CAPÍTULO 16: La herida

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Cap 16. La herida

—¡Malfoy! ¡¿Estas bien?!  —exclamó el chico mientras se arrodillaba a verle la profunda herida en el brazo, mientras este se retorcía en el suelo— Hagrid, hay que llevarle a la enfermería ya mismo

 —¡Chico malo! —regañó el gigante a Buckbeak que aún aleteaba enfadado —¡Cálmate! —ordenó este mientras le tiraba un animal a la bestia para que se alejara. Seguidamente tomó al rubio entre sus grandes manos y ordenó a todos los jovenes que se volvieran al castillo a sus respectivas salas comunes.

 —¡Me muero! —gritó Malfoy, mientras cundía el pánico— ¡Me muero! ¡Me ha matado!

—No te estás muriendo —le dijo Hagrid, que se había puesto muy pálido— Te curarán pronto en la enfermería

 —Te arrepentirás de esto—balbuceó el rubio— Tu y tu maldita gallina deforme
 
 —Harry, tu que eres su compañero de trabajo acompáñame

 Harry asintió y lo empezó a seguir en dirección al castillo a paso rápido, mientras que mucho detrás de ellos todos los otros jovenes estudiantes se quejaban andando también en la misma dirección.

 . . .

 —Está inconsciente por la pérdida de sangre, pero se pondrá bien pronto. Cuando despierte avísame —dijo la medimaga al pelinegro sentado al lado de la cama donde se encontraba Malfoy aún inconsciente. Esta se alejó y salió de la enfermería, quedandose así todo en absoluto silencio. Lo único que el joven podía oir era la profunda respiración del rubio que tenía a su lado.

 Nunca le había visto así, tan tranquilo e indefenso, con la leve luz del atardecer entrando por los ventanales iluminandole su bello y pálido rostro. Sin saber muy bien por qué, el pelinegro apartó con suavidad unos mechones rubios que tenía en su cara con sus dedos, rozando así su cálida piel. Mentiría si dijera que alguna vez había visto una piel tan suave y bonita como la del chico, y es que parecía totalmente de porcelana.

Al pasar un rato, Harry empezó a notar el frío que traspasaba los grandes ventales; ya estaba oscureciendo. Asi que instintivamente, con sumo cuidado, tomó las sabanas que cubrían al rubio solo hasta su abdomen y lo tapó hasta los hombros, cual madre protectora. Extrañamente y como si lo hubiera sentido, una pequeña sonrisa apareció en el rostro del rubio, provocandole al pelinegro nuevamente esa sensación de cientos de murcielagos aleteando en su interior, y a su vez un color rojizo en sus mejillas.

 —¿Potter? —dijo una voz ronca y cansada a su lado sorprendiendo al pelinegro

 Harry volvió su vista rápidamente hacia el rubio, que parecía que acababa de despertar en ese mismo momento

 —...¿Por qué estas aqui? —preguntó vagamente el rubio mientras hacía una mueca de dolor al intentar mover su brazo. Al pelinegro rápidamente se le cambió su expresión y lo miró fijamente

 —¿Se puede saber cómo se te ocurrió actuar así frente a un hipogrifo? Y luego soy yo el que tiene supuestamente ideas suicidas —exclamó el chico negando con su cabeza y señalandole el brazo donde tenía la herida

 —¿Te preocupas por mi? —dijo el rubio soltando una risa sorprendiendo a Harry

 —Podrías haberte desangrado Malfoy —dijo el chico suspirando. El rubio fue a responder algo, pero nada salió de su boca. Segundos después miró al pelinegro que le miraba expectante y finalmente habló

 —¿Hace cuanto que estas aquí?

 —Pues.. desde que te hemos traído.. —el rubio se sorprendió ante la respuesta del pelinegro— Y como no dejaban hacer visitas por la hora que era, pues al único que han dejado quedarse ha sido a mi. Por si te preguntabas el por qué Parkinson y los demás no estaban aquí —explicó el chico un tanto dolido al final de sus palabras y bajando la vista, ya que sabía que el rubio hubiera preferido a cualquier otra persona antes que él para que estuviera allí en esos momentos

 —Ya veo, bueno.. en verdad prefiero que ahora mismo estes tu aquí antes que Pansy —dijo el rubio vagamente sorprendiendo al pelinegro —Ya sabes como es, hora mismo la tendría ya encima mío diciendome cuanto se ha preocupado por mi y esas cosas..

Harry no sabía muy bien que decir ¿Debería tomarselo como un cumplido o era simplemente un comentario sin más? Fuera lo que fuese, no podía negar que ese comentario le alegró e hizo sonreir. Pero antes de que Harry pudiera decir algo, la puerta de la enfermería se abrió y unos fuertes sonidos de zapatos acercandose resonó en la gran habitación

 —Te he dicho que me avisaras cuando despertara —dijo la mujer acercandose un tanto molesta

 —..Yo.. —balbuceó

 —¿Cómo te encuentras, joven? —preguntó la mujer interrumpiendo al pelinegro, mientras tomaba con cuidado el brazo del joven y desenvolvía la venda que cubría la profunda herida— Tengo que curartela si no quieres tener una bonita cicatriz de por vida.

 Harry miró al rubio que se horrorizaba al ver lo grande que era su herida y volvía su mirada hacia él. El pelinegro le miró con compasión
 
 —Esto te va a doler.. —advirtió la medimaga mientras tomaba su varita y la colocaba al lado de la herida. Rápidamente y sin Harry esperarlo, el rubio tomó con su otra mano la mano del pelinegro que tenía al lado y cerró los ojos. La mujer empezó a murmurar un encatamiento por encima del brazo herido del rubio y este aguantó sus ganas de gritar apretando la mano que sujetaba.

 Harry estaba totalmente paralizado y casi ni sintió como su mano era totalmente apretada por la del rubio. Lo que si sintió fue como su cara se calentaba y los murciélagos volvían a su estómago. Volvió su mirada hacia el joven rubio, el cual cerraba fuertemente sus ojos en una mueca de dolor, y a la medimaga que hechizaba la herida de este. Ver al rubio en esa situación le hizo sentirse bastante mal, no le gustaba verle sufrir así por mucho que le hubiera hecho la vida imposible esos últimos 5 años.

 Poco a poco, el rubio fue dejando de apretar la mano y respirar agitadadamente. El joven suspiró

 —La herida aún está abierta, es demasiado profunda como para que sane en un día. Y al no haber sido hecha a causa de un hechizo, no se puede curar completamente con magia —explicó la mujer separandose del joven. Antes de salir de aquí, te voy a dar unas pociones que deberás tomar cada 6 horas, y te explicaré como curarte la herida.

 El joven asintió lentamente aún con los ojos cerrados. Harry aún estaba rojo como un tomate; no sabía si el rubio se había dado cuenta de que aún estaba sujetando su mano y no le quería soltar o simplemente ni siquiera se habia percatado de que se la había tomado en un principio, pero aunque fuese así, no le importaba; aunque sonara extraño, Harry deseaba que este no le soltara.



¿𝐏𝐎𝐑 𝐐𝐔𝐄́ 𝐌𝐄 𝐎𝐃𝐈𝐀𝐒? | 𝐃𝐫𝐚𝐫𝐫𝐲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora