Misterio.

227 24 0
                                    

Era una noche fría en Minnesota. Mi mamá y mi hermana dormían sobre el sofá, tapadas con una frazada, frente a la estufa.
Yo estaba en mi habitación, como siempre. Aburrido, decidí salir a caminar.
El parque parecía de terror cuando llegué allí. De no ser por algunos faroles de luz blanca, estaría completamente oscuro. No me habría sorprendido que apareciera una de esas fantasmas de película de terror.
Me senté en una de las bancas de madera. Mi trasero se congeló al instante y solté un horrible juramento. En serio, no quieren saber qué dije entonces.
-Wow, qué boca sucia -escuché detrás mío. Mi corazón se saltó alrededor de veinticinco latidos, y me levanté al instante; debido a mi torpeza nata, caí al suelo dándome la cara contra el césped.
Una mano pálida se estiró hacia mí, y vi dos piernas delgadas cubiertas por unos jeans negros. Me tranquilicé cuando noté que era otro ser humano. Tomé la mano y me puse de pie.
Por un segundo pensé que el golpe me había dejado alucinando: un hermoso rostro apareció ante mis ojos. No pude evitar sonrojarme ante la hermosa sonrisa coronada por un par de hermosos hoyuelos y alegres ojos marrones que me miraban fijamente.
Sonreí.
-Hola -dije.
-Hey -murmuró el muchacho más bajito.
Fuimos a sentarnos de nuevo a la banca-congela-traseros. Esta vez él fue quien susurró un "mierda".
-Qué boca sucia -lo imité. Él soltó una carcajada y me miró fijamente.
-¿Por qué estás aquí? -preguntó-. Son las doce de la noche, es peligroso caminar por acá a esta hora, ¡ayer asaltaron a una chica! Eran dos, y ambos llevaban armas. No le hicieron daño, sólo le pidieron el teléfono celular, pero ella volvió a casa muy asustada.
Reí.
-Cielos. Bueno, eh... Vine aquí porque estaba aburrido, es todo. Además sé por dónde ir para que no me lastimen -lo rodeé con un brazo y le guiñé un ojo-. Si quieres, puedes acompañarme.
El castaño se sonrojó y quitó mi brazo de sus hombros.
-Por favor, hombre. Ni siquiera sé cómo te llam-
-Kendall -dije-. Kendall Donald Knight.
-Oh, vaya. Bueno, Kendall. ¿No crees que deberíamos ir a casa?
Asentí. -Vamos.

Llegamos a mi casa.
El chico me contó que vivía a unas cuantas calles de mí, y que su cumpleaños era el 5 de Octubre. Me dijo todo sobre él... Menos su nombre.
Cuando estuve a punto de preguntarle cómo se llamaba, se despidió y besó mi mejilla.
-Te veo pronto -dijo. Y se alejó caminando hasta que lo perdí cuando dio la vuelta en una esquina.
Volví al parque la noche siguiente, queriendo pasar lo mismo que la vez anterior. Pura felicidad.
Pero jamás volví a verlo.

@WooHooDM

FANFICS CORTOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora