Capítulo 8

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Bianca:

Esta vez sí ceno con él y me refiero a que, si como de lo que sirven, es increíble que me perdiera todos estos platillos la primera noche, pero en esta ocasión si disfruto de ellos igual que el vino.

—¿Cómo te has portado mientras estuve ausente?.—Me pregunta mientras corta con elegancia la carne y la lleva entre sus dientes.

Sonrio y después de masticar otro pedazo y pasarlo, le respondo.

—¿Por qué preguntas eso si has tenido a todos tus hombres custodiándome?

El no responde.

—Dijiste que no estaría confinada en mi habitación, pero lo estuve en toda la casa... ¿Cuál es la diferencia, Alessandro?

El deja los cubiertos.—Debo tomar medidas y lo sabes.

Lo miro.

—No me fio de ti, no me fio de nadie.

—Inteligente.

—Ahora come.

Lo hago, aunque suene como una orden y porque esta comida esta deliciosa.

—¿Cuándo volveré a ver a mi padre?

—Hasta que se cumplan los tres meses.

Abro los ojos.—¿Lo de hoy solo fue una vez?

—Seria lo justo.—Me responde.—Pago la mitad, deje que te viera, me da el último pago y dejo que te vayas con él.

—¿Aun si paga otra pequeña parte?

Alessandro sonríe.—Las cosas no funcionan así, il mio cuore.

—Podrían.

—No para mí, ya no insistas.

No le doy la contraria, terminamos de cenar y voy hacia mi habitación, el me acompaña unos pasos detrás de mí y entro a la habitación, me quedo dentro y comienzo a cambiarme, es ridículo que me obligue a vestir como si fuéramos a un evento importante solo para sentarnos a comer.

¿Qué sucede con este tipo de hombres y sus costumbres?

Suspiro.

Y comienzo.












(*)













Al inicio creí que debía hacer ruido para que me dejaran salir de la habitación y ya había armado mucho en mi cabeza en cuanto a mis motivos, pero lo que de verdad me sorprendió fue encontrar la puerta de mi habitación sin cerradura alguna.

Por Tres Meses (#2 Hijos de la Mafia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora