Kendall Knight, de dieciséis años, es un chico completamente normal. Juega videojuegos, le gustan las películas de acción y practica deportes. Incluso se dedica a la música.
Pero no tiene una vida normal en realidad.
¿Padres? Sí. Una madre con miedo, y un padre que la golpea sin cesar.
¿Amigos? Ni uno. Sólo habla de vez en cuando con su vecino de al lado.
¿Felicidad? Jamás.Aquella noche, su padre había vuelto a emborracharse y golpear a su madre y a él. Luego salió a encontrarse con su amante.
Kendall aprovechó el momento en que todos dormían en su casa, y salió corriendo. Corrió hacia todos lados, sin sentido, sin rumbo, sin motivos. Las lágrimas se escurrían de sus ojos, tanto por el dolor de los moretones como por la tristeza de no poder ser feliz.
Corrió y corrió, sin parar. Sus piernas parecían correr solas; él no las sentía, no sentía el suelo. Sólo sentía el aire tocando su cabello, su chaqueta revoloteando con la fría brisa de la noche, sus heridas ardiendo.
Mas rápido. Calle abajo.
Dando vuelta en una esquina, a toda velocidad. Más y más rápido. Sin caer, sin tropezar.
Y llegó a la iglesia. Estaba cerrada, pero se refugió bajo el pequeño toldo que aquel templo poseía. Se acomodó en una esquina, haciéndose un ovillo, y en cuanto se cubrió bien, empezó a llorar.
Con ira, con histeria, con dolor, con amargura.
Tanta tristeza acumulada finalmente era expulsada en aquel llanto, que más que del pecho, salía del alma.Un muchacho que por allí pasaba lo escuchó y volteó rápidamente. En cuanto lo vio, supo quién era por el gorro gris.
-¿Kendall? -murmuró, y se acercó hasta el triste adolescente. Se sentó a su lado.
Su vecino levantó la vista, y cuando vio los golpes y los cortes supo el por qué de los gritos y las cosas rotas a las dos de la mañana. Vio el dolor en los ojos hinchados de Kendall.
-Estoy harto, ¡estoy harto! -gritó él, histérico. Las lágrimas aún corrían por sus mejillas como un río.
-Lo sé -respondió Logan, y lo abrazó con fuerza.
Para su sorpresa, Kendall correspondió aquel abrazo, apoyando la cabeza en su hombro. Siguió llorando, hasta quedarse dormido.
Entonces el más bajo pudo observar mejor la belleza del chico que siempre había amado. Aún con cicatrices y cortes en el rostro, se veía bellísimo.
Cerró los ojos, recargando la cabeza de su amado en su pecho.A la mañana siguiente, el padre Wesley encontró a ambos adolescentes durmiendo abrazados, y pensó en despertarlos y gritarles que la homosexualidad era antinatural, pero, ¡qué diablos! -pensó-. Son sólo dos muchachos. ¿Qué puede hacerle al mundo una pequeña pareja feliz?
Entonces entró a la iglesia, y volvió a salir con una pequeña frazada que habían donado los caritativos vecinos. Luego cubrió a los chicos con la misma, y con una sonrisa volvió a entrar.@WooHooDM

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FANFICS CORTOS
FanfictionEstos son nuestros fanfictions Kogan. Esperamos que les gusten ♥