CAPÍTULO 12: ¿Preocupación?

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Cap 12. ¿Preocupación?

—¡Potter! —el rubio bajaba a toda velocidad en su escoba, alargando su mano hacia Harry que cada vez se encontraba más cerca del suelo. 

 Y a unos pocos metros de que el pelinegro se estampara contra el duro suelo, la mano del rubio se aferró a la de Harry, haciendole quedar colgado por esta misma. Con un poco de fuerza, logró subirse a la escoba. Harry respiraba extremadamente agitado. Hacía tiempo que no se encontraba tan cerca de la muerte, y por unos segundos creyó que ese partido sería el último momento de su vida.

 —Gracias —dijo Harry con un hilo de voz, extremadamente impresionado ante tal surrealista situación. Draco Malfoy le acababa de salvar la vida. Era algo que nunca jamás hubiera esperado, ni en sus más extraños sueños.

 —Eres un idiota —dijo el rubio en un tono molesto —¿Cómo se te ocurre balancearte en la escoba así? ¡¿Acaso planeabas suicidarte?!

 —¿Te preocupas por mi? —fue lo primero que se le pasó por la mente a Harry, sin darse cuenta de que sus mejillas habían tomado un tono rosado

 El rubio, se volteó hacia él enfadado ante la pregunta, pero al verle volvió su mirada al frente rápidamente; Harry se encontraba sonrojado, y sin darse cuenta, sus mejillas también empezaron a sonrojarse.

 —Olvídalo —ordenó el rubio intentando sonar lo más frío posible —Ahora vete a celebrar tu victoria con tus amiguitos —escupió este remarcando con cierta rabia la palabra "amiguitos".

 Entre tanta confusión, Harry se había olvidado completamente que aún tenía la snitch en su mano. Ambos chicos aterrizaron y se bajaron de la escoba del rubio, el cual abandonó rápidamente el lugar ignorando a todos los jovenes que se acercaban a él para preguntarle qué había sucedido y por qué Harry estaba en su escoba junto a él.

 —Dejadme en paz —ordenó a sus amigos que le perseguían desde que había salido del campo de quidditch, donde todos los Gryffindor gritaban y aplaudían. Ambos chicos se detuvieron y se miraron confundidos. El rubio siguió caminando sin desviar la mirada del frente, dirigiendose hasta el castillo. Al llegar, rápidamente bajó a las mazmorras.

 —Sangre pura

El joven entró a su sala común, pero se dirigió directamente a su dormitorio y se tiró en su cama. Tenía un montón de sentimientos encontrados en su interior. Se sentía enfadado, pero a la vez había algo que le hacía revolver el estómago como si tuviera cincuenta mil murciélagos en él ¿Harry se había sonrojado?

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 Todos sus compañeros celebraban alegremente mientras que algunos otros iban a restregarle por la cara su victoria a las serpientes. El pelinegro fue tomado en brazos por cuatro de sus compañeros de equipo y le hicieron volar por los aires, pero este no parecía estar tan contento como sus compañeros. Si no fuera por Malfoy, ahora mismo habría dado igual que hubiera atrapado la snitch, porque de no ser por él ahora mismo estaría muerto ¿Pero dónde se había metido? Harry volvió a la realidad e intentó ser un poco más amable con todos los de su alrededor, que le felicitaban y aplaudían. Los cuatro jovenes, que aún sostenían a Harry empezaron a dirigirse hacia el castillo junto a toda la casa de Gryffindor, para seguir allí con la fiesta que les esperaba. Al llegar a su sala común, todo eran silbidos y halagos; Ron se subió a la mesa impulsado por otra chica de Gryffindor, y por la euforia del momento se besaron. Luego de beber un poco de cerveza de mantequilla y celebrar un poco en la fiesta, Harry con la excusa de que estaba supuestamente cansado, subió a los dormitorios, que se encontraban obviamente vacíos. En su mente, lo único que retumbaba desde que había salido del campo de juego era el rubio. Sentía la gran necesidad de querer hablar con este y poderle agradecer mejor lo que había hecho por él, pero suponía que en ese momento estaba en su sala común y sería imposible entrar allí, además de que le dijo que olvidase lo que había pasado, ¿Realmente debería?

 Quedarse dormido mientras se atormentaba a si mismo con cientos de preguntas ya se estaba haciendo costumbre para el jóven pelinegro, que ahora yacía en su cama aún con su ropa de juego puesta.
    
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 Esa mañana de Septiembre, los jóvenes se despertaron sin ningún tipo de prisa, ya que era Sábado. Pero esta vez, fue Harry el que fue a despertar a su amigo.

 —¿No habíamos dicho de ir a Hogsmeade con Hermione hoy? Venga arriba —dijo el pelinegro susurrando, arrebatandole la sábana con la que su amigo se intentaba tapar para ignorarle.

 —Tu y Hermione sois iguales, os encanta despertar a la gente a las tantas de la madrugada —dijo Ron de mala gana susurrando mientras se frotaba los ojos, haciendo reir a su amigo

 —Pero si son las nueve de la mañana, como que madrugada —respondió su amigo, aún con la voz baja para evitar despertar a alguno de sus compañeros que aún dormían

 —Hoy es Sábado, y levantarse a estas horas en un fin de semana debería ser considerado crimen —afirmó el pelirrojo mientras se levantaba. Harry se contenía las ganas de reír, y meneaba la cabeza. Había que admitir que su amigo era icónico.

 Ambos chicos se ducharon por turnos, se vistieron y bajaron a la sala común, donde Hermione les esperaba

 —Buenos días ¿Habeis cogido abrigo? —pregungó esta al verles, ambos asintieron

 —Mamá sal del cuerpo de Hermione por favor —bromeó Ron haciendo un pequeño show dramático, haciendo reír a sus dos amigos

 —Hoy hará bastante frío, por eso os lo digo. No quiero que os pongais malos, que he oído que hay un virus por ahí entre los muggles y lo último que faltaría es que lo pillarais —explicó su amiga. —Ya os lo contaré luego.

 Los tres chicos se abrigaron bien, bajaron y salieron del castillo mientras charlaban. Y así, caminaron en dirección a Hogsmeade donde pasarían y disfrutarían toda la mañana.






¿𝐏𝐎𝐑 𝐐𝐔𝐄́ 𝐌𝐄 𝐎𝐃𝐈𝐀𝐒? | 𝐃𝐫𝐚𝐫𝐫𝐲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora