Cap 42. Potty Potter
Ambos jóvenes yacían boca arriba sobre las cálidas sábanas de la cama que la sala les había proporcionado, en silencio. Sus agitadas respiraciones ya habían cesado, aunque un leve color carmín aún teñía sus caras, al igual que una tonta sonrisa.
El rubio pasó levemente sus dedos sobre su cuello. Juraría que aún podía sentir los húmedos labios del azabache recorriendo apasionadamente cada centímetro de él y dejando leves puntos de sangre sobre su blanca piel, en cambio, el azabache no podía evitar esbozar una leve sonrisa al recordar la voz del rubio disfrutando de cada uno de sus movimientos y la manera en que sus finos dedos se aferraban a su espalda en esos candentes minutos.
Aunque ambos eran inexpertos en el tema, todo había fluido casi a la perfección, como si por alguna razón hubieran estado hechos el uno para el otro. Pero nadie fuera de esas cuatro paredes imaginaría lo que había sucedido allí adentro, más que ellos dos.
—¿Repetimos? —preguntó el azabache sonriente, saliendo de su bonito estado de trance, y haciendo ahogar al rubio con su propia saliva ante la repentina pregunta
—¡Harry! —exclamó este, levantándose de la cama y mirándole incrédulo, aunque también un tanto divertido
—¡Draco! —exclamó el azabache vacilón, imitándole y soltando una risa
Aguantándose la risa, el rubio se volvió hacia el otro lado negando con la cabeza y tomó el montón de ropa que había esparcida en el suelo, para empezar a vestirse rápidamente. Aunque no lo fuese a admitir, le agradaba el hecho de que el azabache quisiera hacerlo de nuevo, y en realidad, él también hubiera accedido a otra ronda de no ser por su ego, quien le gustaba hacerse de rogar
—Oye —le llamó Harry— Tengo una idea
—Te escucho —respondió el rubio, mientras se anudaba la corbata
—¿Quieres ver algo? —preguntó sonriendo ampliamente, y empezando a vestirse también
—¿El qué? —preguntó Draco extrañado, mientras se volteaba a verle.
—Es una sorpresa —respondió este, aguantándose la risa
—¿Una sorpresa? —el rubio alzó su ceja derecha
—Una sorpresa que claramente no te puedo decir —respondió él abrochando los últimos botones de su camisa y colocándose sus zapatos— Pero primero tenemos que pasar a por abrigo o Hermione me matará
—¿Cómo? —preguntó Draco soltando una risa
—Si me resfrío se enfadará conmigo, siempre se queja de que no me abrigo lo suficiente —explicó como si nada, finalmente listo— El año pasado me resfrié y se pasó toda una semana recordándome de que era mi culpa por salir sin abrigo —agregó con una mueca, haciendo reír al rubio
Hermione era básicamente como la madre del grupo. Siempre se preocupaba por la salud y el bienestar de sus amigos, y casi siempre era ella quien les sacaba las castañas del fuego cuando se metían en problemas. No era nada nuevo para nadie saber que ella era la más sabia, responsable y madura de los tres amigos.
—Ven, vamos —dijo el azabache levantando el manto mágico una vez listos, dejando un lugar para el rubio.
Ambos chicos empezaron a caminar en silencio hacia la sala común de los leones, tal y como Harry lo había planeado.—Caput Draconis —afirmó el azabache delante del cuadro de entrada.
Al pasar este y cerrarse, finalmente se quitaron el manto de invisibilidad de encima
—Suerte que a esta hora están todos cenando —suspiró Harry doblando la capa una vez adentro de la sala común, mientras caminaba escaleras arriba hacia su habitación seguido del rubio, quien observaba todo
—Todo tan.. Gryffindor —dijo Draco con una mueca. No era su primera vez allí, pues cuando le devolvió la foto haciéndose pasar por Ron, tuvo que entrar. Pero ese día, con la prisa, no había prestado tanta atención a todo como lo podía hacer ahora
—Venga sube, que no hay nadie —le llamó Harry desde el dormitorio de los chicos, rodando los ojos
—Déjame adivinar —rió el rubio al entrar a la habitación e inspeccionarla un poco por encima— Esa es la cama de la comadreja
Harry volvió la vista hacia donde el rubio señalaba y no pudo evitar reírse. Efectivamente era la cama de su mejor amigo, y como de costumbre, no estaba hecha. Además, en su mesita de noche habían restos de envolturas de dulces de días anteriores. Fácil de adivinar a quienes le pertenecían
—Ten —dijo el azabache, pasándole una de sus chaquetas del baúl y poniéndose otra él
—¿Cómo me veo? —se preguntó el rubio con una pequeña mueca, estirando sus brazos y mirándose a si mismo
—Te ves extraño, pero te queda bien —respondió el azabache riendo, pues no era para nada común verle con ropa de notable baja calidad y poco estilo
—Hasta los harapos me quedan bien —dijo sonriendo satisfecho, pero ganándose una mirada molesta del chico— Es broma, idiota
—Harapos —bufó el azabache negando con la cabeza, riendo
—Cállate y vamos —rió el rubio saliendo de la habitación.
De nuevo, ambos jóvenes empezaron a caminar por los pasillos del castillo, cubiertos por la capa mágica.
—¿Falta mucho? —preguntó el rubio, cansado de andar agachado y tapado por los pasillos del castillo
—Es allí —señaló Harry unas pequeñas escaleras, que subían por una de las torretas— Sígueme
—¿Cómo conoces este lugar? —se extrañó el rubio mientras subían, pues claramente era una parte no utilizada del castillo
—Cuando tienes un mapa que te muestra todo el castillo y un grupo de amigos sedientos de diversión, puede sorprenderte la de cosas que descubres —rió el azabache abriendo una pequeña puerta de madera, dando a una pequeña habitación con una gran ventana al final, que daba lugar a una parte del techo de Hogwarts, parecida a una minúscula terraza, lo suficientemente amplia como para sentarse
—Que bonito —admitió el rubio desde adentro, observando las vistas hacia el lago en las que la luna se reflejaba
—Ven —dijo el azabache sonriente, saliendo por la ventana y horrorizando al rubio
—¡Potter! ¿Estas loco? —exclamó el chico tomándole firmemente por el brazo
—Cálmate —rió— Es seguro, tranquilo
—¿Cuántas veces has venido aquí? —preguntó un tanto desconfiado
—El año pasado solía venir bastante seguido cuando necesitaba aclarar mis ideas sobre.. Bueno, no importa —rió Harry, intentando convencer al rubio— Ven conmigo, enserio —pidió, extendiéndole su mano— Te prometo que no te pasará nada
—Más te vale que no, porque te juro que si me caigo tu te vienes abajo conmigo —afirmó el rubio aferrándose fuertemente del chico
—No te vas a caer, esto es más grande de lo que parece —dijo Harry tomándole por ambas manos y sentándose en el suelo, junto a él
—Bien —suspiró el rubio echando un vistazo a su alrededor, un tanto más tranquilo
—Bien —repitió el azabache, volviendo su vista al frente
—Me gusta este lugar —afirmó Draco, volviéndose hacia al ojiverde— Pero.. ¿Por qué me has traído aquí? Creí que querrías cenar lo que habías montado en la sala de los menesteres
Harry tragó saliva fuertemente. Aunque él quería esperarse un poco más a hacerlo, el rubio se le había adelantado. Era el momento de hacerlo. Su amiga le había aconsejado a esperarse al momento correcto y esta era la oportunidad perfecta. Un escalofrío recorrió su espalda al pensar en ello, y los nervios le empezaron a invadir, pero no esperó. No esperó a que estos le hicieran una mala pasada
—Draco, yo.. —intentó. Debía decirlo. Era el momento
—Tú.. —repitió el rubio, haciéndole un gesto con su mano para que siguiera
—Yo… Bueno. Aunque no lo parezca, desde que eres mi compañero de trabajo no puedo dejar de pensar en tí.. O incluso de antes, no lo sé —admitió, mientras sus mejillas empezaban a sonrojarse— Algo provocabas en mi, no podía sacarte de mi cabeza.. Me costaba concentrarme, y muchísimo más cuando te tenía a mi lado. Era una pesadilla, pensé que me estaba volviendo loco —rió nervioso— Hasta que un día, finalmente me di cuenta de lo que estaba ocurriendo. Todo finalmente pareció encajar, pero a su vez me empezó a destrozar por dentro, porque era algo que no tenía ningún final bueno; en mi mente parecía imposible el hecho de que llegara a pasar algo más. Me enamoré de tí, Draco —soltó finalmente, pero continuó— Tú me hacías feliz, aunque a la vez me jodías con tu frías palabras, me hacías muy feliz. Era una montaña rusa de sentimientos, y no sabía muy bien cómo controlarla.. Luego, una sabia amiga me ayudó a ordenar las cosas en mi cabeza, y después pasó lo que pasó. Y por primera vez tuve la ilusión de que tu sentías lo mismo por mi, y bueno.. Lo demás es historia —suspiró el azabache un tanto conmovido con los recuerdos, volviéndose hacia él
—Harry.. —el rubio le miraba con los ojos llorosos
—Draco —dijo firmemente— ¿Te gustaría salir conmigo? —preguntó el azabache finalmente, sonriendo de lado.Pero en vez de decir algo, el rubio se levantó y se sacó el anillo plateado del dedo anular, para seguidamente arrojarlo con todas sus fuerzas hacia el lago. El maldito anillo, pensó. Esa pequeña pieza que vivía recordándole las horribles palabras, acciones y amenazas de su padre. Esa pequeña pieza que representaba todo lo que detestaba. El maldito recordatorio que siempre observaba antes de “volver a ser el Draco que todos conocían”, finalmente lejos para siempre. Sonrió satisfecho; y antes de que el azabache pudiese decir nada, le tomó por ambas mejillas y le besó
—Me encantaría salir contigo, Potter —murmuró sonriente finalmente, mientras pequeñas lágrimas bajaban por sus cálidas mejillas— Y nadie, ni siquiera mi maldito padre impedirá esto —afirmó, dándole un último vistazo donde había tirado el anillo y fundiéndose en un abrazo con su azabache, quien tampoco puedo evitar llorar ante tal situación
—Te amo, hurón idiota —balbuceó secándose las lágrimas con la manga de su abrigo
—Y yo a ti, Potty Potter —agregó el rubio, abrazándole de nuevo.
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¿𝐏𝐎𝐑 𝐐𝐔𝐄́ 𝐌𝐄 𝐎𝐃𝐈𝐀𝐒? | 𝐃𝐫𝐚𝐫𝐫𝐲
Fanfiction❝¿𝐏𝐨𝐫 𝐪𝐮𝐞́ 𝐦𝐞 𝐨𝐝𝐢𝐚𝐬?❞ 𝖾𝗌 𝖺𝗅𝗀𝗈 𝗊𝗎𝖾 𝖧𝖺𝗋𝗋𝗒 𝗌𝗂𝖾𝗆𝗉𝗋𝖾 𝗁𝖺 𝗊𝗎𝖾𝗋𝗂𝖽𝗈 𝖾𝗇𝗍𝖾𝗇𝖽𝖾𝗋. 𝖯𝖾𝗋𝗈 𝖽𝗂𝖼𝖾𝗇 𝗊𝗎𝖾 𝗅𝖺𝗌 𝖺𝗉𝖺𝗋𝗂𝖾𝗇𝖼𝗂𝖺𝗌 𝖾𝗇𝗀𝖺𝗇̃𝖺𝗇, 𝗊𝗎𝖾 𝗇𝗈 𝗍𝗈𝖽𝗈 𝖾𝗌 𝗅𝗈 𝗊𝗎𝖾 𝗉𝖺𝗋𝖾𝖼𝖾; 𝗒...