Tell me what you see.

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-Vamos, Kendall. Ven a conocer a tu compañero.
La vida de Kendall Knight no era fácil. Después de que los médicos le informaran -con mucho tacto- que tenía varios tumores en el área del torso, y que no podrían hacer nada para salvarlo, todo se le vino abajo.
Había perdido toda esperanza, todas las ganas de vivir. Lo único que pensaba era en su muerte, y había apagado sus sentimientos, se había encerrado en sí mismo, y el muchacho alegre, que amaba cantar y tenía un sueño de triunfar en la música desapareció, dejando a un chico gruñón y terco.
Debido a su pésimo estado de salud, Kendall fue llevado al hospital de su ciudad, y cuando le dijeron que debía compartir habitación con alguien de su misma edad, no se sintió muy feliz (para no decir que arrojó su taza de café a su madre, y que gritó hasta quedarse disfónico).
En cuanto entró, lo primero que hizo fue mirar a un muchacho, que estaba sentado mirando a la nada.
Su madre se despidió con un beso en la frente, y una enfermera susurró algo. Un nombre.
-Logan -dijo, sonriendo dulcemente-. Saluda a tu compañero. Se llama Kendall.
Él vio cómo el chico volteaba hacia ella, pero no miraba a ninguno de los dos, tenía la mirada perdida.
-¡Hola! -exclamó-. ¿Cómo estás?
Por primera vez en meses, Kendall sonrió.
-Muy bien. Bah, no tan bien, pero en lo que a mí respecta... Sí, bien, creo. ¿Y tú?
Logan sonrió ampliamente.
-Ciego -respondió.
Kendall se sentó en la cama frente a él, y le tocó la mano, para hacerle notar que allí estaba.
El más bajito hizo una leve mueca y se acomodó como pudo.
-Me sentaría a tu lado, pero me falta media pierna, así que no puedo moverme hasta que la herida haya cicatrizado.
La enfermera, que seguía allí, volvió a sonreír, viendo cómo ambos adolescentes se relacionaban perfectamente. Satisfecha, se retiró.
Mientras tanto, Kendall miró a su compañero con una expresión de confusión.
-¿No estás aquí por tu ceguera?
-Yo nací ciego, estoy aquí por un pequeño osteosarcoma.
Kendall arqueó las cejas. -Pequeño, pero te quitó la mitad de tu pierna.
-Eso es cierto, mi querido compañero -respondió el castaño, sonriendo.
La mañana siguiente, Logan le preguntó a Kendall qué había afuera.
-Es un día hermoso -dijo-. Hay hermosas flores, y el pasto está más verde que nunca. El Sol brilla, no hay una sola nube en el cielo.
-Debe ser muy bonito el no ver pura oscuridad -murmuró Logan, al borde de las lágrimas-. Todo eso que mencionaste debe ser hermoso.
-Yo voy a ser tus ojos -respondió él.
Y así lo hizo.
***
Los días pasaron, y se convirtieron en semanas, que se volvieron meses.
Eventualmente, Kendall estaba cada vez peor. Ya no podía pararse solo, vomitaba todo lo que comía, e incluso arrastraba las palabras cuando hablaba, por las grandes cantidades de sedantes que utilizaban para calmarle el dolor.
Una noche, Logan se pasó a la cama de Kendall, y lo abrazó con fuerza. Este último se quejó, porque estando tan débil sentía dolor en todas partes, pero se dejó envolver por los pequeños brazos de su ahora amigo.
-Te quiero -murmuró Logan, al borde de las lágrimas-. Te quiero mucho.
-Yo... También te quiero... Logie... -dijo el rubio, esbozando un intento de sonrisa que Logan jamás vería.
-Extrañaré a mis ojos... -susurró.
-Extrañaré al amor de mi vida -respondió el otro.
Y así se quedaron, abrazados, durante el resto de la noche.

Eran las doce del mediodía del 15 de marzo de 2013 cuando Kendall Donald Knight falleció mientras dormía, luego de una corta -pero espantosa- batalla contra la enfermedad que se lleva a tantos.
Aquella mañana, Logan le había preguntado cómo estaba el día.
Su amado respondió: -El Sol brilla... Como una joya... Y pare... -respiró profundo- parece primavera... Aun... Aunque estemos en o...toño.
Fue la última sonrisa que logró sacarle a Logan, antes de dormirse.
Ese día, en cuanto se llevaron el cuerpo de su amigo, el pequeño se sentó frente a la ventana.
-¿Hay alguien ahí? -preguntó.
-Aquí estoy, Logan. Suzanne, tu enfermera -respondió la mujer que había llevado a Kendall hasta allí hacían varios meses-. ¿Qué necesitas?
-¿Qué ves a través de la ventana?
-Nada, pequeño. Sólo veo un paredón.
Logan sonrió.
-Gracias, Suzie -dijo, y se recostó.
Soñó con la voz de Kendall, con su risa y con sus caricias. Y aún hoy día jura que esa noche sintió que alguien lo abrazaba, y acariciaba su cabello con los dedos.

@WooHooDM

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