Rayada

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POV Gerardo

¿Me tocas? Mi pregunta a Flavio siguió rebotando en mi cabeza. Realmente no iba referida al teclado, ni mucho menos. Era una pregunta para intentar averiguar si le gustaban los chicos, si le gustaban y en concreto, yo. ¿Todo lo haces igual de bien que tocas el piano? Porque seguro que a las chicas les tiene que encantar que las toques con esa delicadeza. Cagada tras cagada, Gerardo, eres la puta hostia.

Vi marcharse a Flavio corriendo hacia su habitación, seguramente le había incomodado. Es que fui un idiota. Me dejé caer en la cama debatiéndome y preguntándome si realmente yo era tan hetero como yo pensaba. Las mujeres me gustaban, eso sí, había estado con varias y me había gustado. Pero a los chicos nunca les había visto así, ni siquiera me lo había planteado... Hasta ahora. Hasta que vi a Flavio salir del ascensor con una chica, la cual resultó ser su hermana.

A pesar de que haga cualquier cosa y esté con cualquier persona, al final del día siempre me pregunto cómo le habrá ido el día. Me hubiera gustado ser su amigo, conocerlo. Que me contara sus cosas, que se sincerara, que pasasemos tiempo juntos.

Al día siguiente por la mañana no le vi. Como cada mañana él salía antes que yo a clase. Tenía una cierta sensación de que hoy iba a pasar algo, que no iba a ser un Halloween tranquilito en el que me fuera a la fiesta de chill que hacen cada año en la sala de los sofás. Y ver a Sammy hablando con Capde al salir me lo confirmó. Esa rubita tramaba algo.

Mientras me dirigía hacia la parada de metro escribí en el grupo 'Apoyamos las artes', el equipo de nuestro bando, avisando de mi sensación. Ava le quitó importancia y preguntó de qué iríamos disfrazados a la fiesta que organizaba Sully. Julieta apuntó que no se hicieran grandes ilusiones, que no era para tanto y Ari se ofreció a maquillar a quien hiciera falta para que estuviera deslumbrante. Ana directamente no leyó mi mensaje y la verdad es que llevaba dos o tres días rara conmigo y no entendía por qué. Nos caíamos bien, nos llevábamos bien. Incluso más que eso ¿Qué había pasado?

Le escribí en privado mientras realizaba acciones que tenía ya automatizadas (picar en el metro, bajar las escaleras apretujados entre la gente, subirme al metro, etc.). Le pregunté si se pasaba por mi habitación después de clase, a charlar. En cuanto especifiqué, aceptó sin problema.

Yo seguía pensando en cómo las manos de Flavio recorrían el piano e imaginaba cómo lo harían en mi cuerpo. Tuve que parar, no quería tener problemas en el transporte público.

Todo este asunto de Flavio me tenía nervioso. Nunca antes me había llamado la atención un chico, nunca. Hasta que apareció Flavio. Necesitaba hablar esto con alguien... Quizás Ana me ayudase a entenderlo. Sí era un hecho aislado o es que había estado equivocado toda mi vida.

Cuando llegué para comer era más tarde que otros días y vi a Flavio sentarse junto a Maya y Julieta en una mesa solos. Sin rastro del resto de su bando. ¿Comía siempre con ellas? ¿Julieta sabía de él?

Me quedé mirándoles bromear en voz baja mientras el chico del comedor terminaba de recoger. Entonces mi teléfono comenzó a sonar, atrayendo la atención de ellos tres y del chico de comedor. Me apresuré a cogerlo sin tan siquiera mirar quién era:

- Gerardo, ¿dónde estás? ¿No habíamos quedado? No respondes mis mensajes.

Mierda.

- Perdona, Ana, he salido más tarde de clase y estoy aún comiendo. Ya subo.- me disculpé y salí corriendo.

Antes de irme eché un vistazo atrás y vi a Flavio mirándome. Me extrañó que me reconfortara que me estuviera siguiendo con la mirada.

Cuando llegué arriba Ana estaba sentada con la espalda en mi puerta mirando algo en el móvil.

- Por fin aparece.- narra antes de levantarse.- Me ha extrañado tu mensaje.

- ¿Qué mensaje?- le pregunté mientras abría la puerta.

- Pues el que especificaba: para charlar.

- Es... Bueno, pasa.

Estuvimos dentro y antes de contarle lo sucedido y mis dudas, le pregunté por ella y por sus cosas. Acabamos haciéndonos caricias y cosquillas en el suelo. O paraba ahora o iba a incumplir mi mensaje y no debía.

- ¿Sabes? Ayer estuvo Fabio aquí.- le conté como si nada, mientras ella seguía riendo.

- ¿Aquí?

- Sí, con el piano. Lo metí aquí dentro, lo acorralé y, me puse muy nervioso y le dije: ¿Me tocas?

- ¿A Flavio?- preguntó mientras estallaba en carcajadas.

Se estaba riendo, ¿qué narices hacía?

En ese momento me di cuenta de que con Ana no iba a poder hablarlo, incluso que le podría sentar mal si le contaba mis dudas, porque teníamos una relación física. Una relación física que no estaba dispuesto a terminar sin tener claras las cosas de antemano. Frené mis intenciones y le pregunté por el disfraz de Halloween. Sabía de sobra que iría como pareja de Ava, Eran uña y carne.

- ¿Y tú de qué vas a ir? Te ha crecido mucho el pelo, ¿por qué no vas de hombre lobo?

No le permití hablar más, dejando sin respuesta su pregunta.

Paralelas | FlaviardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora