CAPÍTULO 11: El partido

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Cap 11. El partido

 Esa mañana, todos los jovenes se levantaron más temprano de lo habitual, con los nervios a flor de piel.
 
 En la habitación donde los jovenes Gryffindor dormían, todo eran ánimos y risas. Harry se sentía extremadamente emocionado. Aunque era solamente un partido de quidditch como los que jugaban siempre entre casas, los jovenes esta vez tenían una gran necesidad de ganar para así poder cerrarles la boca a las serpientes que lo único que habían hecho esa última semana era recordarles que supuestamente iban a perder. Además, todos habían estado esperando ese partido desde hacía más de tres meses. Todo el equipo bajó a desayunar, siendo así animado por otros estudiantes de su misma casa, incluída su amiga Hermione.

 —Espero que los nervios no os hagan una mala pasada, chicos —dijo Hermione con una mirada de madre preocupada —Teneis que relajaros, y hacerlo igual de bien y tranquilos que lo hicisteis en el entrenamiento de ayer

 —No te preocupes Herms, estoy seguirísimo de que nos irá genial ¿Verdad Ron? —dijo Harry dándole un bocado a su manzana

 —¡Y que lo digas! Estuve practicando todo el verano y he mejorado un montón a diferencia de como jugaba antes —explicó este orgulloso mientras acababa su desayuno, esta vez un poco más ligero a lo que solía comer

 —Pues yo os estaré animando desde las gradas junto a Neville, que me ha dicho que su abuela ha tejido una gran bufanda de Gryffindor que puede ser perfectamente usada como pancarta —el comentario de la chica hizo a reir a sus dos amigos, que no podían creerse que la abuela de Neville hubiese tejido una pancarta especialmente para animarles en el partido.

 —Bueno, creo que ya es hora que nos vayamos a cambiar ¿Verdad chicos? —preguntó Harry a Ron y a los jóvenes que se sentaban al lado de este. Estos asintieron y se levantaron para dirigirse a los vestuarios. 

 —Nos vemos luego Herms ¡Deseanos suerte! —dijo Ron a su amiga mientras se fundían en un abrazo. Al despegarse de su amigo, Harry abrazó a la chica la cual le devolvió el abrazo.

—¡Nos vemos allí!

 Seguidamente, todo el equipo salió del Gran Comedor dispuesto a prepararse para el partido que empezaba en quince minutos. Los chicos tomaron su ropa de juego, y se cambiaron en el vestuario, tomaron sus escobas y finalmente salieron al campo, donde ya todos los otros estudiantes y profesores esperaban.

 Los siete jovenes salieron sobre sus escobas hacia el medio del campo al igual que su equipo rival, entre aplausos y silbidos, dónde la señora Hooch que hacía de árbitro les esperaba.
 
 —Bien, quiero un partido limpio y sin problemas, por parte de todos —dijo
cuando estuvieron ambos equipos reunidos a su alrededor. Harry miró a Malfoy, el cual le devolvió la mirada, hasta que el pitido de inicio del juego sonó del silbato de de plata de la señora Hooch.

 El pelinegro se encontraba sobrevolando el campo a la espera de ver la Snitch y cazarla, mientras observaba a sus compañeros jugar. Vio a su amigo Ron desviar a una quaffle arrojada por un Slytherin a uno de los aros, y seguidamente todos los aplausos por parte de Gryffindor. Poco después, la cazadora de su equipo arrojó la quaffle a uno de los aros del contrario, anotando así diez puntos para Gryffindor. Unos minutos después de ello, Slytherin anotó otros treinta. Y así, ambos equipos fueron anotando puntos. El marcador estaba a setenta puntos de Gryffindor y cincuenta por parte de Slytherin cuando Harry la vio.

Una pequeña cosa brillante pasó rápidamente por el rabillo de sus ojos, y sin pensarlo dos veces empezó a seguirla tan rápido como su escoba se lo permitía. Pero al igual que Harry la vio, el rubio también lo hizo. En pocos segundos, este se encontraba volando a su lado a la misma velocidad intentando atrapar a la Snitch. La pequeña bola brillante empezó a ascender y los dos chicos hicieron lo mismo; ambos estiraban su mano tanto como podían, casi alcanzandola. Harry sin pensarlo dos veces, se movió hacia la punta de su escoba para poder tomarla, pero al hacerlo y estirar todo su cuerpo hacia esta, se balanceó y empezó a caer. Su escoba no caía junto a él y tampoco tenía su varita a mano. Caía; lo único que sentía era el fuerte viento golpeando su cuerpo, y el suelo cada vez más y más cerca. Cerró los ojos esperando lo peor, pero una voz le hizo volver a abrirlos.

¿𝐏𝐎𝐑 𝐐𝐔𝐄́ 𝐌𝐄 𝐎𝐃𝐈𝐀𝐒? | 𝐃𝐫𝐚𝐫𝐫𝐲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora