CAPÍTULO 32

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Victoria Sagel

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Victoria Sagel

La noche es fría, el cielo aun no se nubla y lo único que puedo ver es la luna brillar a esta distancia desde el mirador. Ella esta ahí arriba apuntando gran parte de la costa dejando que la poca iluminación sea testigo de mis lamentos. Creo que internamente me arrepiento de mi actos, aquellos que tuve que acudir cuando era una novata sobre el baile erótico. La vida puede jugar conmigo, pero yo no podría con ella, sé que terminare peor si lo hago. No podría con más mentiras y lo que vaya a suceder mañana sería el fin de la relación con la persona que se encargo de mi. 

Debo ser realista. ¿Quién puede encargarse de una persona en un estado como el mío? He perdido mi licencia, aquello por lo que una vez jure obtener con mis habilidades como Médico Cirujano. Pero todo se termino.

Reviso mi celular al notar la nueva notificación que había aparecido en una pestañita de la pantalla. Desbloqueo el aparato para verificar de quien se trataba y solo podían ser tres personas: mi mejor amiga, Enrique o quizá mi hermano. Para mi pésima suerte, era mi Octavio.

"Mañana no podre ir a la ciudad, ¿que te parece si cenamos el fin de semana?"

Solo tenía que responder que si, pero se trataba de una cena y viendo la situacion, no iba a favorecerme en absoluto. Cenar tranquilamente cuando mi necesidad es hablar con él en privado hace que en mí haya mas tensión de lo previsto. 

"Nos vemos en la cena, avísame dónde será."

Termino de teclear y lo primero que viene a mi cabeza es su rostro decepcionado. El mismo que evite por años por si jalaba un curso. De esos en los que sacas un cinco y no sabes como presentarlo a tus padres, eso me sucedía. Solo que hay una gran diferencia, una linea que cruce cuando menos lo esperaba, la vergüenza de que yo misma obtenga ese resultado.

Ya a estas alturas la opinión de las personas no importan, solo las de él. 

Necesito descansar, tal ves el insomnio que últimamente me esta dando puede afectar mas a mi sistema y hará que mi situacion de volver a estudiar sea de lo peor. Mi cabeza podrá descansar un momento pero no para todo el tiempo, lo refuerzo con libros de literatura clásica, algo que pueda calmar mis sentidos de solo leer a Charlotte Bronte. 

Llevo el libro y la velita que estaba a mi lado para pagarla. Me encamino sobre la madera para llegar a la superficie de la arena. Un par de pasos más, unos metros más para llegar a la cabañita. Reviso el lugar y a penas veo una pareja cruzar por la vereda para movilizarse a una de las casitas. Un simple giro hizo que me detuviera con lentitud al ver un carro deportivo en las vías de estacionamiento. Parpadeo unos segundos y sigo con mi ruta, intento ignorar lo que vi porque no es verdad, no podría ser él. Con las manos ocupadas a penas me tomo el debido tiempo para abrir la cerradura de la puerta. Con los nervios que aun erizaban mi piel intento dejar mis cosas sobre la mesita. Cierro las cortinas y al par de unas zancadas llego al baño para lavarme el rostro. 

JÚRAME OLVIDARME| Pasiones secretas N°3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora