-XIV-

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El frágil cuerpecito aterrizó en las baldosas de la entrada, a medio metro del edredón. Rememoraría cada noche el desagradable crujido de los huesos de sus piernas al quebrarse y, seguidamente, el impacto de su cabeza contra el suelo, justo antes de que el cadáver de su madre cayese sobre su pecho, cortándole la respiración.

Los asesinos se asomaron por la ventana, burlándose de la postura en que habían quedado madre e hijo. Uno de ellos preguntó: "¿qué hacemos con el enano?", y el otro respondió: "está muerto, ¿no lo ves? No malgastes balas con él".

La policía y los servicios de emergencias llegaron a la casa un poco después, avisados por los vecinos, y le trasladaron al hospital, aún desnudo y cubierto por la toalla mojada, con ambas piernas rotas y una absoluta incapacidad para explicar lo que acababa de suceder. A partir de aquel momento, el niño no volvió a pronunciar ni una palabra.

La redención de CáncerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora