Toma de decisiones

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Allí estaba yo de nuevo, en la habitación de Maya junto a Julieta y esta vez, junto a Bruno también, que, en cuento se enteró de todo lo que había pasado, incluso añadió detalles de cuando íbamos con la banda a tocar.

- Entonces, ¿tú también ves señales por su parte? ¿No estoy loco?- le pregunté a Bruno sonando un poco, solo un poco... Bueno, muy desesperado.

- Sí.

- Pero, ¿Gero sigue con Ana?- preguntó Julieta y eso, esa pregunta fue un mazazo para mí corazón.

- Sí... No... No sé, no le pregunto porque la última vez... Nos distanciamos. Y él, él no habla de ella. Supongo que quiere que no nos distanciemos de nuevo.

Todos nos quedamos en silencio. Era como una condena. Tenía que sacar el tema si quería quedarme tranquilo, pero claro, entonces Maya expuso en alto la pregunta que todos nos estábamos haciendo:

- ¿Y qué pasa con Sammy?

Solté un suspiro, uno largo.

- No tengo ni idea.- contesté sinceramente.

- ¿Pero seguís juntos?- me preguntó Julieta.

- No lo sé, discutimos ayer por... Porque había estado contigo cuando estuviste mal el otro día y... Desde entonces no hemos hablado.

- Quizás deberías ir a hablar con ella.- me aconsejó Maya y Bruno asintió.

Me rasqué la nuca.

- Sí, debería. Pero es que no sé qué decirle.

- Todos sabemos que Sammy es muy impulsiva. Así que, deja que hablé ella primero. Pero, no caigas en la tentación de lo carnal.- me aconsejó Julieta y me pareció algo bastante razonable.

- De acuerdo, voy a ir... A hablar con ella.- al decir esa frase en voz alta, algo me recorrió por dentro. Algo que no supe descifrar.

Todos se levantaron y me abrazaron en piña.

- Pase lo que pase, estamos contigo.- me susurró Julieta.

Subí los escalones intentando que pasara el tiempo, que se ralentizara porque me daba miedo afrontar la realidad. No sabía qué decirle... Bueno sí sabía que iba a decirle, lo que no sabía era cómo decírselo y me daba miedo afrontar las consecuencias de lo que le iba a decir.

Me sorprendí a mí mismo llamando a su puerta con los nudillos. Tanto, que di un respingo. La puerta se abrió inmediatamente, y vi cómo cambiaba la cara de Sammy de una normal a una enfadada.

- Por fin te atreves a venir, después de salir huyendo del comedor y de no acercarte a mí en la peli.- dijo dejándome pasar y cerrando la puerta después de que yo entrara.

- Tenía que pensar.- me excusé.

- ¿El que tenías que pensar? ¿En Julieta y si ella te gusta más?- esa pregunta me molestó, no porque no fuera un chico significara que me gustase Julieta.- Mira, Flavio. Llevo notándote distante varios días. No sé a qué se debe, si hay alguien más, si no te gusto...

Realmente nunca me gustaste de esta manera y siempre hubo otra persona.

Pero no podía decirle eso, eso sería dañar sus sentimientos y nadie se merece que se le haga eso.

- He estado raro porque... Desde que nos expusiste no he estado cómodo. Tampoco me gustan los celos que te gastas. Julieta es mi amiga, no me gusta y no le gusto. Lo estaba pasando mal y necesitaba un amigo y yo me quedé con ella, no creo que fuera tan fuerte como para que me liaras la que me liaste.

Ella se quedó pensativa un momento.

- Es que Hugo me dijo que tuviera cuidado con Julieta...

Yo no podía fliparlo más. ¡Pero qué cara más dura, tío!

- ¿Que te dijo eso? ¿Y también te dijo que Julieta estaba así por su culpa? ¿Porque le había ocultado que tenía novia y aún así él estaba ahí tratando de que se fuera con él? Es un infiel y encima dice eso. Es que la tiene más dura que el asfalto, macho.

Me salió de dentro. Quizás no debería haberlo dicho, pero lo dije.

- Y Ava también me comió un poco la cabeza diciéndome que cuando os liasteis el primer día pensó que se había quedado embarazada.

Eso sí que me pilló desprevenido.

- Un momento, ¿qué? Pero, ¿QUÉ COJONES?

- ¿No... te lo dijo?

- ¿Por eso me evitaba?

- Y porque no sabía si eras tú o era... Otra persona. Por suerte solo fue un susto.

- ¿Por suerte solo fue un susto? ¿Se ha llevado meses sin interactuar conmigo y ni siquiera me dice que había una posibilidad de estar embarazada?

Sammy se dio cuenta de que la había cagado diciéndome eso, ella daba por hecho que yo ya lo sabía. Y nada más lejos de la realidad. Suspiré y me quité las gafas, me rasqué los ojos, esto no podía estar pasando.

- ¿Quién era el otro?

- No creo que sea bueno decírtelo.

- Sammy, ya me has dicho la mitad, es peor que me lo dejes a medias porque ahora voy a pensar que puede ser cualquier.- le dije.

- Fali o... Hugo.

- Hugo, otra vez. ¿Y en serio confías en él? ¿Antes que en mí? ¿De verdad? Yo es que flipo, Samantha, flipo.- dije muy indignado e incluso me giré para no mirarla. Estaba muy cabreado.- Esto se ha acabado.- sentencié y la miré.

Ella me miraba muy sorprendida.

- ¿Cómo?

- Podemos ser amigos pero nunca más así, yo esto no lo soportaría. Sabías lo de Ava y no me lo dijiste. Confías más en lo que Hugo diga que en mi palabra. Las cosas no hacen así.

Caminé hacia la puerta, y entonces la oí sollozar. No caigas, me dije.

- ¿Hay otra persona, verdad?

- No, Sammy. No busques terceros, esto es culpa nuestra, no de nadie más. Se acabó. Que te vaya bien.

Salí y cerré la puerta. Me quedé parado unos segundos, pero me di cuenta de que quizás, siendo Sammy como es, era capaz de salir a buscarme y no quería seguir discutiendo en el pasillo, con público, como a ella le gustaba.

Subí a mí habitación y cuando llegué saqué el teclado. Estaba preparado para escribir otra canción, una forma de canalizar mi pena y mi dolor, mi rabia y todos mis sentimientos.

Perdí la noción del tiempo frente al teclado de Gerardo. Escribía incluso con rabia lo que iba saliendo, estaba bastante dolido.

Cuando dejé de tocar, me tiré en la cama boca arriba y me puse a llorar. Me llevé las manos a la cara y en ese momento, llamaron a mi puerta. No me moví, no quería que nadie, ni si quiera Maya o Julieta, viniera a verme en ese momento.

Volvieron a llamar, más suave.

- Hey, kpoper, esa canción sonaba dolorosa. Ábreme y hablamos.- la voz de Gerardo llegó a mis oídos amortiguada por la puerta de la habitación.

Me levanté y le abrí sin mirarle a la cara. Me giré y me senté en la cama. Él cerro y se sentó cerca mía, me puso una mano en la rodilla y entonces le miré.

- ¿Fabio, qué te pasa?

Tú me pasas, Gerardo, tú me pasas.

Paralelas | FlaviardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora