Final A

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POV Gerardo

Ya que Flavio había dejado a Sammy, era mi momento para llevarle a una cita. No le di mucho tiempo a pensárselo. Me levanté y le exigí que se pusiera guapo, aunque él estaba guapo sin esforzarse.

Tampoco le dije que fuera una cita, pero así era. Me daba miedo pedírselo en voz alta. Y allí estábamos, en mi sala favorita de Madrid. Yo acababa de dedicarle una canción y él estaba subido al escenario. Yo, por mi parte tenía esperanzas en una buena réplica. Que me dedicará otra canción de ese tipo, de esa temática pero de pronto... De pronto de taparon los ojos una manitas pequeñas.

Me giré, incrédulo. Creía reconocer esas manos, pero no era posible, ella estaba muy lejos de Madrid. Pero cuando me giré la encontré de frente besándome con pasión, derramando unos lágrimas. Era Ana. Sin lugar a dudas, era Ana.

Me separé de ella casi con asco. ¿Qué narices hacía aquí? ¿Llevaba tres semanas sin contestarme a los mensajes porque había salido por ahí con un amigo y ahora venía a Madrid a darme un beso? Mi primer instinto fue mirar a Flavio, que seguía en el escenario. Su cara por primera vez reflejaba sus sentimientos, tenía el corazón roto.

- Gero, ¿no te alegras de verme aquí?- me preguntó Ana, pero yo solo miraba a Flavio, quería explicarle que yo tampoco entendía que cojones hacía Ana en la sala y cómo narices sabía que estábamos allí.

- Ana... Lo habíamos dejado.- le contesté sin apartar mi mirada de Flavio, al que le achuchaban a empezar.

- ¿Que dices? ¿Cuando hablamos eso?

- Precisamente, Ana, precisamente. ¿Llevamos casi un mes sin hablarnos y vienes ahora así de repente? ¿Dejas de hablarme y tengo que estar yo esperándote? Creo que las cosas no son así.

- En ningún momento dijimos que lo habíamos dejado.- recalcó.

- ¿Es que no lo pillas?- me giré a ella enfadado.

Ella estaba cabreada también.

- Hay otra, ¿no? ¿O son varias? Seguro que Flavio saben quiénes son. Siempre fuisteis muy amiguitos.

Ella se acercó a grandes zancadas al escenario y de un empujón le arrebató el lugar a Flavio que la miraba atónito.

- Buenas noches a todos. He venido hasta Madrid, exclusivamente para ver a mi novio y enterarme tras tres semanas que lo habíamos dejado. Es ese.- dijo y me señaló. No te estaba creyendo.

Los focos se dirigieron hacia mí, donde señalaba su dedo índice de Dios acusador y vengativo.

- No sé quién está con él pero quizás nuestro amigo Flavio sí lo sepa.- entonces dirigió su mirada a él.

Yo conocía a Flavio y sabía que ser el centro de atención no le gustaba mucho. Por eso a pesar de cantar bien nunca quiso cantar en la banda. Y ahora encima, estaba recibiéndola innecesariamente. Ana lo estaba pagando con él, que no tenía nada que ver con nosotros. O sí, porque yo estaba pillado de él, pero él no lo sabía.

De pronto me encontré delante de Flavio, protegiéndolo a pesar de media bastante menos que él.

- ¿Que dices chalada? Bájate de ahí.

- Espero que os haya quedado claro qué tipo de tío es.- dijo y se bajó por el otro lado del escenario, llorando.

Yo me giré inmediatamente a Flavio. Que me miraba incrédulo. No entendía qué había sucedido.

- Lo siento... Yo... Yo no sabía nada...

El escenario fue ocupado y el sonido no nos permitió hablar. Fuimos hasta la salida.

- Creo que deberías ir a buscar a Ana y arreglar las cosas con ella.- me dijo Flavio.

¿Pero qué narices hablaba este chico? Si quisiera arreglar las cosas con ella habría ido tras ella. Pero no, estaba aquí con él.

- Yo... Aún sigo triste. Y sé que duele dejar una relación. De verdad, si lo vuestro tiene arreglo... Ve, yo... Yo volveré a la residencia, no te preocupes.

- Fabio, vamos a verlo tú eres estúpido ¿no?- me salió del alma.- No voy a dejar nuestra cita por la loca de mi ex.

Pero Flavio dio dos pasos hacia atrás.

- Se acabó la quedada, Gero.

- No, no quiero.

- ¿Es que no lo entiendes? ¿Eres tonto y te gusta serlo? Somos como dos líneas paralelas. Siempre cerca pero nunca juntas. Tú y yo no podemos estar juntos, no es nuestro destino.- cada palabra que salía de su boca se me clavaba como un puñal en el corazón.- Adiós, Gerardo.

Se dio la vuelta y se fue. Quise ir tras él pero él andaba de prisa, sin querer que fueran tras él.

Y yo me quedé ahí, en medio de una calle de ambiente de Madrid solo, mientras unas chicas destrozaban una versión de Solamente Tú de Pablo Alborán.

Cuando llegué a la Residencia era casi de día, había estado dando vueltas por Madrid toda la noche. Y no paraba de pensar en Flavio. En sus putas lineas paralelas y en yo que sé. Me paré frente a su puerta y estuve llamando al menos durante una hora. Pasado ese tiempo, alguien se asomó por el pasillo.

- Se ha ido, gilipollas. Deja a la gente descansar.- me gritó.

- ¿Como que se ha ido?

- Lo vi pasar antes con una maleta.- me contestó y cerró de un portazo.

Se había ido.

Por mi culpa se había ido.

Y no volvió.

Sé que hizo los exámenes de junio. Y que se cambió a la UCAM, o eso me dijo su amigo Javi. Desde luego, no le he vuelto a ver por Madrid.

Al parecer nuestras líneas paralelas no acabaron siendo paralelas, como él decía, sino como una tangente: coincidimos una vez en la vida pero, como no salió bien, no hemos vuelto a encontrarnos.

Fin

Paralelas | FlaviardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora