Problemas

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Alexander tomaba un sorbo de su trago.
mientras la chica no paraba de insinuarsele.
uno de sus amigos miro a Susanne y le chiflo.

-- No todos los días nos visita una mujer tan hermosa.-- mencionó aquel tipo que la codiciaba con la mirada.

-- ¿Que te pasa? John se té subieron los tragos.de ¿Qué hablas?.-- gruño Alexander luego de inhalar de su cigarrillo.

--¡mira! que mujer tan fina.
y que labios más hermosos tiene.
Una belleza así no vemos todos los días.-- sonrió el sujeto mientras la señalaba.

Alexander sonrió al escucharlo e hizo gesto burlón por lo que había dicho. pero su semblante cambió cuando miró quién era la famosa chica antes mencionada.

Inmediatamente al ver a Susanne puso expresión sería al instante.

--¿Que pasa? ¡Cariño! ¿te sucede algo?.-- reclamó la chica que se le había acercaba para besarlo. Alexander en un arrebató la empujó.
y enseguida se dirigió donde Susanne se encontraba.
Se metió entre el caballero que estaba hablando con ella.

Susanne entonces lo vió de manera indiferente.

-----¿Espero no ser inoportuno? Pero George, puedes retirarte.
Conozco muy bien a la señorita.
Te aseguro que yo puedo ayudarla en lo que necesite. ¡Gracias por tu atención! --- dijo Alexander con pasividad en su rostro, tratando de controlarse.

--- Alexander, no me pienso ir. Me encuentro muy bien con la señorita Ansley.
Estoy teniendo una conversación muy amena, ¿no es así, Susanne? ---- insistió George, haciendo una leve sonrisa.

--- ¡Alexander! Puede retirarse. Estoy muy bien con el señor Harrison ---- contestó Susanne en tono seco, pero Alexander, al escuchar la respuesta, inmediatamente agarró del cuello a George.

-- ¡Te lo diré una vez más! ¡Lárgate! -- gritó Alexander luego de verlo despectivamente.
Susanne se levantó e hizo cara de asombro por el comportamiento tan primitivo de él y lo miró con desprecio.

-- Sin duda, es mucha mujer para ti, Nothangel -- aclaró George, luego de sacudirse sus hombros.

Alexander se sentó en la silla de madera rústica y miró a todos que tenían su mirada puesta en lo acontecido.
Y eso hizo que se enfadara aún más.

-- ¡Mary! Sirve tragos a todos. Corre a cuenta mía y me traes uno doble a mí. ---- en respuesta, todos comenzaron a aplaudir.
Después, siguieron con sus asuntos y la mirada de Alexander cayó en Susanne.

--- ¿Qué pretende, viniendo hasta acá? Detesto que me fiscalicen. ¡Haga el favor de retirarse ya! --- suspiró.

-- ¿Y quién dijo que vine por usted, Alexander? -- respondió alzando una de sus cejas.

En ese instante iba pasando otro amigo de él, y al verla hizo un silbido e inmediatamente Alexander lo vio con una mirada fulminante.
El tipo mejor se marchó.

En eso llegó la mesera con el trago de Alexander y le sonrió coquetamente. Es de imaginarse que fue una ex-amante.

Susanne, la interrumpí en el acto.

-- ¡Disculpe, joven! Me trae un whisky doble -- dijo con voz áspera y puso los chelines en la mesa.

La mujer le lanzó una mirada de odio.
Y luego se fue.

-- ¿Qué pretendes? Está equivocada conmigo si piensas que, como niño regañado, me iré contigo. --- contestó con toda ligereza después de tomarse el trago por completo.

-- ¿Cree usted que seguirá en libertinaje y yo simplemente lloraré y sufriré por usted encerrada en las cuatro paredes de mi habitación? Pues se equivoca. -- sonrió.

Llegó la mesera con el trago de Susanne y rápidamente ella tomó el trago de un sorbo haciéndolo sin arrugar la cara.
Alexander la veía furioso y en ese instante no se contuvo más, la agarró del brazo y la sacó del bar a la fuerza.
Luego entró de nuevo al lugar azotando la puerta.

Después de dos horas, Susanne se encontraba en la casa.
Se había quedado dormida. Ese trago le había dado un terrible dolor de cabeza, todo por no estar acostumbrada a tomar.
Simplemente lo tomó para desafiar a Alexander en su territorio y en ese instante entró él, y le agarró del brazo.
Susanne se asustó mucho, no lo había visto así antes.

— ¿Cómo se te pudo ocurrir ir a buscarme ahí? Ese lugar es muy peligroso. Además, me has puesto en ridículo. ¡He sido el hazmerreír gracias a ti! — exclamó Alexander y  Susanne, se soltó de su agarre.

— Odié que esos tipos te faltaran el respeto. Sé cómo te miraban y escuché todo lo que te decían. Pero escúchame bien, Susanne Marie Ansley Rickardeys. Tú eres mía, solo mía. Espero que nunca se te olvide y que nunca te atrevas a engañarme — gritó Alexander, contrariado, viéndola con furia.

— Alexander, no soy un objeto ni de su propiedad, así que no me salga con eso — exclamó Susanne, seriamente.

Después de eso, Alexander volvió en sí y se relajó.

— ¡Mil disculpas, Susanne! No sé qué me sucedió. Solo le pido que no vuelva a visitar esos lugares. No son sitios para una dama como tú. Además, si vuelves, recuerda qué clase de gente se puede encontrar ahí y yo no podré defenderte ante tanto mal viviente — Luego, salió rápidamente de la habitación, y Susanne se quedó pensando en lo que había sucedido.

Alexander bajó las escaleras y agarró una botella de licor del bar.
Tomó un vaso de vidrio y se sirvió rápidamente.
Caminó de un lado a otro, meditaba lo que le había dicho.

¿Qué me pasa con ella? No soy así, estoy  sintiendo lo que no debo.
Estaba bien antes de conocerla.
Ahora tengo estas estúpidas dudas y antes de que suceda enamorarme, prefiero matar ese sentimiento. Apretó fuertemente el vaso y lo quebró en su mano.
Cuando se dio cuenta, tenía muchos pedazos de cristal incrustados e hizo un leve quejido.

En ese momento llego Susanne y se fijó como sangraba.


-- ¿Qué le sucedió? -- preguntó asustada mientras veía la sangre caer al suelo.

--- No se alarme. Esto no es nada.
Ustedes las mujeres siempre exageran. Fue un accidente, nada más, uno sin importancia.---- se quejó del dolor y ya no pudo hacerse el fuerte.

Ella se acercó y poco a poco quitó los vidrios de su mano.
Como pudo, Susanne se arrancó un poco de tela de su vestido y lo usó para detener la sangre.
Después hizo un vendaje en su mano.

--- ¡Gracias, Susanne, pero no se hubiera molestado! Solo le hubiera llamado a mi Nana y ella hubiera traído el botiquín.
Tampoco es que fuera de vida o muerte -- exclamó quedándose en el dolor.

--- No se preocupe.
Así tuve la oportunidad de poner en práctica lo que me enseñaron en la academia --- ellos se vieron a los ojos.
Alexander, con su otra mano, acarició la cara de Susanne.
La miró dulcemente y la besó con una pasión infinita.

En ese momento, entró Nana con una charola de té y tosió un poco para disimular su intromisión.

—Bueno, Alexander, ¡por Dios! Deja que respire —dijo Nana.

Alexander hizo una expresión que lo habían agarrado in fraganti y dio una sonrisa al sentirse descubierto, y a Susanne se le habían puesto rojas sus mejillas.

---Nana... Llegaste en el momento oportuno.
Si no hubieras venido, te juro que me hubiera raptado a Susanne y la hubiese hecho mi rehén en mi cuarto.--- hizo una pausa mientras se limpiaba con su otra mano los labios que tenía manchados con su labial.

---Alexander.
Espero que la lleves al altar y de mi cuenta corre que los mantendré en estricta vigilancia mientras ese día llegue--- asevero.

---No se preocupe, no sucederá nada.
Yo también sabré respetar.--- contestó apenada Susanne.
Después se fue a su cuarto y él miró serio a su Nana.

Oscuros Placeres Secretos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora