Él antes que yo.

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Nunca fui de pensar mucho en mí mismo. Siempre antepuse a los demás.
Por ejemplo, este es mi caso con mi amigo Kendall.
Cuando entramos a los boy scouts, a los siete años (donde nos conocimos), recorríamos el bosque junto a nuestro guía, y, por quedarnos a observar un par de ardillas peleando, nos perdimos.
Tardaron dos días en encontrarnos, y entre esos dos días me quedé en vela toda la noche para proteger a Kendall y calmarlo cuando despertaba asustado.
Claro que nos reprendieron cuando llegaron al lugar por apartarnos del grupo y nos quitaron una insignia.

También en secundaria.
Kendall no hizo un trabajo bastante largo que el maestro Jones nos había enviado antes de las vacaciones de Navidad, y yo entregué el mío con su nombre para que no lo amonestaran.
Al ser yo el mejor estudiante nada más y nada menos que en toda la escuela, me advirtieron que no volviera a fallar así, y es todo.

Cuando a los 16 reconocí que era gay, Kendall fue el primero en enterarse.
Claro que no le dije que él era quien me gustaba, porque eso habría sido arruinar por completo nuestra amistad. A él le encantaban las chicas y aún le encantan, es más, tiene novia, y es una genial actriz y una gran persona.
Y aunque me duele muchísimo no poder tenerlo sólo para mí, me alegra que él sea feliz. ¿Saben? En mi mente siempre tuve una sola frase en la mente cada vez que nos metíamos en problemas: "él antes que yo".
Porque es verdad.
Siempre preferí su felicidad antes que la mía.
Él ama a su novia y ella a él. La vez pasada me dijo que iba a proponerle matrimonio luego de tres años de noviazgo.
Yo le sonreí y lo felicité.
No voy a hacer nada para evitar que se case. Él antes que yo.
Porque lo amo.
Y como dice aquel refrán: si amas algo, déjalo ir. Voy a dejarlo ir. Voy a dejarlo ser feliz, porque es lo que yo quiero.

CRÉDITOS a mi amiga Carolina por la idea 

@WooHooDM

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