Capítulo 40

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Último Capítulo:

—¡Papá!. —Le grito.

Los ojos de mi papá se abren, corro hacia él y me arrodillo junto a la silla donde lo tiene atado, intento desatarlo con mis manos temblorosas y mis manos van a su rostro cuando veo la sangre caer en mi piel, le cojo el rostro, otra vez mi corazón latiendo muy rápido.

—Pero que te paso.. —Sollozo. —¿El.. Él te hizo esto?

—Bianca..

—Voy a desatarte, lo haré.

Trato de no pensar en su rostro lastimado y comienzo a desatarlo, lo logro con éxito después de varios minutos, de lastimarme las manos.

Papá se levanta y me abraza, comienzo a llorar sobre su pecho.

El me coge el rostro.

—¿Estas bien?

Me muerdo el labio y asiento con la cabeza.

—Hija..

Comienzo a llorar y el me vuelve a abrazar, escucho pasos detrás de mí y la puerta se abre, es Christiano Romano, él pone los ojos en nosotros luego en la silla y las cuerdas que desate y están en el suelo.

—Señor..—Le indica un hombre detrás de él, coge su arma y me tenso.

Christiano sonríe.

—Está bien, solo añadamos la pieza que faltaba en la fiesta.

Papá me abraza.

Ordena a sus hombres ir por nosotros, me separan de mi padre.

—¡Bianca!

—¡Papá! No.. ¡Suéltame!

—¡Suelta a mi hija! ¡Maldita sea, Christiano, no toquen a mi hija!.—El grito de papá es desgarrador.—¡Suéltenla!

Lo golpean, lo tiran al suelo y comienzan a patearlo.

—¡No, no por favor!.—Grito.—¡No lo lastimen, ya basta!¡Ya basta!

Lo siguen golpeando, dios mío.

Toda la ira se acumula dentro de mí, me deshago del agarre de los hombres de Christiano y me planto frente a él.

—¡Diles que se detengan!

No me miran.

—¡Que dejen de golpearlo!.—Le grito .—¡Diles que paren, Christiano!

Finalmente sus ojos me observan, el levanta la mano y esos hombre se detienen, corro hacia mi padre y le doy la vuelta, las lágrimas caen por mis mejillas al ver el estado en el que se encuentra.

—Papá..

Con sus manos llenas de sangre me coge el rostro, lo atraigo hacia mí y lo abrazo, pero solo dura un corto tiempo porque Christiano ordena que nos separen y esta vez, nos llevan a los dos al primer piso.

Me llevo las manos a la boca al ver a Alessandro, esta golpeado, su rostro esta con sangre y hay mucha en el suelo.

—No... Ya basta.—Sollozo.—Te dije que iría.

—Eso no es suficiente para mí, Bianca.

Da la orden y sientan a papá en una silla, lo amarran con las manos hacia atrás y Christiano se acerca a mí, me rodea y me coge del cabello, tira de mí, Alessandro gruñe y papá intenta soltarse.

—Únete a ellos.

Me arroja contra el suelo y sus hombres me sostienen del brazo, me hacen sentarme sobre una silla y me amarran a ella con las manos por detrás.

Por Tres Meses (#2 Hijos de la Mafia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora