Capítulo 41

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Sábado.
Lo primero que hizo al despertar fue mirar por su ventana, las cortinas de su vecino estaban cerradas pero no perdería la fe; abrió las suyas y fue a desayunar. Encontró a su padre, señal de que se había levantado muy temprano. 
Fue una extraña ocasión en la que todos desayunaron juntos como una familia, pensó que era la oportunidad perfecta para decirles pero no quiso romper la perfecta sintonia en la que se encontraban; su hermano notó esto así que decidió iniciar una conversación para abrirle camino.
-Papá, mamá- llamó su atención- Unos compañeros de la universidad quieren ir de vacaciones a América, me estaba preguntado ¿Hay problema si voy con ellos?- 
-Eolyne eso suena peligroso- respondió su madre con tono sobre protector- Es al otro lado del mundo, no creo que puedas ir- 
-No estaría solo- debatió- Voy con mis amigos-
-Lo que tu madre dice es cierto, además no conocemos a esos amigos- apoyó su padre sin dejar de comer.
-Mamá conoce a uno de ellos- la miró- Es el chico que te presente durante el festival de verano-
-Entonces menos- se enojó- Creí haberte prohibido hablar con ese enfermo, no es posible que pienses que te daré permiso de ir- levantó un poco la voz- Es un no- 
-Mi amigo no esta enfermo- lo defendió.
-¿De qué hablan?- se interesó el hombre de la casa- ¿A qué te refieres con enfermo, cariño?-
-Eolyne tiene un amigo homosexual que piensa casarse con otro hombre este invierno- su tono era de indignación pura.
Eugeo se sentía incomodo, si había reunido valor para decirle a su familia ahora había quedado deshecho; quería salir de ahí y ver si las cortinas de su vecino estaban abiertas.
-¿Y eso qué tiene de enfermo?- preguntó su padre.
Esta simple pregunta hizo que recuperara sus fuerzas, ¿Eso significaba que su padre apoyaba ese tipo de relaciones? ¿Acaso significaba esperanza?
-Es incorrecto- volvió a decir ella.
-No es que sea incorrecto, es diferente. Nuestra generación no le entiende pero la de los muchachos si- se encogió de hombros- Estamos un tanto obsoletos en ese sentido-
-¿Qué pasaría si uno de tus hijos fuera así? Sería inaceptable- 
-Al principio sería raro y un poco triste porque quiero nietos pero no dejarían de ser mis hijos- los miró- Yo los amo sin importar nada- 
-No sabía que pensarás de esa forma- declaró con recelo.
-Supongo que nunca habías tocado el tema- la miró- Cariño debes entender que el corazón quiere lo que quiere. Tu y yo nos amamos pero eso no quiere decir que nuestros hijos deban de imitarnos, pueden elegir su propio camino- trató de tomarle la mano pero la apartó.
-Prefiero que me corten las extremidades antes de permitir que un hijo mío sea de esa manera-
-En ese caso iré por la cierra- susurró el hermano de Eugeo de forma que solo él pudo oírlo.
-Cielo- iba a decir algo más pero fue interrumpido por su mujer.
-He dicho que no irás a ese viaje y que ningún hijo mío será un enfermo como esos, primero se larga de la casa- salió de la cocina dejando algo aturdidos a los machos.
No sabía que hacer, ahora sabía que su padre no lo juzgaría pero la persona de la cual quería tener más aprobación acababa de dejar en claro que era más probable que las vacas hablaran a que ella aceptara su relación.
Terminó su desayuno rápido, recogió su plato y subió como rayo a su habitación. Miró por la ventana e hizo un baile de celebración cuando se dio cuenta que su amigo abrió ambas cortinas. Se lavó los dientes, se dio una ducha, cambió y peino y volvió a bajar aquellas escaleras. Le dijo a su padre que iría al cine con un amigo y el hombre le dio algo de dinero extra.
Salió de casa y cruzó la calle, el viento estaba un tanto frío pero no le importó; tocó la puerta de los Kirigaya y espero pacientemente a que alguien abriera la puerta.

Se sentía destrozado, aún no se había disculpado con su madre pero lo único que quería era salir de esa casa, no tenía ánimos de nada pero le debía una salida a su vecino; escuchó el sonido de la puerta así que bajo dispuesto a irse pero fue detenido por su madre.
-¿Vas a salir con Eugeo-kun?- 
-Si- respondió sin más.
-Cuídate y hablaremos de eso que ocultas- 
-¿Puedo irme ya?- preguntó sin ganas, realmente no quería hablar con ella.
-Ve-
Vio como lo esperaba con una radiante sonrisa, en cuanto salieron de casa le pasó el brazo por arriba de los hombros y caminaron hasta el cine.
La película que vieron se llamaba algo así como "El tiempo contigo" , trataba de un chica que podía controlar el clima y mentía para poder trabajar y así cuidar de su hermano, también estaba un chico que había escapado de su casa y encontró trabajo en una revista que habla de sucesos sobre naturales. Bueno el caso es que se conocen y empieza su bonita historia.
Se sintió feliz cuando al final se quedaron juntos a pesar de todo lo que pasaron. Le gusto la parte en la que el chico pelea contra los policías para poder ir a buscarla. Por alguna razón pudo ver a Eugeo reflejado en ese personaje: esa determinación y amor, incluso el no pensar en las consecuencias y concentrarse solo en el presente era algo que tenían en común. 
Pensó también en la chica, ella había preferido guardarse que estaba desapareciendo y entonces se fue, se quedó sola en un lugar desconocido sin poder despedirse. ¿Acaso era una señal divina? Si era así, se sentiría preocupado, no quería que el rubio hiciera cosas imprudentes por él. Decidió acabar con sus problemas por si mismo, no dejaría que la persona que quería se viera involucrada en algo tan sucio, no dejaría que Eiji le arruinara la vida. De pronto se sintió un poco liberado.
Caminaron hasta el parque donde se pusieron a platicar de la película, cosas que les gustaron, cosas que ellos habrían hecho diferentes pero concluyeron que fue una gran película.
-Debo darle las gracias a Alice por la recomendación- dijo el rubio.
-Tienes razón- lo miró- Fue divertido ver como lloraste cuando la chica desapareció- se burló un poco.
-Estaba muy nervioso y pensaba ¿Qué haría yo si Kirito llegará a desaparecer?- le regresó la mirada- Me alegra que los dos protagonistas se las hallan arreglado- 
-Si- respondió con una ligera sonrisa.
-Si tuvieras una situación como esa ¿Me lo dirías?- 
-¿Te refieres a poder controlar el clima?- preguntó divertido para romper el ambiente serio que estaba tratando de crear.
-No- se rió un poco- Hablo de algo como tener que trabajar o haber huido de tu casa, situaciones fuertes-
-Si es algo que puedo resolver por mi mismo no lo haría- se sincero.
-Hay algo que debo decirte- agachó la cabeza- Pero no se como hacerlo y siento que si lo hago tu perspectiva de mi va a cambiar y no quiero eso- 
-No tienes que decirme si no quieres- lo alentó y lo tomó por las mejillas- Esta bien- 
-No esta bien, las parejas no deberían tener secretos- se soltó del agarre.
-Eugeo, yo también tengo cosas que no quiero decirte porque es posible que me dejes si lo hago- bajó la mirada un tanto apenado. 
-Podemos tener secretos pero cosas como que te aterra el sonido del tren o que recitas poemas cuando estas en la ducha o que te gusta cantar openings de Naruto cuando nadie te ve. Esos secretos no me molestan pero siento que últimamente nos ocultamos cosas que cuando salgan a la luz van a dañarnos- apoyó su cabeza en el hombro del pelinegro- Eres la persona a la que más amo y también a la que más he lastimado con mi estupidez- 
No sabía que contestar, si Eugeo sabía que le estaba ocultando algo ¿No era mejor decirle? Pero si le decía no podría mantenerlo alejado del retorcido juego de Eiji y lo menos que quería era involucrarlo. Le puso las manos en los hombros y le dio un ligero masaje, quería ayudarle a descargar su pena. Por otro lado también le preocupaba lo que le ocultaba ¿Qué tal si le estaba siendo infiel? Bueno, no tendría derecho a reclamar su tenía en cuenta lo que ocurría con el castaño ¿Y si era una nueva etapa en su experimento? No sacaría conclusiones apresuradas ¿Y si era algún problema familiar? Pero eso no le afectaba a su perspectiva de él a menos de que fuera un matrimonio arreglado o algo por el estilo. Quería preguntar pero no lo haría, no iba a presionarlo; primero debía solucionar sus problemas.
-¿Quieres ir casa?- propuso mientras se incorporaba. 
-Tuve una pelea con mamá, no creo que sea buena idea- respondió algo triste.
-No pensé que Kirigaya-san y tu pudieran pelearse- cerró los ojos para pensar un poco- El ambiente en mi casa se puso algo tenso esta mañana así que no creo podamos ir a ese lugar- 
-¿Nos quedamos aquí?- preguntó.
-Es un lugar agradable pero- se quedó callado.
-¿Pero? ¿Te molesta el frío o algo así?- 
-No, la última vez nos interrumpió tu teléfono así que pensé que hoy podríamos retomarlo- desvió la mirada con un ligero sonrojo.
El pelinegro captó lo que trataba de decir y se puso totalmente rojo, quizá era un tanto injusto pero no se sentía con ganas de hacer eso, era probable que Eugeo se diera cuenta de todo si lo hacían.
-No tenemos donde- susurró- Además dijiste que pasaríamos el tiempo juntos durante las vacaciones de invierno- 
-Entiendo- sonó desanimado y se le acercó- ¿Puedo besarte?- 
-Esta bien- 
Lo tomó de la cintura y lo acercó,  lo besó con mucho amor, quería transmitirle todo su amor y confianza. Si ambos estaban ocultando cosas sería mejor darle a entender que lo apoyaba aunque no pudiera contarle. No estaba seguro de su podría contarle todo a su madre pero lo haría.
Se quedaron un rato abrazados, era agradable estar así solo existiendo. Sintiéndose queridos el uno por el otro, en ese abrazo no existían sus problemas ni el resto de personas. 
Volvieron a casa, ya era algo tarde así que después de despedirse entró cada uno a la propia. 
Ambos ignorando a sus familias  fueron directo a sus habitaciones, a pesar de haber pasado todo el día juntos se pasaron gran parte de la noche viéndose por la ventana. 

Domingo.
El día que prometía ser decisivo por fin había llegado, salió de casa tras haber cerrado las cortinas de su habitación. Caminó por las calles desoladas se sentía bastante intranquilo pero llegó a su destino.
Llamó a la puerta pero antes hecho un vistazo a su alrededor, vio a un grupo de corredores pasando cerca, le pareció ver a alguien conocido pero en ese momento se abrió la puerta dejando ver a su perdición. 
-Hola Kazy- lo saludó- ¿Listo para la sorpresa?- le sonrió.
-Terminemos con esto rápido- dijo mientras entraba a esa casa.

Hola amixes, ¿Cómo están? Yo ando al cien. Pensando si esta historia terminara en el capítulo 50 o llegar un poco más lejos, aún no lo sé.

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Los quiero mucho, cuídense y nos leemos en el siguiente capítulo.  

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