CAPÍTULO 37

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Vadim Sokolov

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Vadim Sokolov

Paso al siguiente almacén y lo veo a él, a Alexander Bélanger. No solo esta irritado por la conducta de su padre sino por la situación a la que se tenía que enfrentar. Mantiene la cabeza al frente, no esquiva ni la mirada por un segundo. Su actitud lo puede ayudar por un momento, pero no lo salvara de salir de aquí con vida.

—Ya escuchaste a tu padre. Tú me dirás todo, absolutamente todo.

—¿Qué te hace creer que te diré todo? —alzo la mirada a la cámara para que quitaran el audio del anterior almacén donde se encontraba su padre, para que ese sujeto no escuchara nada de lo que su hijo iba a decirme.—. Tu acento es ruso y sé perfectamente con quien hablo, quítate la máscara ahora.

—Será más fácil ver tu rostro pidiendo piedad y lamentos. —tiro el pasamontaña al suelo, subo las mangas de mi camisa para volver al mismo rol.

—Quieres que te diga la verdad, antes necesito realizar una llamada; no pediré ayuda, de hecho, quiero que darle un mensaje a ella, a Victoria para que no se preocupe de mí. Ella y yo tenemos un encuentro pendiente. —alza la ceja con cierto aire prepotente.

—No hay llamada, no hay forma.

—No te diré nada entonces porque tanto mi padre como yo estamos metido en esta mierda. Solo mensaje de texto.

—¿Qué quieres que le diga? —le pregunto instantáneamente.

—8:00 pm, en el mismo restaurante francés de siempre mañana domingo.

—Si me conoces bien, sabes que de aquí no sales vivo, ¿verdad? —contraataco.

—Exacto, al menos no quiero que ella se preocupe esta noche. Ella te odiara, créeme.

<<Victoria... te espero el domingo a las 8:00 pm en el restaurante francés de siempre>>

—Borra la ubicación, Sergio y cámbialo a Ducasse, no al restaurante francés. —le entrego el móvil a uno de mis encargados. Era muy extraño pedir ese tipo de mensaje ahora, así que cambie la dirección a no ser que significa algo para Victoria. Vuelvo al almacén y me acerco al idiota de Octavio para comenzar con las preguntas.

—Ahora dime todo lo que quieras, cualquier estupidez que salga de tu boca; habrá uso de fuerza. —advierto con autoridad.

—Yo sí sé quién eres, un maldito huérfano con dos hermanos. Sé con quienes Victoria se junta, sé con quién coños se acuesta, sé dónde trabaja, se todo de ella. Esa maldita es hija de una mafiosa en la India. Esa mujer mato a mi madre cuando apenas tenía cuatro años. Me jure vengarme y matar a la siguiente heredera, pero tenía algo mejor que planear cuando tenía veinte y siete: una emboscada—hace pausa para continuar—. Yo maté a esa asesina, pero sentí que no era suficiente. Recuerdo perfectamente el día que exploto el carro, me llevé a Victoria entre mis brazos, la hice creer que solo era un ciudadano cualquiera. Incendie el coche, corte unos cables para el momento perfecto; mi siguiente plan era matar a Victoria, pero tome otro destino y elegí arruinarle la vida. Todo eso lo tenía planeado, pero en la mujer en la que se había convertido me coloco en dos posiciones que jamás había pensado. Hice algo que nunca imagine, la imagine en mi cabeza como algo más que una amistad o un tutor para ella.

JÚRAME OLVIDARME| Pasiones secretas N°3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora