Oscuros Placeres Secretos

Trampa

---Deténgase, por favor. He cambiado de opinión y me bajaré aquí con esta bella dama.---dijo mientras abría la puerta del carruaje. Luego miró a la mujer y le extendió la mano en señal de reverencia.

---¿Quiere acompañarme? Pasaremos un momento de tranquilidad. No se preocupe por el lobo, ya que si se comiera a Caperucita, acabaría con su atractivo y sería aburrido continuar -- musitó con una sonrisa encantadora en sus labios.
Susanne asintió con la cabeza y tomó su mano. Luego, Alexander pagó al cochero.

Susanne miró a su alrededor y se dio cuenta de que estaban en el Canal Basin de Stratford-Upon-Avon, un lugar hermoso y muy pacífico. Estaba maravillada por aquel lugar y él notó su asombro.

---Este lugar es muy hermoso. Sin duda, cuando era niño solía venir aquí y me perdía durante horas. Es un lugar que muchas veces hace que uno olvide todo lo demás. Definitivamente, sigue siendo perfecto para mí. ---respondió él, mientras dirigía su mirada hacia los jardines risueños.

En el canal se encontraban barcos estrechos amarrados en la cuenca, haciendo parada, y otros permanentemente amarrados. También había sitios que ofrecían u una selección de mercancías, desde helados hasta pinturas al óleo. Incluso había un barco de canal muy especial que ofrecía cenas mientras se transportaba suavemente río arriba. Se dice que es una experiencia culinaria notable, perfecta para celebrar una ocasión especial.

---¿Quiere que caminemos o va a hacer que gaste mi dinero en alguna tontería?que Para ustedes, las mujeres son hermosas, y para nosotros, los hombres resultan siendo una total cursilería. -- exclamó mientras observaba el paisaje. Luego, inclinó su cabeza hacia ella.

--- ¡No se preocupe! No busco a alguien que gaste dinero en mí. con enseñarme el lugar será más que suficiente --- agregó complacida mientras tocaba un mechón de su cabello.

Mientras Humphrey se encontraba a lo lejos y miraba a Susanne conversar con Alexander, suspiró en un instante y luego bajó la mirada al verla sonreír con él.

Humphrey recogió una hoja del suelo y no podía creer que una joven de apenas veintiun años pudiera trastornarlo tanto. Las conversaciones diarias con Daniel sobre ella lo habían hecho conocerla de cierta manera era consciente de que era demasiado mayor para ella, ya que le llevaba doce años.

Además, era obvio que el objeto de su afecto era ese chico con cara bonita.
Ella estaba deslumbrada por Alexander. Humphrey pensaba que ella nunca se fijaría en alguien tan mayor.
Él la miró de nuevo, pero esta vez mostraba una melancolía en su semblante.
Aquellas palabras retumbaron en sus oídos una y otra vez en su cabeza.
Humphrey finalmente tiró la hoja al suelo y se fue.

Mientras Susanne y Alexander seguían conversando, en ese momento Alexander le preguntó:

--De casualidad, ¿usted no es una de esas locas que dicen horrores de nosotros los hombres? Aquellas que afirman que sería mejor extinguirnos de la faz de la tierra, las mismas que pasaron una decepción o cuyo príncipe azul no les dio la talla, pero que igual necesitan de nosotros. -- Sonrió con total ironía mientras la veía de reojo.

--Si fuera una de esas chicas y quisiera hacerle daño, lo dejaría amarrado en una calle con un rótulo que dijera "se lo merecía" -- respondió sonriendo. Sin saberlo, pasaron por el sitio donde había estado Humphrey. Susanne recogió del suelo la misma hoja que él había tirado y comenzó a jugar con ella entre sus manos.

--Si  me secuestrara, con toda sinceridad, le juro que me encantaría que fuera de una manera muy diferente. Se lo aseguro. -- mencionó con una mirada picarona.

---Dígame, ¿usted conoce al tal Alexander Nothangel Lavoy? --- preguntó Susanne con un gesto de desaprobación en el rostro.

---Sí, lamentablemente lo conozco. ¿Por qué la pregunta? --- respondió él con una sonrisa divertida.