Terapia

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Julieta se nos unió a mitad de la sesión gratuita de psicóloga. Se sentó a mi lado y me dió un abrazo. Eso me sorprendió, supongo que entonces entendí cómo se sintió Javi cuando le abracé esa misma mañana.

- ¿Y es solo eso?- preguntó la nueva integrante de la sesión.

- La verdad es que no. Hay cosas que todavía no sé si contar, porque no las tengo claras. Otras de ellas, sin embargo, sí.- contesté con total sinceridad y es que con ellas me sentía seguro.

La habitación de Maya se había convertido en mi espacio seguro en Madrid. Mi celda de hormiga donde podía hablar sin miedo a ser juzgado y sabiendo que sería escuchado y bien atendido.

- ¿Quieres hablar de algo más hoy? ¿O prefieres dejarlo para otro "día de estudio"?- me preguntó Maya.

Yo sonreí.

- Creo que está bien por hoy, quizás llame a mi hermana luego y le diga el porqué de mi ausencia.- le contesté.

- ¿Puedo ir yo ahora?- preguntó Julieta con inquietud en la voz. Creo que ella quiso ocultarlo, pero no le salió bien.

Tanto Maya como yo asentimos.

- Conocéis a Hugo, ¿no es así?

Maya y yo intercambiamos una mirada rápida:

- Desgraciadamente.- contestamos a la vez.

Ella asintió mirando al suelo antes de mirarnos.

- Últimamente me observa mucho.- nos comentó.

- ¿Eso te hace sentir violenta?- le pregunté y quise apuntar que yo sí me sentí violento cuando me miró desnudo, tanto él como Fali y Gero. Por no hablar de Sammy.

- No, pero le he pillado más de una vez observándome. Vosotros que estáis con él, me refiero "bando ciencias", ¿qué sabéis de él?

- No mucho.- contestó Maya.- ¿Por?

- Quiero saber por qué me mira.

- ¿Y si le preguntas?- pregunté yo, no sé, me pareció lo más obvio.

- No quiero que sepa que me intriga.- me contestó ella como si fuera obvio.

- Sí os reunís, hacedme el favor de observarlo o algo. Necesito saber más.- nos pidió.

Maya en ese momento se incorporó a mirar la hora.

- Rayos, hemos estado hablando toda la tarde, soletes.- nos informó.- Yo tengo que llamar a alguien, si no os importa, os veo en la cena.- nos echó educadamente.

Decidí entonces ir a ducharme, afortunadamente para mí, las duchas estaban casi vacías y no conocía a nadie que estuviera allí. Todos estaban a lo suyo y eso me pareció genial. La ducha me sentó bien, fue reparadora. O quizás lo fuera la sesión de terapia que habíamos tenido en la habitación de Maya. O quizás fueran ambas cosas. Solo sé que hice el camino de vuelta a mi habitación más sosegado y sin pensar en nada en lo que venía pensando estas últimas semanas. Estaba llegando a mi habitación cuando una puerta en el pasillo se abrió y Gero salió cerrando la puerta. Se recolocó la sudadera rosa palo y entonces percibió mi presencia, ya que estaba ya casi a su vera.

- Ya tienes mejor aspecto.- me dijo.- Parece que la destemplanza ha desaparecido.

En ese instante quise que besara de nuevo mi frente para comprobar si era cierto.

- Me siento mejor.- le contesté y me giré a ver si había alguien más en el pasillo.- Gracias por lo de antes.

- Ha sido un placer jugar a los enfermeros contigo, Fabio.

Paralelas | FlaviardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora