Fuimos fugaces

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Tras un rato de lamerme las heridas, Julieta se aventuró a preguntarme:

- ¿Y qué vas a hacer ahora?

Y la verdad es que no tenía ni idea.

- Quizás deba dejarme llevar por el curso de las cosas. Porque todo parece empujarme a seguir un camino. Quizás sea mi destino, quizás deba vivir esa experiencia. No sé.

De pronto, nos vimos interrumpidos por la vibración de mi móvil. El nombre de Gerardo de iluminó en la pantalla.

- Me está esperando para ir a ensayar.- les informé.

Cuando ya estaba llegando al pasillo me di cuenta de que... El ensayo era al día siguiente. Pero en ese mismo instante, Gero abrió la puerta y se acercó a grandes pasos, o lo que sus piernas cortitas le permitían, y llegó hasta a mí.

- Ya ibas a huir. Ven, tenemos trabajo que hacer.- me cogió del brazo y tiró de mí hasta su habitación.

El suelo de su habitación estaba plagado con cientos de bolas de papel. No entendía qué quería de mí, pero no estaba aún capacitado para hablar con él.

- Sé que estás últimamente... Extraño conmigo, no sé la razón, pero... Te necesito. Necesito tu ayuda para acabar está canción.

- ¿Mi ayuda?

- En Navidades... Empecé a experimentar con el teclado, y tocando y tocando encontré una melodía pero... Que desarrollé con la guitarra, porque ni tengo nivel suficiente. Así que si me ayudas... Además... Con los demás...

Me hizo una señal, para que tomara asiento. Yo, sintiéndome de nuevo bajo el hechizo verbal de Gerardo. Me senté y comencé a leer lo poco que tenía escrito en la partitura. No era muy difícil, comencé a tocar y cuando llevaba cuatro compases y sin esperándolo, Gerardo comenzó a cantarme al oído. Un escalofrío me recorrió la espina dorsal y tuve que acomodarme de un saltito en la silla. Su voz tembló con en una risita pero continuó cantando una melodía que... De pronto tenía letra y no cualquier letra:

Por raro que parezca
Pienso más de la cuenta
Hoy quiero escapar
Dejarme llevar
Amanecer entre tus piernas
Con todas las consecuencias

En otros tiempos, tan solo varios días antes, hubiera jurado que esa letra, iba por mí. Que me estaba hablando, que se me estaba declarando.

De pronto, varios compases en blanco y luego siguió cantando:

No pienses que no es cierto
Siempre hago lo correcto
A pesar de que no quiero
Me enredo entre tus dedos
Como el niño que se pierde
En las reglas de tu juego
Y encuntra la salida persiguiendo al viento

Cada palabra, era una astilla que se clavaba en mi corazón. Tragué saliva y con ella, mis ganas de llorar y de querer marcharme. Había que dar la cara, hacerle creer que no estaba molesto, que no había sentimientos extra entre nosotros y que podía confiar en mí. A pesar de que en ese momento, solo quisiera meterme en la cama y llorar.

Hubo otros compases en silencio, hasta que empezó a cantar el estribillo de la canción:

Pretendimos ser fugaces
Como estrellas de algún cielo

¿Lo fuimos? En algún momento, ¿fugaces? Algo que pasó, rápido y precioso pero que ya no existe, ya ni está, ya no volverá.

Paralelas | FlaviardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora