Compromiso Oficial

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-- ¿Ves? Nana, lo que conseguiste.
La incomodaste con tu actitud de superioridad moral. ¿Por qué es malo que viva Susanne conmigo y por qué no podíamos tener relaciones antes de casarnos?
El matrimonio es solo un formalismo estúpido, se hace para cumplir con las expectativas de la sociedad. Pero contigo y tu fe, nada se puede discutir
--- exclamó Alexander mientras se sentaba en el sofá.

-- ¡No blasfemes, Alexander! ¡Te lo prohíbo! -- gritó Nana y prosiguió el regaño.

Si no fuera por Dios, estarías en la calle sin rumbo fijo. ¿Quién sabe qué te habría pasado?
Comprendo que si Susanne y tú fuéran de clase baja, estos asuntos no importarían, pero ambos son de clase adinerada.
Me imagino que los parientes de ella querrán que la desposen.
Ya es suficiente, Alexander, que ustedes sean el tema de conversación en el pueblo.
Desde que la trajiste a vivir aquí, dicen que es tu amante y su honor está en el suelo.
La gente asegura que entre los dos planearon la muerte de Anne y harán todo lo posible para reabrir el caso y encarcelarnos -- dijo ella furiosa mientras le servía una taza de té.

-- Ella no es ninguna mujerzuela, y no tenemos nada que ver con la desafortunada situación de Anne -- afirmó Alexander arrugando su frente .

-- Tú la has convertido en eso.
Todo el mundo sabe del romance entre ustedes dos -- dijo Nana seriamente.

-- No importa lo que haga, nunca quedaré bien ante la gente.
Aunque si me caso con ella, será por razones diferentes -- dije con determinación mientras tomaba un sorbo de té.

--- ¿Acaso Susanne está embarazada? -- preguntó con temor Nana poniendo cara de aflicción.
Alexander escupió el té, sorprendido por la pregunta de ella.

--- Nana... parece que no me conoces, ¿tú de verdad crees que por un hijo me casaría? Bien sabes ¡que no! Y puesto que me estás confesando, te diré con toda confianza y naturalidad que solo una vez hemos estado juntos y no quedó embarazada. Así que, tranquila, que un nieto no tendrás pronto. ---- sonrió divertido.

--- Pues a mí me encantaría que tuvieras un hijo.
Así dejarías esa vida que tienes. ¿O acaso nunca has pensado en tener hijos?
Alexander un hijo de ustedes dos saldría hermoso.
Yo apostaría que sería tu vivo retrato. --- enunció con mucha emoción.

-- ¿Yo tener hijos? No lo creo, yo no quisiera que corriera con mi misma suerte. Además, no creo que sería buen padre.
¡

Ay! Nana, en las cosas que me haces pensar.
Bueno, tengo que hacer una llamada. Conversamos después -- se levantó del sillón y tomó el teléfono.


Nana se fue y llegó Rachel.

---Ahora todo lo que haces gira en torno a esa muchachita que te está pasando, no ves cómo has cambiado, Alexander.--- reprochó ella mientras lo miraba fijamente.

---Rachel, yo no he cambiado, te equivocas, sigo siendo el mismo. --- respondió el ofendido.

---Pruébamelo si es así.--- Sonrió Rachel haciendo una sonrisa de seducción y se acercó a Alexander.
Él se levantó,  agarró con sus manos la cara de Rachel, sonrió y la besó apasionadamente.
Después se marchó de la sala y ella quedó feliz, haciendo gesto triunfador.

Al día siguiente, en la mañana, Susanne se despertó, como de costumbre, muy temprano. Dio un gran bostezo y se restregó los ojos. Se fijó en que estaba puesto en la mesita de noche el periódico, junto con una nota que estaba encima. Inmediatamente, la leyó detenidamente, no pudo evitar sonreír al saber que quien le había escrito esa carta era el mismísimo Alexander, y al leer la carta se imaginó la voz de él.

¡Buenos días, Susanne! Te dejo el diario para que lo leas y encuentres algo muy importante en él.
Espero que sea de tu agrado.

Sin más preámbulo, comenzó a hojear el periódico hasta que llegó a la página de sociales y se sorprendió al leer con letras grandes un anuncio. Susanne lo leía en voz alta:

A pocos días para que se realice la boda Nothangel Richardays.
La feliz pareja ya está en los últimos toques que engalanarán su unión matrimonial.
Susanne hizo un gesto de incredulidad que engalanaba esa sonrisa de satisfacción al saber que ella sería la esposa de Alexander Nothangel Lavoy.

Mientras sus tíos estaban desayunando en silencio absoluto, hasta que su tía Agatha interrumpió el incómodo momento, gritando de felicidad. Charlston la vio extrañado.

-- ¡Mira, Charlston! Lee el periódico, querido.
¡Qué felicidad! -- gritó Agatha euforia.

-- Anda, mujer, lee y no me dejes en total suspenso, que odio eso -- murmuró mientras tomaba un sorbo de su taza de té.

Anunciamos con bombos y platillos el enlace matrimonial del señor Alexander Nothangel Lavoy con la señorita Susanne Marie Aisley Richardays. Cabe recordar que ella es miembro de una de las mejores familias de Londres. Alexander Nothangel Lavoy es uno de los más acaudalados de la zona.

--- ¡Por fin! Ese tipejo cumplirá su palabra, la llevará al altar como Dios manda. -- sonrió Charlton muy emocionado.

-- Te dije que Alexander siente amor por Susanne. Declinó casarse con Anne, lo hizo porque ya estaba enamorado de Susanne. -- respondió Agatha muy ilusionada.

-- Debo aceptar que por primera vez, ese truhán está haciendo las cosas como deben ser. -- refutó mientras le arrebataba el periódico a su esposa para leer la misma noticia.

En otra parte de Stanford for Avon, Daniel estaba desayunando mientras leía en el periódico la noticia del matrimonio de Susanne.

Mi Susanne... no puede casarse.
No con él...  -- lanzó todas sus cosas al suelo.
De tanto ruido que hizo, llegó su padre.

-- Bueno, Daniel ¿Qué te sucede? -- exclamó extrañado.

-- ¿Cómo pudiste aceptar el dinero del idiota de Alexander? ¿Por qué lo hiciste, papá? ¿Por qué publicaste su boda? ¿No entiendes? Me restriegan su felicidad, esa que es a costa de la mía. -- gritó indignado tragando saliva y cerró su puño.

-- ¡cálmate! Daniel. Entiende hijo que negocios son negócios. y si esa muchacha, quiere estar con Alexander tu no puedes hacer nada. ---

A Daniel le importó muy poco su explicación salió a toda prisa.

Susanne, luego de leer la noticia, fue a bañarse y después se arregló para bajar a desayunar. Mientras bajaba las escaleras, vio a Nana y a Daniel.

Él entraba con cierta arrogancia, mirando todo el lugar. Luego, se fijó en ella y levantó su voz.

-- No puedo creer que tenga esa absurda idea de casarse con Alexander. ¿Acaso no se da cuenta de cómo es él en realidad? ¡Es un asesino, por el amor de Dios! -- gritó histérico Daniel.

-- No se ha dado cuenta todavía, Daniel, que 8 él. Efectivamente me casaré con Alexander -- respondió Susanne con voz firme.

-- ¡No se case! Está en un error.
Usted está en grave peligro y no quiero que le suceda nada malo. Por favor, aléjese de él. Susanne, yo aún la amo -- suplicó Daniel con tristeza en su semblante.

En ese momento, se escuchó la voz de Alexander, que también bajaba las escaleras. Él se detuvo en el escalón donde estaba Susanne y tomó su mano.

Oscuros Placeres Secretos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora