Untitled (again).

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Todas las secretarias que tuvo mi jefe soltaron suspiros por él alguna vez. Intentaron seducirlo, y una incluso trató de besarlo. Tristemente, a ninguna le funcionó ninguna de sus tácticas -y eso que todas eran preciosas-.
La actual está casada y tiene dos hijos. Es muy dulce conmigo, e incluso me llama "Loggie"... Tiene 65 años. Mi jefe la contrató porque estaba harto de las jóvenes que trataban de conquistarlo, y yo también lo estaba.
Aquella mañana, el teléfono en mi oficina sonó. Apreté el botón del altavoz y seguí tipeando en mi computadora mientras la dulce voz de la secretaria empezaba a escucharse.
-Loggie, pequeño, el señor Knight te necesita un momento.
Mis ojos se abrieron de par en par y levanté el auricular.
-¿Para qué, Mary? Oh... Pero, ¿justo ahora? Bien, ya voy.
Corrí al despacho del sr. Knight. Toqué la puerta sólo dos veces.
-Pase -escuché desde adentro. Entonces entré con sigilo, y miré a mi jefe, quien me observaba detenidamente.
-Buenos días, señor... ¿Me llamaba?
-Sí, Logan. Toma asiento.
Con el corazón en la boca, me acerqué al sillón de cuero frente al escritorio del hombre que me volvía loco. En un pequeño cartel de plástico se encontraba el nombre "Kendall D. Knight" escrito en letras doradas. Tomé asiento, y volví la vista al rubio, que seguía mirándome.
-¿Y bien? -pregunté nervioso.
-Si es lo que piensas, no, no pienso despedirte. Sólo quiero hablar contigo sobre cierto tema que me tiene completamente distraído estos últimos días.
Asentí lentamente. -De acuerdo. ¿Qué ocurre?
-Ponte de pie -dijo serio. Obedecí de manera inmediata.
El hombre apoyó sus manos en mis hombros y me atrajo así, luego me besó. Sentí que me derretía como mantequilla. El beso era lento y suave, pero también tenía un toque de lascivia. Nos separamos jadeando y lo miré, conmocionado.
-Pero qué... Señor... Yo...
-Calla. Logan, me vuelves loco. Cada segundo que paso dentro de este maldito edificio es una tortura si no estoy cerca tuyo. Sólo quiero verte a ti, no a las mujeres de las juntas o a las de afuera, sólo a ti. Tú eres la razón por la que aún no me he vuelto loco -dijo, y tomó aire. Volvió a pegarme a él y enterró su nariz en mi cabello-. Logan Mitchell, no tienes idea de lo mucho que te amo.
Lo rodeé con mis brazos y lo estreché con fuerza hasta que no quedaron más centímetros entre nosotros.
-También te amo.
Nos quedamos así largo rato, en silencio. No era necesario decir nada ya.
¿Quién diría que había despedido a todas esas hermosas chicas por el hecho de quererme a mí?

Aquello fue lo mejor que me pasó en la vida, y ahora, dos años después, casado con quien entonces era mi jefe, agradezco que mi hermano me haya obligado a enviar mi currículum a aquella empresa.

@WooHooDM

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