Eyes of green.

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Duele.
Duele mucho.
Volteo hacia la ventana lentamente, no hay nada que ver, las persianas están bajas, y los postigones cerrados.
Cierro los ojos. ¿Ya voy a morir? ¿Es mi hora? Eso me dijeron esta mañana. Cielo santo, no me quiero morir. No todavía.
La puerta se abre lentamente, sin embargo no miro en esa dirección.
-Logan.
Me giro inmediatamente al reconocer una voz extremadamente familiar. Sonrío, perdiéndome en un par de ojos verdes.
-¡Kendall!
Él se sienta a mi lado, y me besa. Me besa con amor, me besa con ternura, con dolor, con anhelo. Y duele aún más.
Porque sé que tiene esperanzas de que yo sobreviva, sin embargo, no es así. Ya soy un caso perdido.
"Beneath the blue skies
we run to the sea
we dance with the waves
they take us away."
Vuelvo a cerrar mis ojos. Recuerdo aquella tarde donde salimos ambos a caminar por la orilla del mar. Recordando aquel momento, en que sentí la arena entre mis dedos, y pensé que lo nuestro sería infinito. Que duraría para siempre.
Me equivoqué tanto...

Pasan los segundos. Los minutos. Las horas. Los días. Kendall sigue sentado a mi lado. Jamás se fue.
No va a bañarse, pero está siempre limpio. No se cambia de ropa, pero esta siempre huele bien.
Me canta al oído, me susurra poemas y melodías. Besa mi sien, acaricia mi cabello. Me hace sentir vivo, aunque me esté muriendo.

Es de día.
Brilla el Sol, y su calidez invade mi habitación. Pero no la siento.
Todo se vuelve oscuro. Kendall ya no está, pero mi madre y mi padre lloran a un costado, mi hermanita sostiene mi mano derecha y le da un beso.
-Te quiero -susurra, sollozando.
Apenas llego a sonreír, y es cuando mi corazón se detiene.
En ese momento veo a Kendall. Tiene una especie de camisón blanco y largo. Abre los brazos hacia mí, yo corro a él y lo abrazo.
Me miro el cuerpo: ya no están las heridas, y tampoco los moretones.
-¿Es esto el cielo? -susurro.
-Algo así -responde Kendall, sonriéndome.
Caminamos a la nada.

Periódico "L.A. Times", 18 de agosto de 1994.

Logan Mitchell, el último de los adolescentes heridos en el accidente automovilístico del día 28 de julio fallece luego de veintiún días de agonía.
Como leyeron en ediciones pasadas, él y sus amigos John Simmons, Stella Adams y Kendall Knight volvían de un viaje al estado de Oregon a las tres de la tarde de la mencionada fecha cuando un conductor en estado de ebriedad los chocó de costado, haciéndolos volcar. Tres de ellos (John, Sarah y Kendall) fallecieron en el instante. Sin embargo, Logan seguía vivo en cuanto llegó la policía, aunque tenía varias heridas muy graves. Fue trasladado al hospital inmediatamente.
El conductor que ocasionó la tragedia ha sido procesado y condenado a seis años de prisión, aunque los familiares de los adolescentes piden una sentencia más extensa.
L.A. Times los acompaña en estos momentos difíciles.

@WooHooDM

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