La puerta de la estancia se abrió de golpe, cortando bruscamente la conversación que mantenían Keelan y sus acólitos más allegados entre el humo de los puros y las copas de licor. La lóbrega figura, vestida con un traje italiano de pulquérrimo corte que se ajustaba a su cuerpo a la perfección, irrumpió en el salón de aquel lujoso ático de Kolonaki desde cuya cristalera se divisaba toda la ciudad y se cruzó de brazos ante el jefe, con aire tranquilo, seguida a trompicones por uno de los guardaespaldas que custodiaba la entrada.
- ¡Señor, lo siento! ¡No he podido evitar que entrase...!
Keelan dio una calada a su cigarro y miró al recién llegado con curiosidad, sin levantarse del cómodo Chesterfield de cuero azul marino sobre el que observaba las luces nocturnas de Atenas.
- ¿A quién tengo el placer de saludar?
El joven se inclinó ante él con cierta sorna antes de responder:
- Soy alguien que puede ayudarte. Tengo la información y los medios para darte algo que te interesa, y de paso yo también satisfaré una antigua inquietud.
- Ya, claro. Permite que Andreas te cachee -hizo un gesto al guardaespaldas, que se acercó y palpó el pecho, espalda y piernas del intruso para confirmar que estaba desarmado, antes de cerrar la puerta y volver a montar guardia en un rincón junto a la entrada, fijando en él una mirada hostil-. Eso decís todos, que podéis ayudar. Pero tu entrada me ha divertido, así que te escucharé. Tienes tres minutos.
El otro se echó a reír, sin molestarse en disimular lo entretenida que le resultaba la situación.
- ¿Cuánto ofrecías por la cabeza de "la puta del cuchillo"?
- ¿Eh? Hace mucho tiempo de eso...
- Sí, pero tus hombres no han sido capaces de traértela. Nadie ha podido. Dame un millón y yo te la entregaré con vida e ilesa para que puedas disfrutarla.
- ¿Un millón? Es una mujerzuela vulgar, no vale tanto. ¿Por qué haría tal cosa?
- Porque, además, aprovecharé la coyuntura para acabar con alguien que te ha estado molestando y ha puesto a la sombra a doce de tus mejores hombres -explicó, pasándose la mano por el cabello.
El viejo enarcó una ceja y se inclinó hacia adelante en su butacón: era evidente que el otro había conseguido captar su interés.
- ¿Qué sabes tú de ese asunto?
- Lo suficiente: sé que el responsable se hace llamar Deathmask, trabaja para algo llamado "el Santuario" y tiene poderes que para ti son sobrenaturales. ¿Te suena?
Keelan asintió, formando una ojiva con las yemas de los dedos frente a su boca.
- También sé que has mandado ojeadores a buscarlo en un pequeño pueblo, Rodorio, sin éxito hasta ahora, ¿me equivoco?
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La redención de Cáncer
Fanfic*[CONTIENE LEMON Y VIOLENCIA]* Los caballeros de oro habían sido devueltos a la vida por Atenea tras lo acontecido en el muro de las lamentaciones y en Asgard. Sin embargo, no todos disfrutaban de su nueva oportunidad: Deathmask, atormentado por la...