Héroe.

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A la salida de aquella fiesta no había mucho que hacer, sino sólo caminar una cuadra oscura donde creo que más de seis personas habían sido asesinadas por un teléfono celular o por dinero. Antes de llegar a la esquina, escuché quejidos y golpes.
Corrí hacia el lugar sin pensarlo dos veces, no sé por qué. Cuando estuve allí, vi a un grupo de tipos altos y robustos golpeando a un chico. Este era bajito y delgado, y de tantos golpes ya no tenía cómo responder a los puñetazos salvajes de los enormes chicos.
Me acerqué y me arrojé sobre el más grande de todos. Mediría dos metros y su peso doblaría el mío.
Me pegó con fuerza en el rostro. Una y otra vez, sentía el impacto de su puño contra mí, y todo se volvía negro. Pero, aunque el miedo de morir molido a golpes me llenó la mente por un segundo y el tipo me había levantado como si fuera una pluma, mientras estaba prácticamente a treinta centímetros del suelo, llegué a golpearlo con fuerza en la mandíbula. Llegué a escuchar un crujido y un ruido metálico, y luego caí al piso, golpeándome la cabeza. Eso más tarde fue un horrendo chichón.
Vi a mi derecha una navaja. Débilmente la tomé y miré a cada uno de los locos que seguían golpeando al pequeño muchacho con brutalidad. Enterré la cuchilla en la pantorrilla de cada uno.
Los tres cayeron al suelo con un alarido de dolor, y el chico que hasta ahora había sido tan maltratado, yacía lleno de moretones y cortes.
Como pude lo tomé en brazos y caminé hasta la casa de la que había salido anteriormente a pedir ayuda. Noté que el castaño entre mis brazos abría los ojos y lo miré directo a estos, que eran marrones y bonitos. Sonreí.
-¿Todo bien? -pregunté.
-Si... Si por bien te refieres a que casi muero, sí, estoy muy bien. -respondió él, esbozando una sonrisa torcida.
Solté una sonora carcajada.
-Vaya.
-Hey -lo escuché murmurar.
-¿Hum?
-Muchas gracias por salvarme. ¿Cómo te lo puedo pagar?
Volví a reír.
-¿Con un beso?
Me miró incrédulo por dos segundos.
-Oh, no. No haré eso, ¡te conozco hace menos de un minuto y ya me pides que te bese! Ve despacio, vaquero. No soy ningún prostituto.
Sin poder parar de reír por lo que acababa de decir, dije:
-¿Al menos podrías decir esa típica frase que dicen las chicas en las películas después de que el protagonista las salva?
Me miró, sonriendo nuevamente. Esa sonrisa ya me parecía maravillosa.
-Primero bájame.
Y eso hice. Luego, rodeándome el cuello con los brazos, exclamó:
-¡Mi héroe! -y me besó.
Me separé inmediatamente.
-¿No era que no ibas a besarme porque me conocías hacía menos de un minuto?
-Callate, ahora te conozco hace dos.
Y así volvió a juntar sus labios con los míos.

@WooHooDM

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