confusión

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El día siguiente, en la mañana, Susanne fue a despedir a Daniel, que partía rumbo a Liverpool.

--Ya verás que este tiempo pasará muy rápido, estoy seguro. -- dijo con optimismo Daniel.

--Sí, ya me puse de acuerdo con mi tía Agatha. Ella me ayudará con los preparativos de la boda. -- sonrió con ilusión Susanne.

En ese momento se escuchó el silbido del tren y Daniel le dio un beso cálido.

--Susanne, se me olvidaba decirte. Vendrá un amigo de la infancia mañana. Como me voy, tú tendrás que atenderlo, parece que piensa quedarse a vivir aquí. --

--Pero, ¿a qué hora? -- preguntó ella mientras se tocaba su cabello.

--A las cuatro de la tarde te enviaré un telegrama para preguntar cómo va todo. -- dijo él, mientras se había quedado en la puerta del tren y este comenzaba a moverse.

--Susanne, te amo. -- gritó Daniel, y Susanne le tiró un beso con su mano y lo miro hasta que se perdió de su vista.

Mientras en otro tren rumbo a Stanford upon Avon se encontraba Alexander, que se había cansado de divertirse en Londres y regresaba a su casa.
Alexander miró vacío un asiento y puso su maleta en el portaequipajes y finalmente se sentó.
Pasaron unos minutos y otra persona se sentó al lado de él.
Alexander miró quién se había sentado a su lado y la persona lo reconoció de inmediato.

--Alexander Nothangel Lavoy, eres tú. -- sonrió.

--¡Qué casualidad, Andrew Michell! Tenía tiempo sin verte. -- respondió Alexander, que corrió a estrechar su mano.

--Ha pasado mucho tiempo, y dime, ¿a dónde te diriges? -- interrogó Alexander.

--- Daniel me invitó a su boda.-- respondió Andrew.

--- con que iba enserio lo que me dijo hace un mes. Quién diría que se va a casar.-- sonrió Alexander

---Por lo que me comentó es una buena chica la conoces--- preguntó Demián.

---hace poco vine de mi viaje y no he conocido a esa chica misteriosa que le robo el razón a Daniel.-- bromeo Alexander.

--- no has cambiado nada sin duda.-- sonrió Andréw.

--Donde te hospedaras te ofrezco mi casa.--- dijo Alexander.

--- la verdad yo solo dejaré mi equipaje salgo de nuevo solo vine a dejarle los anillos de boda que  encargó Daniel en mi joyería.-- Andrew saco la cajita y le mostró los anillos.

---ese Daniel no está escatimado en gastos si está enamorado.--- sonrió con gesto burlón Alexander.

--quede de verlo a las cuatro de la tarde.-- agregó Andrew.

Estuvo el trayecto tranquilo y al llegar a la estación de Stanford upon Avon.
Se bajaron todos lo pasajeros afuera estaba Susanne que esperaba al amigo de Daniel.

--bueno Andrew me avisas si decides quedarte en mi casa.-- dijo Alexander estrechando su mano.

Después puso su maleta en el suelo y Andrew le di una abrazo en ese momento estaban las dos maletas idénticas en el piso.
Alexander agarro la maleta y Andrew se quedó recogiendo sus cosas.

Aquí está una versión mejorada del texto romántico:

Mientras bajaba a la estación Alexander, notó que ésta se encontraba abarrotada de gente, haciendo casi imposible caminar. Decidió alejarse un poco de la multitud.

Entonces, una joven mujer se acercó a él. Alexander sonrió al verla; era una mujer preciosa, con un cabello rubio oscuro y unos labios gruesos pintados de rojo. La observó detenidamente y la reconoció como la misma chica con la que había tenido aquel momento bochornoso en el baño durante la fiesta de Demián.

Susanne lo miró y le sonrió.

—Hola, soy Susanne Marie Ansley Richcardey, y tú eres...? —dijo, estrechando su mano. Alexander la miró de pies a cabeza, fascinado.

—Yo soy...—comenzó a decir, pero Susanne no lo dejó terminar. Miró su maleta y leyó el nombre escrito en ella.

—¡Y tú eres Andrew Michell, el amigo de Daniel! Llevo horas buscándote.—agregó Susanne, tomando la maleta.

—¿Qué? ¿No puede ser!—exclamó Alexander, dándose cuenta del malentendido.

—¿Sucede algo?—preguntó Susanne, y fue entonces cuando Alexander comprendió la situación.

—Desde hace rato te he estado buscando, y ya es tarde. Vámonos ya—ordenó ella, jalándolo del brazo hasta que lograron escapar de aquel caos.

Luego, Susanne detuvo un carruaje y ambos subieron a él. Alexander miró de reojo a Susanne, observando detenidamente sus finas facciones y sus gestos. Ella lo miró, visiblemente contenta.

—Te quedarás en mi casa, supongo que Daniel me recomendó que te trate muy bien—dijo Susanne.

—No, no te preocupes, me quedaré con Alexander. ¿Lo conoces?—preguntó Alexander con curiosidad.

—¿Puedes creerlo? Hasta ahora ni siquiera me lo han presentado. Según tengo entendido, es todo un caso—agregó Susanne, mirando por la ventana. Alexander sonrió.

—Seguramente es una mala influencia para Daniel—comentó Alexander.

—Eso dicen—respondió Susanne, y ambos se miraron.

Finalmente, Alexander le dio instrucciones al cochero y lo dejó en su casa.

—Bueno, señorita Rickcardey, ha sido un placer—se despidió alegremente.

—Mañana estarás ocupado, me gustaría que me acompañaras a hacer unos asuntos de la boda. Mi mejor amiga no está en la ciudad, y como no conoces, así podrías conocer el pueblo—dijo Susanne, sonriendo.

Alexander la miró y le respondió con una sonrisa seductora.

—Está bien, Susanne. Pasa por mí.

Oscuros Placeres Secretos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora