Capítulo 2

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Bianca en multimedia

Bianca:

Permanezco callada mientras nos traen los alimentos y los colocan de forma ordenada sobre la mesa, es demasiada comida para un par de bocas.

—Desconozco tus gustos.—Habla el.—Así que pedí que preparan de todo un poco, come.

Solo cojo los cubiertos.

—No tengo apetito.

—Oblígate a tenerlos.—Me ordena.—Detesto comer solo.

¿Ha sido eso una confesión?

Me sirvo la ensalada, eso es todo y me llevo un poco a la boca.

—¿Por qué cenamos así?

Enseguida comprende mis palabras.—Prefiero comer elegante.

—¿Es un fetiche tuyo?

Él se detiene.

—No estas comiendo nada.

—De pronto se me fue el apetito.

—¿Debo hacer que te lo tragues?

¿Qué?

Él se pone de pie y camina hacia mí, se para justo a mi lado y mis ojos suben y regresan a su rostro.

—Come.

—Primero quiero hablar con mi padre.

—Hablaras con el cuándo yo lo decida, no antes.—Me dice.—Tu no me das ordenes, Bianca, yo las doy.

—Y yo no voy a seguir ninguna.

Dejo los cubiertos y me niego a comer, mi actitud lo vuelve furioso.

—Por última vez, quiero entregarte completa a tu padre, así que comienza a comer.—Me ordena.

No me muevo y observo inquieta su actitud.

—¿Qué.. ha..

Coge mi cubierto, lo llena de risotto y lo pone delante de mi boca.

—Ábrela.

Este tipo está enfermo.

Me alza la voz.—Abre la jodi..

—¡Señor!.—Un hombre ingresa al comedor, esta agitado como si hubiera corrido una maratón.—¡Señor, tenemos un problema!

El suelta el cubierto frente a mí con frustración, con un golpe que me sobresalta el cuerpo.

—Espero que tengas buenos motivos.—Dice y pone los ojos en ese sujeto enseguida.—Sabes que odio que me interrumpan.

El hombre se vuelve pálido.—Si, lo son.

Se acerca a él y solo escucho unos susurros.

—Mierda.. solo has lo que te ordeno.

—Pero Alessandro.. Si no lo..

—Hazlo o te meteré una bala en el cráneo.

En ocasiones mi secuestrador se gira hacia mí para verme y yo aparto la mirada y en una de esas, pongo los ojos en la puerta.

La ha dejado abierta.

La puerta.

El corazón se me acelera y paso la mirada de ese hombre a la puerta, de la puerta a ese hombre, mi corazón está a punto de salirse y sin detenerme, tomo el tenedor, me levanto despacio al no notar a nadie más dentro del comedor y corro hacia la puerta, un tipo me intercepta al final y le clavo el tenedor en el cuello, logro quitármelo de encima y aun cuando no giro, escucho a ese hombre decir "Déjenla"

El corazón me palpita muy rápido mientras corro con desesperación, la casa es enorme. parece un castillo, pero no me quedo quiera hasta encontrar una salida, voy por los pasillos, llego a un patio y logro ver la salida detrás de las rejas que rodean la casa, no pienso en que haré cuando llegue ahí, solo corro estando expuesta frente a todos en el enorme patio.

Corro y de pronto ya no estoy corriendo.

Un dolor profundo me recorre el muslo, caigo al suelo boca abajo y el dolor que sentía al inicio comienza a crecer, me muerdo el labio hasta sentir el sabor metálico, levanto la mirada y veo detrás, justo en la parte adolorida.

Mis ojos se abren mucho.

El suelo está manchado de sangre, mi sangre, justo en mi muslo.

Me ha...

Escucho pasos y levanto la mirada.

Ese hombre está ahí.

Alessandro..

Acaba de dispararme en el muslo, me ha disparado.











(*)













Uno de sus hombres me lleva a la habitación en brazos y el va detrás de nosotros, me echan sobre la cama, mi sangre termina por manchar las sabana y estoy segura que incluso ha sobrepasado el colchón.

Ya no solo duele, quema.

Quema y es insoportable, ni siquiera puedo mover el pie, siento toda esa extremidad entumecida y me tiembla.

Alessandro está parado cerca de la puerta observándome como me quejo del dolor, no hace nada, solo disfruta del escenario aunque tenga una expresión seria en el rostro.

Un hombre de bata blanca aparece a los minutos mientras las que deben ser sus mujeres de servicio intentaban ayudarme con la herida, ese hombre se presenta ante Alessandro y se acerca a mí y parece que era el único motivo por el cual permanecía aquí, porque cuando él llega, el ya no se queda en la habitación.

Es un médico.

Me ha traído un médico.

No puedo hablar y si pudiera le diría un par de cosas que se merece.

El sigue sin decir nada, mantiene su expresión seria y me da la espalda y lo único que veo antes de perder el conocimiento es como sale sin preocupaciones de la habitación.









Por Tres Meses (#2 Hijos de la Mafia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora