Capítulo 12

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Bianca:

Permanezco debajo de la ducha por más de 40 minutos o así lo siento, limpiando el rastro de sangre de ese hombre en mi cuerpo, igual que la sangre trasparente que siento en mis manos al haber apretado el gatillo.

Es inútil, salgo de la ducha y me cubro con la toalla, a los dos segundos la puerta se abre.

Alessandro tiene el rostro pálido y yo no quiero ni verlo.

—¿Por qué demorabas tanto?

Me da igual su tono preocupado, paso de largo y cuando me detiene, solo aparto su mano provocando que quede pasmado, lo miro a los ojos largos segundos y salgo del baño, voy hacia la habitación que comparto con él y busco algo de ropa.

El ingresa enseguida y sin molestarme, me visto en frente de él, tengo su mirada todo el tiempo pero ya me da igual.

Termino de colocarme las bragas, una camisa larga y me detengo para pedírselo.

—Quiero volver a mi habitación.

Sus ojos se abren.

—Si es posible quiero pasar el resto del mes y medio que me queda dentro de esa habitación. —Aparto la mirada. —No me importara estar encerrada, puedo soportarlo.

—¿Puedes soportarlo?. —Dice con fastidio.

Subo la mirada a sus ojos.

Alessandro aprieta la mandíbula. —Dices que prefieres pasar lo que queda en esa habitación a compartir cama conmigo.

—Sí, eso estoy diciendo.

Sus ojos me ven y yo aparto la mirada.

—No resisto estar cerca de ti.

El ambiente se vuelve tenso.

—Te lo dije, Bianca, no estoy aquí para cumplir tus caprichos.

Mis manos se cierran en puños. —Solo te estoy pidiendo que me regreses a mi habitación... ¿Ese era el plan al inicio, no? No le veo el problema.

—Eso fue antes de que te me ofrecieras. —Me suelta. —Ahora eres mi mujer.

—¿Tu mujer? ¿Disculpa?

—Hasta que yo lo decida, hasta que se cumplan los noventa días.

—Estas demente.

Ignorando sus palabras, termino de vestirme y saco la ropa que "Es mía" aunque todo es suyo, pero no voy a andar de orgullosa y por ende desnuda, así que me la llevo.

—¿Qué mierda hacer?

No le respondo.

—Te pregunte que haces.

Se acerca a mí y forcejea conmigo, la ropa cae al suelo y termina por arrinconarme contra la cama, su cuerpo pesado sobre el mío.

—¿Qué mierda crees que haces? Todo por...

—Porque me obligaste a asesinar a alguien.

Sus ojos me observan.

—Nunca antes había apretado un gatillo en frente de alguien y tu... tú me obligaste a hacerlo.

—Siempre hay una primera vez para todo.

—También mataste a un hombre frente a mí, toda su sangre cayó sobre mí, lo hiciste sin importarte como reaccionara.

—¿Acaso a ti te importo como me sentí después de que te largaras?

Mi corazón se acelera

—¿Tienes alguna idea, Bianca?

No le respondo, estoy muy sorprendida por esa confesión.

—No te hagas la victima conmigo.

—¿Por qué no?. —Le pregunto. —Lo he sido desde que me subiste al avión y me trajiste a Campania

Lo observo tragar con dureza.

En un susurro, digo.—Aun huele.

—¿Qué?

—Mi cuerpo aun huele a su sangre. —Pronuncio. —Lo siento por todas partes y a ti ni siquiera te importa.

—¿Por qué debería importarte.?

Mis ojos se llenan de lágrimas.

—Solo era alguien que cumplía su trabajo, podía tener familia y... esos hombres, uno suplicaba por su hija.

Las lágrimas se caen por mis mejillas y en esta posición se resbalan de costado.

—No te importo que tuviera familia. —Pronuncio. —¿Cómo te sentirías tu si te hicieran eso?

—Es por eso que no tengo familia.

—¿Qué?

—Regla número 1 de aquellos que se dedican a esta vida: No involucrar sentimientos, ni familiares, ni mucho menos. —Su mirada baja a mis labios y regresa a mis ojos. —Ni enamorarse.

—¿Así que por eso no sientes nada al asesinar?

Él se tensa. —No conocías a ninguno de esos hombres, no sabes lo que hicieron.

—Pero si ya me lo dijiste.. Te traicionaron ¿No?

El me observa furioso.

—¿Y eso valía que le quitaran el padre a una niña inocente?

—Sí, lo valía.

Sin dudas, una respuestas sin dudas.

—Y te equivocas, tu cuerpo no huele a sangre. —Siento su tacto en mi abdomen. —Huele a mí y solo a mí.

—Alessandro.

Hunde su rostro en mi cuello y comienza a besarme, sus manos me acarician por encima de la ropa, justo en los pechos, aprieta mis pezones y juega con ellos, mis ojos se cierran.

—Basta..

Baja los dedos y los mete dentro de mis bragas, me acaricia sin control.

—Ya basta, basta..

—Tu eres mía, Bianca.. —Pronuncia sin detener sus besos. —Tu cuerpo solo huele a mí.

—¡No quiero!. —Le grito. —¡Deja de tocarme!

Pataleo y en esas lo empujo, me sujeta de las muñecas.

—¡Me das asco! . —Le grito en la cara. —¡Solo me provocas asco!

Él se detiene y veo algo en sus ojos, solo por un instante, entonces me suelta, trato de alejarme, pero me sostiene de la cintura y me cuelga en su hombro, se agacha a recoger la ropa que bote y sale de la habitación llevándome consigo.

Mis gritos llaman la atención de todas las personas de servicio en la mansión y mis pies vuelven a tocar el suelo cuando estoy dentro de mi primera habitación.

Me deja y tira la ropa que logro traer consigo al suelo, bajo la mirada y al subirla me encuentro con sus ojos furiosos.

—¿Querías pasar el último mes y medio encerrada? Tendrás eso.

Aprieto los labios.

—No vas a salir de aquí a menos que yo lo ordene. —Me dice. —A partir de ahora esta habitación será el único lugar para ti... ¿Estas feliz?

Me trago el nudo en mi garganta..—Lo estoy.

Con la misma mirada furiosa, sale de la habitación y antes de oír sus pasos alejarse, escucho como le pone seguro a la puerta.

Igual que mi primer día aquí.

Por Tres Meses (#2 Hijos de la Mafia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora