CAPÍTULO 46

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Después de la grandiosa noche llena de homenajes y aplausos dentro del salón principal de la mansión; llevaba la cabeza un poco ajetreada de conocer a tantas personas a solo una semana de irme a la Isla en Brasil

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Después de la grandiosa noche llena de homenajes y aplausos dentro del salón principal de la mansión; llevaba la cabeza un poco ajetreada de conocer a tantas personas a solo una semana de irme a la Isla en Brasil. Pero tengo mis razones y aunque cualquiera las vea invalidas, para mí son cruciales entender que mi proyecto de vida se había resumida en peleas y entrenamiento; sin embargo, no dejaría de lado mis hábitos de lectura sobre la medicina. Aún mantenía la táctica manera de retener la información que había aprendido por muchos años en la universidad.

A estas horas de la noche, la cena era muy prudente para ese tipo de conversaciones tranquilas y aspirante a terminar con una reflexión, pero lo que escuchaba más en la mesa eran temas exorbitantes de grupos clandestinos. No guardo cierto disgusto, pero por alguna razón, esto de ser hija de una mafiosa no me está llevando a un buen camino porque no quiero correr el riesgo de aparecer muerta algún día. Sé que significa llevar la vanguardia, lo que conlleva tener la vida en constante riesgo: es una tortura.

—Precisamente, creo que los Koslov no se opondrían a la nueva regla. Cualquiera que ingrese a nuestro territorio debe mantenerse alejado. Debemos mantener la guardia todos los días, eso sí, pero no podemos permitir amenazas que pongan en riesgo nuestras vidas. Ya no. He tratado de ser muy comprensibles con los favores de los europeos, pero existe un límite.

—No solo son los ingleses, abuelo, son los italianos quienes se mantienen cerca. Los Dominici, estuvieron por el Golfo, según me dijeron que había venido solo por visita. De todas formas debemos estar pendientes.—entra a la conversación una de mis primas, precisamente la de cabellos rizados y de piel morena: Naisha.

—Mi primera nieta, tendrá el valor de controlar cada metro de la India. El poder de los Laghari aún se mantiene.

—Sí, pero se extinguirá el apellido muy pronto padre.—mi tío habla.

—Puedo opinar...—intervengo por primera vez, de hecho todos recién voltean a verme; a excepción de Aryan que estaba al frente mío tratando de mantener una conversación un poco carismática antes de interponerme en la discusión.

—Claro que sí, para eso es la cena.—aclara mi abuela.

—Es la primera vez que estoy aquí presente con todos ustedes, excepto por un par de personas, y me he dado cuenta que más parece importarles el apellido vigente que la sangre y la historia que recorre en el país y en la boca de muchos hombres que alguna vez han sido callados. Mi abuelo tiene razón, nadie me lo dijo, pero debo suponer que siendo la mayor y la primera nieta, debo tomar ciertas cartas en el asunto. No puedo tomar todas, sé a lo que podría enfrentarme y preferiría hacerlo paso a paso para que nadie salga lastimado. Incluso a los que no son Laghari.—paso a mirar a Aryan quien no dejaba de soltar una mirada por mi lado.

JÚRAME OLVIDARME| Pasiones secretas N°3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora