M&G

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Miré al hombre que amo en el poster de mi habitación. Sonreí y fui hacia mi tocador. Hoy conocería al amor de mi vida, y debía verme bien.
Un poco de desodorante, peinarme el cabello, y ya estaba todo listo. Tomé mi mochila y bajé corriendo con la entrada y todos los papeles en mano.

-¡Adiós mamá!
-¡Adiós, cielo! ¡Cuídate! -gritó mi mamá Pam, desde la cocina.

Subí al auto con mi padre y me ajusté el cinturón.

-¿Todo bien? -dijo él, con una enorme sonrisa.
-¡Más que bien! Muchas gracias por esto, papá. Soy feliz. -lo abracé, y cuando arrancó, me acomodé en el asiento, abrochándome el cinturón.

Era un viaje de sólo veinte minutos, pero de todas maneras se me hacía de una, dos, tres, mil horas.
Luego de esa eternidad, llegamos al estadio. Fue cosa de despedirme de mi papá y bajar corriendo del auto, luego ir hacia la entrada que decía "V.I.P.".
Todo se veía borroso mientras esperaba mi turno de entrar. Tal como el viaje, la espera se hizo eterna, hasta que finalmente fue mi turno.
Me acerqué a él con los nervios de punta, y toqué suavemente su brazo tatuado.
Cuando volteó a verme pensé que moriría. Se veía más que hermoso.
Su sonrisa me encandiló como lo hacía siempre que lo veía en los vídeos en YouTube.

-¡Hola! -dijo. Me sentí morir.
-Ho-hola... -murmuré.
-¿Cómo te llamas? -tomó mi mano y me miró a los ojos. Dios, sus hoyuelos.

Sonreí ampliamente, caí en una especie de transe del que no podía salir.
Escuché su melodiosa risa, y vi cómo meneaba la cabeza.

-Hey, ¿me oyes? -murmuró, sin dejar de sonreír.
-¿Eh? -dije.
-¿Cómo te llamas? -aún no perdía la sonrisa, ay.
-Me llamo Logan.

Kendall Schmidt sonrió con todos los dientes y pasó un brazo por mis hombros.

-Sonreí para la foto, Logan -dijo. Pero (como era de esperarse), no me contuve y lo abracé con fuerza sollozando al momento en que el flash de la cámara se reflejaba en nuestros rostros.

Cuando el fotógrafo se retiró, lo miré con una amplia sonrisa y me avisaron que en ese momento debía irme.

-¡Te amo! -dije, mientras mi padre tiraba de mi brazo y me arrastraba afuera.
-¡Te amo! -me respondió, mientras recibía a una pequeña de al menos ocho años, que tenía una pequeña camiseta con sus iniciales.

Sin dudas, ese había sido el día más feliz de mi vida.

@WooHooDM

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