FANFICS CORTOS

Todos los sábados.

Cada sábado tomo mi guitarra y me dirijo al parque del hotel donde vivo.
Me siento siempre debajo del mismo árbol, y empiezo a tocar melodías al azar.
Entonces, miro al frente y el bonito chico de todos los sábados aparece caminando alegremente, luego se sienta en una de las bancas a leer. Ésta vez lee un libro sobre Einstein.
La vez pasada estaba leyendo uno de Matemáticas, de una tal Phoebe Nachee.
Señala con el dedo algunos renglones y suspira, luego mordisquea su labio y alza una ceja.
Es tan hermoso cuando hace eso. Causa que me revoloteen mariposas en el estómago.
Sigo tocando hasta que llego a la canción de todos los sábados: Edge Of Desire. Y lo veo sonreírme mientras canto. Luego noto que mientras dirige su vista de nuevo al libro, sigue la letra haciendo mímica.

Son las seis de la tarde y ya está oscureciendo; el chico se fue adentro hace media hora. Me da frío, así que dejo mi guitarra y la guardo en su estuche. La cargo con cuidado y me dirigo hacia el lobby.
Ahí está él, de nuevo. Sigue leyendo, y no parece querer apartar la vista de aquellas páginas ni aunque haya un circo delante suyo, o en su caso, un museo de ciencias naturales.
Suspiro resignándome a que nunca va a fijarse en mí, pero al hecharle un último vistazo la mirada de él se encontró con la mía.
Me sonríe otra vez, yo le guiño un ojo; se sonroja. Río, y me dirijo hasta el ascensor.
Y mientras se cierran las puertas, lo oigo decir:
-Hasta el próximo sabado, Kendall.

@WooHooDM