41*. Y después no habrá más dolor (FIN)

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Las palabras del caballero, inesperadas y pronunciadas en un tono de absoluta displicencia, generaron a su alrededor un silencio tan denso que, por una décima de segundo, Kyrene sintió que le zumbaban los oídos

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Las palabras del caballero, inesperadas y pronunciadas en un tono de absoluta displicencia, generaron a su alrededor un silencio tan denso que, por una décima de segundo, Kyrene sintió que le zumbaban los oídos. Conmocionada, reprimió un jadeo, intentando leer las intenciones de Deathmask en sus ojos, pero su semblante no reflejaba emoción alguna.

- Pero... Creía que la querías...

- ¡Claro que la quiero! Pero estamos bloqueados: Enzo no permitirá que salga viva de aquí. Y yo no consiento que la tortures más. En estas circunstancias, no hay ningún escenario en el que ella escape ilesa, así que creo que al menos merece un final rápido e indoloro, como el que yo puedo darle. Concédeme eso y te serviré. ¿Se te ocurre una demostración más honesta?

Keelan frunció el ceño, sin terminar de comprenderle; sin embargo, Enzo sonrió con suficiencia:

- ¡Eh, "Máscara"! Aunque este viejo se trague tus mentiras, a mí no me la das: pretendes marcharte con ella lejos de aquí, en cuanto le pongas un dedo encima. ¿Te crees que soy idiota?

Deathmask apartó la mirada un instante del rostro de Kyrene, sin dejar de enlazarla por la cintura, para enfrentarse a Enzo:

- No soy ningún cobarde para huir de dos miserables como vosotros. Además, ¿qué conseguiría? Estáis obsesionados, nos seguiríais al fin del mundo... Si te quedas más tranquilo, sujétame mientras acabo con ella.

- Esta maldita ramera ha tratado de rajarme... Tenía otros planes, pero está bien: ¡hazlo ahora!

- Si intentas algo raro -declaró Enzo, al tiempo que le soltaba para formar una esfera de energía rojiza sobre su mano-, os destrozaré a los dos en el acto. Y sería una pena, realmente me apetece luchar contra ti...

- No tienes de qué preocuparte. He dado mi palabra: voy a matarla.

Con los ojos fijos en la chica, Deathmask levantó el índice de la mano libre, preparando su cosmos para el inminente ataque. Kyrene, tan débil que solo se mantenía en pie gracias al sólido agarre del brazo del caballero en torno a su talle, sintió una brusca oleada de terror adueñándose de cada parte de su ser cuando advirtió su rictus implacable, en busca todavía de una explicación para su modo de comportarse, desesperada por intentar mantener la confianza en él.

- Death, no... -rogó, negando con la cabeza- Soy yo... Por favor...

Pero las súplicas no consiguieron alterar ni un ápice la expresión impávida de su rostro. Pronunciando cada palabra en tono seductor y aproximándose a sus labios como si fuese a besarla por última vez, Deathmask apoyó el dedo sobre el corazón de Kyrene, que entreabrió los labios en un grito mudo y se aferró a su muñeca con las exiguas fuerzas que aún conservaba para tratar, inútilmente, de impedir lo inevitable:

- Solo será un momento... y después, ya no habrá más dolor...

Sin inmutarse, concentró en ella su energía y, despacio, retiró el índice, llevándose adherida a él una luz blanquecina que pronto se enroscó alrededor de su falange. La tenue presión de la mano de Kyrene en su brazo se aflojó y desapareció, mientras sus ojos se opacificaban hasta quedar vacíos y su cuerpo se desplomaba contra el pecho de Deathmask.

La redención de CáncerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora