarás guapa.- le dijo Gero y se colocó para andar junto a ella.

Yo me posicioné entre Maya y Ari.

- Yo solo quiero que me recorten el flequillo, Ana me ha visto antes y ha intentado arreglarlo, pero no ha salido muy bien.- apuntó y se señaló el flequillo a medio recortar que quedaba oblicuo.

Yo le lancé una sonrisa ladeada.

- Ellos dos parecen que se llevan muy bien.- dijo Ari.

- A todos les cae bien.- susurré pero desgraciadamente Maya me oyó. No dijo nada en el momento.

Anduvimos un buen rato hasta el metro. Allí nos subimos en otro línea diferente a la que yo había usado y nos bajamos 5 paradas después. Llegamos a un gran edificio, en la entrada, nos encontramos con Sammy, que me dio un repaso como en la ducha. Empezaba a sentirme incómodo con ella.

- Bien, supiste llegar.- le dijo Ari.

Entramos inmediatamente y nos encontramos en un espacio abierto lleno de sillones, peluqueros y esteticistas.

- Flavio, tú te vienes conmigo. Confía en mí, te voy a dejar guapo, guapo.- me dijo Ari cogiéndome del brazo y sentándome en una de las miles de sillas de peluquería que allí se encontraban.

Me sentía como un preso siendo torturado en una silla de tortura. Me puso una tela por encima para que no se me cayeran los pelos encima. Apretó demasiado, me estaba ahogando. Me estiré un poco para dejar mi cuello libre. No voy a mentir, estaba acojonqdo de que me dejara el pelo fatal. Ya tuve mi época de pelados extravagantes, no quería volver ahí.

- Estás muy tenso, relájate, tío. No voy a hacer nada que te vaya a quedar mal. Confía en mí.

Yo suspiré e intente respirar tranquilo, aunque la tela me apretaba la traquea.

Sonó una especie de bocina. Y Ari me roció todo el pelo con un spray. El pelo cayó pegado a mi frente. La ducha de este mediodía ha sido para nada. Ari coge mi pelo mechón a mejor y lo va cortando con lo que me parecía, ya que no había espejos y no la podía ver, mucha destraza, cosa que me sorprende debido a su juventud. Cuando acabó, cogió la maquinilla y me la pasó desde el cuello. Sentí un escalofrío. Luego cogió el secador y un cepillo y me peinó. Tuve miedo de ver el resultado. Hasta que Ari me pusi un espejo de mano delante de mi cara. Me sorprendió de buena manera, estaba diferente pero, me atrevía a decir hasta guapo.

- Vaya, Ari. Esto es... guau.‐ me dije mientras e miraba.

- De nada, cariño. Te dije que quedarías precioso.- me aseguró.

Tras un largo rato, nos encontramos todos en el mismo sitio antes de entrásemos.

A Sam le habían echado una especie de tinte rosado, claro, como palo. Le quedaba bastante bien. Ella vino andando como si ella fuera la mismísima Beyoncé y cuando se paró delante nuestra con un golpe de pelo, se quedó como esperando algo.

- Vaya, estás diferente.- le dijo Ari y ella sonrió, con que quería un cumplido.

Ari me dió un codazo disimulado. Di un brinquito inperceptible y carraspeé.

- Sí, estás muy guapa.- corroboré.

- Ya lo sé.- me dijo ella sonriendo feliz.

Maya fue la siguiente en venir, le habían recortado un poco el flequillo recto y le habían dado reflejos rubio.

- ¡Qué linda, Maya!- le dije.

Ella me miró un poco avergonzada y me dió las gracias. Entonces llegaron riendo y bromeando Ana y Gero, parecían muy cercanos y era extraño pues se conocían desde hace relativamente poco. Dos, tres días a lo sumo. A ella, sinceramente le habían hecho un destrozo, un peinado como el de Prince, sinceramente yo habría reclamado mi dinero. Pero él, él... esta más guapo aún. Con el pelo más corto, con un tupé y afeitado... estaba... en fin.

Cuando llegamos a la residencia, Fali y Hugo estaban en la puerta esperando algo. Quizás una pizza. Pero ala vernos se levantaron como un resorte y corrieron hasta nosotros... el maldito juego nocturno, se me había olvidado completamente, dado que Sam se me agarró al brazo y estuvo parloteando de no se qué. Yo solo podía ver a Ana y Gero hablando de forma relajada y distendida, sin ser nada forzado, muy lejos de mi realidad.

- Bueno, ya que las damas han llegado podemos irnos a jugar a la zona multiusos.- dijo Hugo.

- No hemos cenado.- apuntó Ari.

Yo asentí.

- Tenemos pizza allí, Ava las está guardando.- nos dijo Hugo.- Tenéis que poner 1,33 cada uno, vamos.

Paralelas | FlaviardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora