CAPÍTULO 36: Visiones

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Cap 36. Visiones
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  El rubio andaba hacia el gran comedor tranquilamente con una leve sonrisa dibujada en su cara, y es que esos últimos días las cosas con el chico que tenía su cabeza casi a todas horas no paraban de sorprenderle. Hacía apenas un par de días que finalmente había aceptado el hecho de que estaba enamorado de él, pero aún así, no tenía el valor de aceptarlo delante de su mejor amiga Pansy, y muchísimo menos del propio azabache. Pero de todos modos, la pequeña charla que había tenido con el moreno le había ayudado bastante en aclarar su mente, y ahora simplemente pensaba en cómo iba a volver a quedar secretamente con él, tal y como habían hecho antes de Navidad
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—¡Draco! —exclamó el chico corriendo detrás de él sacándole de sus pensamientos, para finalmente alcanzarle y empezar a caminar a su lado— Gracias por esperarme, ¿Eh? 
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—¿Y Pansy?  —preguntó al percatarse de que su amiga que no veía desde la noche anterior tampoco había bajado a almorzar
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—Millicent me ha dicho que esta durmiendo —explicó
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—Pero si son las dos y media de la tarde —bufó el chico rodando los ojos— Menuda vaga 
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—Mira quien va ahí —cortó Blaise repentinamente bajando la voz y señalando con la cabeza a los tres jóvenes entrando al gran comedor delante de ellos.
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  ‍El rubio, disimuladamente les siguió con la vista tal y como solía hacer cada vez que localizaba al pelinegro. Una vez sentado en su correspondiente mesa estratégicamente posicionado para poder ver al trío junto a su mejor amigo, se dispusieron a comer
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—Draco, no sabes disimular —murmuró el moreno mirando de reojo en la misma dirección que su amigo— Harry esta muy raro, ¿No?
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—Cállate idiota —bufó el rubio volviendo su mirada a su plato, llevándose una cucharada de sopa a la boca de mala gana. Él también lo estaba notando, y no mentiría si dijera que esa actitud no le estaba dando muy buena espina. El pelinegro no le había mirado ni siquiera una sola vez en todo lo que iba de la mañana, porque ahora todas sus miradas iban dirigidas a una chica, precisamente la que tenía a su lado
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—¿Harry y Hermione están liados? —preguntó su amigo con una mueca, que no despegaba su mirada de los chicos— No para de sonrojarse y actuar como un idiota delante de ella —agregó mientras analizaba cada movimiento de este, extremadamente concentrado— Mira mira mira, si ha apartado la mirada al notar que ella le miraba, parece un tomate.. Menudo idiota

—¡Cállate ya joder! —exclamó el rubio soltando con rabia la cuchara que tenía en su mano y levantándose de su sitio, para salir rápidamente de la sala llevándose todas las miradas de sus compañeros a su alrededor, sorprendidos por el estruendo

—¡Draco! —exclamó su amiga que se dirigía alegremente al gran comedor por el pasillo— ¿Draco? —preguntó totalmente confundida al ver pasar rápidamente a su amigo por su lado ignorándole por completo

—¿Pansy? 

—¡Blaise! ¿Se puede saber que le pasa a Draco? —preguntó la chica a su amigo que parecía ir yendo tras él

—No se, estábamos comiendo y creo que le ha sentado mal la sopa —mintió el moreno, que sabía que a su amigo lo que menos le apetecía en esos momentos era hablar con alguien

—Que carácter, me ha ignorado completamente —bufó rodando los ojos y entrando al gran comedor— ¿Me acompañas? 

—Bueno yo.. —vaciló el chico unos instantes— Bueno vale, vamos —dijo finalmente optando por dejar al chico estar solo un rato, absorbido por un fuerte sentimiento de culpa; otra vez más, había hablado de más y metido la pata.

  Una fuerte confusión se apoderaba de la mente del rubio rápidamente, que no paraba de procesar todo lo que había visto. ¿Se puede saber por qué ahora le coqueteaba a su mejor amiga delante de su propia cara? ¿Acaso ese era su plan de venganza a cambio de todo el daño que le había hecho? ¿Acaso ese era su plan desde el principio? ¿Jugar con sus sentimientos para luego joderselos y reírse en su cara?

—Que tonto he sido —murmuró el rubio intentando contener las lagrimas que poco a poco iban acumulándose en sus ojos mientras caminaba rápidamente por uno de los pasillos vacíos del castillo, sin un rumbo definido— ¿Cómo no lo pensé antes? Maldita sangre sucia.. 

 Y aunque odiaba sacar deducciones precipitadas y una pequeña voz en su interior le pedía que no se alarmara ante aquella situación, todo lo que había visto indicaba precisamente lo que él odiaba imaginar. ¿Por qué se sonrojaría por la presencia de esa chica? ¿Por qué la observaría todo el rato con esa cara? Era obvio que entre esos dos, algo había. Siguiendo ese rumbo indefinido, salió del castillo y se dirigió a las orillas del lago donde a esa hora normalmente no solía haber nadie, y menos a principios de Enero donde las temperaturas en el exterior no subían de los números negativos.

 ¿Debería hacerle caso a su sentido del razonamiento o a la pequeña voz interior que prefería pensar en que solo era el estúpido azabache bromeando e intentando molestarle? Las lágrimas finalmente bajaban por sus cálidas mejillas, y sus sollozos rompían el silencio sepulcral del lugar

—Estúpido Potter —se lamentó el rubio hundiendo su cara en sus frías manos, a la vez que un escalofrío recorría su espalda ante la diferencia de temperatura.

  Debía regresar al castillo antes de que se resfriara, o incluso peor; alguien le viera en esa situación. Así que luego de unos pocos minutos de desahogo, intentando hacerle caso a la pequeña voz en su interior se levantó de la pequeña roca en la que se encontraba, se secó las lagrimas con la manga de su túnica e intentó calmar su respiración agitada, recuperando su postura.

  ‍Con la esperanza de no encontrarse a nadie en el camino, empezó a andar silenciosamente por los pasillos menos concurridos del castillo para llegar en cuanto antes a su dormitorio, pero para su sorpresa, una visión lo cambió todo nuevamente. Aunque por algunos instantes creyera que fue solo producto de su imaginación, la sangre sucia y el azabache escabulléndose de la mano por los pasillos del castillo entre risas, era real. Así nuevamente, el nudo en la garganta y las fuertes ganas de llorar volvieron al rubio, que se había escondido detrás de una pared para no ser interceptado. A pesar de que ahora ya todo parecía estar completamente claro en la cabeza del chico y no había más vueltas que darle al asunto, el sentimiento de corroborar los hechos le pudieron y silenciosamente empezó a seguirles, aunque lo que pudiera encontrar le acabara de destrozar del todo.

  ‍Los momentos de vacilación le fueron suficientes para perderles de vista por unos instantes, pero siguiendo los pasos a la distancia, sus instintos y finalmente unas pequeñas voces provenientes de la lechucería, pudo así volver a hallar con ellos. Cuidadosamente y con el corazón latiéndole en la garganta, se asomó a la puerta de la pequeña oscura recámara, donde solo las siluetas de los jóvenes eran visibles; pero suficientemente claras para poder ver como ambas se unían en un beso.
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¿𝐏𝐎𝐑 𝐐𝐔𝐄́ 𝐌𝐄 𝐎𝐃𝐈𝐀𝐒? | 𝐃𝐫𝐚𝐫𝐫𝐲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora