Cuando llegó mi abuela de trabajar vi el cansancio en sus ojos pero no pude más que estallar de emoción y hablarle sobre Daniel. Contarle nuestro encuentro en la hamburguesería y la conversación entre ambos.
La seguí hasta la cocina para ver como buscaba algo en la nevera, probablemente cualquier cosa que ya hubiéramos cocinado en los dos días anteriores. Sacó dos tuppers, uno para cada una, pues los guardaba en raciones individuales porque muchas veces comíamos por separado. De repente sonó un «clic» y vi como el colgante que siempre llevaba al cuello se le deslizaba y caía al suelo.
Me agaché a cogerlo pero ella llegó antes y lo cogió rápidamente.
—¡Ah este colgante, últimamente no hace más que desatarse!
—Quizás deberías llevarlo a una joyería para que lo arreglen pero no me cambies de tema...
—No cambio de tema, es sólo que... bueno, nada.
—Abu... —imploré— ¿Es muy grave el cáncer de Sara? ¿Por eso la tienen ingresada como me ha dicho Daniel? —pregunté medio susurrando, sin querer saber realmente la respuesta.
Mi abuela suspiró mientras destapaba uno de los tuppers y lo metía al microondas para calentar. Se apoyó en la barra de la cocina y me miró a los ojos.
—El linfoma de Sara es bastante agresivo, piensa que está en su sangre y se puede ir a otros órganos de su cuerpo. Es difícil de tratar, sobretodo porque es joven y está en pleno crecimiento. Lo más probable es que acabe necesitando una donación de médula.
—Tan grave es... —dije dando dos pasos hacia atrás y sentándome en una de las banquetas que teníamos en la cocina.
—Si hija.
Sacó el tupper que había metido en el microondas para meter el otro y calentarlo. Yo me había quedado sin hambre con la nueva información que me había dado mi abuela. No podía creer que la hermana de Daniel estuviera tan mal. Él lo había hecho ver como que no estaba en una fase tan avanzada. Quizás no le había llegado toda la información o a lo mejor no la había querido entender. En cualquier caso no sería yo la persona que le hiciera ver la gravedad del asunto. Eso era cosa de sus padres, y de su hermana, si querían fingir que las cosas iban mejor de lo que realmente estaban.
Estaba yo metida en mis pensamientos cuando de repente volvió a sonar el «clic» y el collar de la abuela volvió a caer al suelo, justo a mis pies, esta vez me dio tiempo a recogerlo y me dio un chispazo, como si estuviera cargado de energía estática, como me había pasado con Daniel esta mañana.
—¡Qué curioso! —dije en voz alta entregándoselo a mi abuela que tenía la mano abierta esperándolo.
—¿El qué es curioso? —me preguntó.
—Parece que últimamente estoy cargada de estática. El otro día en la entrevista al darle la mano al director me dio descarga, esta mañana he tocado sin querer a Daniel la mano y lo mismo y ahora... me acaba de pasar con tu collar.
Ella se quedó con los ojos muy abiertos, como si le hubiera dicho que había visto un fantasma o algo peor.
—¿Abu? —llamé.
Ella hizo un gesto de dolor y miró el colgante como si significara algo mucho más que una pequeña baratija. Quizás era un regalo de mi abuelo, de lo poco que se había salvado del incendio y le daba pena que se le estuviera rompiendo.
—Esther cariño... tenemos que hablar de algo importante.
Entonces hilé mentalmente las cosas que habíamos dicho y contesté antes de que ella pudiera seguir diciendo nada que nos avergonzara a ambas.
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Artefacto
Storie d'amoreConocí a un chico interesante. Mi mejor amigo de la infancia volvió a ser mi vecino y mi abuela me regaló un colgante. Un colgante que puso mi vida patas arriba. FIN --- Terminada la primera parte.