Oh my angel.

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-Cielos. ¿Por qué es todo tan difícil?
Se me viene el mundo abajo. Se cae. Todo en mí ha muerto hace tiempo, cuando mi madre pasó a mejor vida.
Desde entonces mi vida ha sido un desastre, algo que no le deseo a nadie. Probé las drogas, los cigarrillos y el alcohol, pero nada me ayudó a superar mis problemas: lo hizo todo más difícil.
En mi vida todo es silencio.
Silencio.
Silencio (y un llanto histérico de vez en cuando).
Yo soy bullying por doce años, soy tres intentos de suicidio, soy olvido, soy tristeza constante. ¿Por qué no me muero de una vez? Que me pise un auto, o que me golpee un tren. Todo eso es mucho mejor que esta vida de mierda -piensa Logan Mitchell en voz alta, sentado en los columpios de un parque solitario en Minesotta.
Nadie, obviamente, le responde. Pero es en ese instante que una suave brisa le toca el rostro. Siente una caricia. Un beso en la frente.
-Maldición, estoy alucinando -susurra.
La brisa le acaricia el oído con una frase: -Te equivocas -oye.
Logan se pone de pie, asustado. Cree que hay fantasmas, espíritus, o es que alguien lo espía. Casi orinándose en los pantalones empieza a correr, hasta que tropieza y cae de cara al húmedo césped. Enfrente suyo nota un par de zapatos blancos.
-¿Estás bien? -escucha. Asiente, y se levanta.
-Wow, definitivamente estoy alucinando -dice, en cuanto ve al muchacho más hermoso que jamás había visto. Se pierde en sus orbes verdes, sin notar que alrededor de ellos dos empieza a haber una ligera bruma.
El ojiverde toma su mano y sonríe.
-Hola, me llamo Kendall -murmura-. Te ves algo perdido. ¿Quieres que te acompañe a tu casa?
Sorprendentemente, Logan se siente muy confiado con respecto al extraño. Siente un vínculo fuerte, como si fuese química. Sonríe.
-Claro -responde, y aparta la vista del más alto.

***

En cuanto llegan a su casa, Logan decide despedirse. Pero algo lo detiene. Algo, cree que es instinto, le dice que lo deje entrar. Así lo hace, pero en cuanto cierra la puerta detrás de ellos, empieza a llorar sin control.
Kendall lo abraza con fuerza, mientras ambos toman asiento en un sofá.
Él queda en silencio, sosteniendo al pequeño muchacho entre sus brazos, que agita los hombros con cada sollozo. Lo mira y se sonríe, luego, susurra: -Ya no estás solo. Todo va a estar bien.
De repente, Logan deja de llorar. Todo se detiene, y se ve a sí mismo, de pequeño, jugando con sus coches a un lado de su madre, quien teje suéteres junto al hogar. Aquel recuerdo le trae una gran sonrisa, y es entonces cuando abre los ojos.
Despierta en su cama. En su antigua cama. Mira a su alrededor un empapelado con cohetes, cubierto con posters de The Clash y Led Zeppelin. En una esquina, una guitarra. Su guitarra. Y a su lado la antigua mesita que su abuela le había comprado cuando era un bebé. Sobre ella, un par de anotadores y cuadernos, un lapicero y un papel doblado.
No recuerda un papel doblado.
Lo toma y lo abre.
"Todo estará bien.

-K."

Baja corriendo las escaleras de madera de roble, reconociendo cada objeto a medida que pisa un nuevo escalón. Llega abajo y...
-¿Mamá?
Una mujer con el cabello recogido en una trenza gira la cabeza y le sonríe.
-Bebé, buenos días -le dice esta, con el tono más dulce de todos-. ¿Quieres desayunar?
-¡Claro! -responde él, con los ojos llenos de lágrimas, y en cuanto su madre se pone de pie, la abraza con todas sus fuerzas.
Extrañada, pero nunca disgustada, la mujer le corresponde.
Y en una esquina de la habitación, donde está el perchero, ve en el suelo unos zapatos blancos, reconociéndolos al instante. Sonríe.
Kendall también sonríe desde su lugar, y desaparece con un haz de luz.
-Todo va a estar bien -susurra Logan, y nunca estuvo más en lo cierto.

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@WooHooDM

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