5. Prácticas en el hospital

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Cuando terminaron las clases tenía dos horas por delante antes de que empezara la formación de las prácticas. O el trabajo. Depende de cómo se vea.

Me llamaron tres días después de la entrevista para decirme que empezaba esa la misma semana, que tenía que empezar por ir al hospital los primeros días para que me enseñaran cómo funcionaba el programa de procesamiento de datos.

Cogí el coche y conduje hasta el hospital aparcando en una zona especial que me habían indicado. Ese día me entregarían una tarjeta que me identificaba como personal del hospital. Salí por las escaleras que daban a la entrada principal puesto que iba a acercarme a la zona de restaurantes para picar algo antes de empezar y quizás incluso leer un par de lecturas obligatorias de alguna asignatura. Hacer algún resumen o esquema... lo que fuera para avanzar en las asignaturas mientras mataba el tiempo.

Esta vez me lo encontré de frente, cara a cara. Daniel estaba viniendo hacia mí directamente o al menos eso parecía. Teníamos un objetivo común, el restaurante de comida rápida más conocido por sus hamburguesas y nuggets.

—¡Hola Ter! —dijo sonriendo.

—¡Hola Daniel! ¿Qué haces por aquí? —le pregunté, con curiosidad ya que era toda una coincidencia habérmelo encontrado justo las dos veces que había visitado el hospital en las últimas semanas.

—He venido a pillar algo para comer para mi hermana y para mí.

—¿Ah sí? Yo también venía a comer, qué casualidad —estaba sonando como una idiota.

—Si quieres te acompaño y comemos juntos —me sugirió.

—¿Y tu hermana? —pregunté.

—Ella puede comer un poco más tarde, seguro que no le importa, voy a mandarle un mensaje.

Sacó el móvil del bolsillo trasero de sus vaqueros y se puso a teclear antes de que pudiera decir cualquier cosa. Sonaron un par de bips y levantó los ojos de la pantalla sonriente.

—Listo, dice que coma y que le debo una.

Abrió la puerta para dejarme pasar como todo un caballero, lo cual no pegaba nada con un restaurante de comida rápida en el que pedías lo que querías a unas máquinas y luego esperabas a que dijeran tu número para recoger tu comida. Muy romántico, pensé. La idea me produjo un pequeño cortocircuito mental, no es que esperase realmente algo romántico con Daniel, le acababa de conocer, pero era un chico agradable y guapo.

Hicimos nuestro pedido por separado y nos sentamos a esperar en unas sillas altas que había cerca del mostrador. La verdad era que aquel día no había demasiada gente para lo habitual. Yo estaba acostumbrada a comer allí de vez en cuando por mi abuela y estaba solo medio lleno.

Estuvimos parloteando sobre el sitio y las cosas que nos gustaban más o menos del menú, las veces que habíamos ido allí de niños, el cambio del precio de las cosas, las novedades, los postres... una charla absurda hasta que nos tocó y pudimos ir a sentarnos a una mesa para comer cada uno su hamburguesa.

La mía de pollo y la suya con doble de carne, doble de queso y doble de beicon. Cualquiera diría que estaba más bien tirando a delgado viéndole comer esa guarrería. Le propuse juntar nuestras patatas en una montaña para compartir y le pareció buena idea.

—Bueno Ter... cuéntame... ¿qué haces por aquí tú hoy? —ya tardaba en hacerme la pregunta la verdad, era lo primero que yo le había dicho.

—Pues algunos días trabajo aquí para los de investigación, en realidad empiezo hoy y tengo que hacer una formación antes de empezar a trabajar de verdad... son unas prácticas, no un trabajo como tal.

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