Susanne

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Susanne ocultó a sus tíos que había estado en la escena del levantamiento del cadáver en la calle Styles. Fue con ellos a un lujoso restaurante llamado The Vither.

Susanne había ido a vivir con sus tíos porque sus padres habían fallecido en los bombardeos a Londres. Ellos le habían dejado una gran fortuna que Susanne desconocía, aunque esta no llenaba el vacío, la tristeza y la soledad que sentía.

Meses después, el tío de Susanne, Charlton  Ainsley Fleming, la invitó a pasar una temporada en su casa en Stratford-upon-Avon, donde vivía con su esposa Agatha Wilson. Ellos no tenían hijos, pero llegaron a amar a Susanne como si fuera su propia hija. En el pueblo, el tío de Susanne era conocido como el Doctor Fleming.

Susanne se adaptó rápidamente al pequeño y encantador pueblo de Stratford-upon-Avon, lleno de historia y lugares hermosos. Allí encontró la oportunidad de tener un nuevo comienzo. Sin embargo, desconocía que un asesino se encontraba en las sombras, con sed de venganza y dispuesto a evadir la justicia.

La vida de Susanne cambió al conocer a Alexander Nothangel Lavoy, un hombre de ventincinco años que le encantaba viajar y conocer diferentes culturas. Alexander se había quedado huérfano a los ocho años y vivió en un orfanato por dos años, antes de ser recogido por su abuelo materno. Después de la muerte de su abuelo, Alexander comenzó una vida de desenfreno que no llenaba su soledad.

Susanne y Alexander eran muy diferentes,  a veces estaban cerca el uno del otro. En el restaurante, Susanne se aburrió de la conversación trivial de sus tíos y comenzó a jugar con una servileta cuando recibió un leve empujón de su tía Agatha.


- Susanne, mira a ese chico de allí, se llama Alexander Nothanger Lavoy. Su familia es una de las más prestigiosas de la ciudad, además de ser muy apuesto y aventurero. Sería perfecto para ti, pero lamentablemente tiene novia, una chica llamada Anne Usmanov de Rusia. Tu tío es amigo del padre de Anne, el señor Vladimir Usmanov, quien es un multimillonario muy reconocido.

- Y la chica con la que viene es su prima, ¿Cómo se llama ella? - Dijo Agatha mirando a su esposo.

- Se llama Rachel - respondió Charlton, observándolos.

Alexander era un joven alto, de piel clara, ojos azules,cabello negro y rostro refinado. Entraba al lugar acompañado de una hermosa chica.

- Agatha, por favor, no le busques pretendientes comprometidos - regañó Charlton a su esposa, y luego se dirigió a su sobrina.

- Susanne, he oído que no piensas en casarte porque él es un mujeriego - asintió Charlton con la cabeza mientras la miraba con desdén.

- No es el dueño del mundo, tío. No me interesan los caballeros de esa clase - afirmó Susanne sin fijarse en quienes hablaban, mientras revisaba el menú.

Aquí está el texto mejorado:

- Te buscaremos un buen pretendiente, sobrina. Alguien que sea todo un caballero y pueda ser un buen esposo para ti. Eres una chica muy hermosa. Recuerda que ya estás en edad de casarte. Una mujer no puede permanecer soltera, está mal visto y pueden confundirte con una solterona - dijo Agatha con preocupación, y su tío Charlton añadió:

- Susanne, tú eres muy hermosa para que sigas soltera. Sin duda, tienes la estirpe de los Ainsley -- sonrió sintiéndose orgulloso, mientras la miraba atentamente.

La verdad es que Susanne odiaba que quisieran encontrarle pretendientes. De hecho, ella sentía que aún no estaba preparada para casarse y pensaba que era una gran decisión que no se debía tomar a la ligera. Quería enamorarse y casarse en un tiempo prudencial. Por más extraño que parezca, no deseaba aparentar ante la sociedad. Solo quería vivir su vida sin depender de alguien más.

¿Y quién podría imaginar que detrás de esa imagen escueta se ocultaba un hombre con las más perversas intenciones?

En poco tiempo, Alexander entró a un motel con quien decían que era su prima. Rápidamente, se registró para después entrar a una habitación.

Las habitaciones se veían sucias y destilaban un mal olor, sin contar el hedor putrefacto que salía de las tuberías del baño. A lo lejos se podían observar manchas de color café en el inodoro y el lavamanos. Se escuchó la voz de Rachel que le hablaba a Alexander.

- ¿Cuándo dejarás de traerme a lugares como estos, Alexander? - mencionó con fastidio al ver aquel lugar.

--Prefiero mil veces traerte a estos lugares a que Nana descubra la verdad. Mira que se ha mantenido bien esta mentira, ni siquiera Anne sospecha que no eres mi prima. - dijo complacido.

---Hemos sabido jugar el papel, primito - sonrió pícaramente la chica.

Al menos aquí siempre seré un desconocido, ¿quién creería que Alexander Nothangel visita estos lugares? - dijo con ironía.


Sin embargo, a él no le interesaba ese sitio, ya que Alexander solo quería satisfacer sus deseos. Observó a la chica de pies a cabeza, analizando cada parte de su cuerpo. La deseaba como una bestia a su presa, esbozó una sonrisa falsa mientras se acercaba a ella y la besaba con avidez. Finalmente, la empujó contra la pared. En ese momento, la chica ya se había desabrochado la camisa , dejando a la vista sus pechos firmes. No dejaba de jadear y pedir más.

Sin duda alguna, a Alexander le encantaba llevar a ese tipo de mujeres a lugares como ese. Sabía muy bien que eran mujeres de baja clase social, fáciles de impresionar, mujeres que se dejaban hacer todo lo que él quisiera. Así, no sentía ningún tipo de remordimiento. Eran mujeres que no tenían un gran apellido, que no cuidaban su honra o simplemente no la tenían.

Alexander no conocía el amor, no porque no lo hubieran amado, sino simplemente porque a él no le interesaba amar ni sentir algún sentimiento . Disfrutaba de los placeres que su dinero podía comprar. Solo le interesaba complacer sus caprichos.

Al salir del restaurante, los tíos de Susanne esperaban un carruaje para que los llevará a su casa.

- Susanne, nos gustaría que nos acompañaras a la fiesta que dará esta noche mi mejor amigo, Bradley Clayton. Asistirán muchos jóvenes de tu edad, sería bueno que ampliaras tu círculo social. Además, nuestras amistades forman parte de lo mejor de Stratford-upon-Avon. Quizás encuentres una buena pareja. - agregó entusiasmado su tío . Luego, sacó de su abrigo una pipa y la preparó para fumar.

- Tío, me encantaría poder acompañarlos.- respondió Susanne con una sonrisa en los labios.

Ella quería conocer jóvenes de su edad, compartir sus mismas inquietudes y ganas impetuosas de vivir.
Por fin abordaron el medio de transporte.
Susanne sonreía de emoción al pensar en la fiesta desde la muerte de sus padres que había fallecido hace seis meses ella no de animaba a ir a una fiesta.

Oscuros Placeres Secretos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora