Capítulo 40: Delicias y pasiones

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Escrito por Isaura H.
Una amiga perturbada
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Se instalaron en una habitación para dos

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Se instalaron en una habitación para dos. Sin mostrarse demaciado, sin llamar mucho la atención.

Pronto entraron al cuarto dejando todo sobre la cama.
Levi su capa y Dairla la suya.

-Tomaré un baño- avisa la rubia abriendo la puerta del baño y encerrandose ahí.

Levi cerró las ventanas y juntó todas las cortinas para mayor seguridad y luego se sentó frente a una mesita.
Era extraño pero se sentía ¿preocupado? por un idiota como Kenny.

Tal vez era algo personal.
Tal vez quería mirarlo a los ojos antes de que muriera.
Tal vez tenía preguntas por hacer.

"Tengo que dejar de pensar en eso" pensó.

El ruido de la ducha se hizo presente y Levi tuvo una idea.

Mientras Daira terminaba de enjuagar su cabello con ell agua caliente de la ducha, la puerta se abrió sacandole el susto del año.

-¡Zut!-

Levi abrió los ojos al escuchar a Dairma maldecir del susto en fancés.
-Cuida esa boquita, mon amour-

Daira lo miró nerviosa. Tenía a Levi desnudo frente a ella sin venir a cuento.

Levi entró a la ducha con ella, hasta acorrararla contra la pared y bajo el agua la besó con singular pasión.

Llevando sus manos por la cintura de la mujer, y subiendolas hasta sus pechos, comenzó a buscar la exitación de su chica.

-Necesito de ti una vez más- dice el pelinegro con un tono más grave y pronfundo, mirando el cuerpo de su chica y cómo el agua y el vapor la rodean.
Masajeó sus senos y Daira alcanzó el tono carmesí en sus mejillas y nariz.
-Quiero hacerte mia otra vez-

Daira lo miró con la respiración acelerada y llevó sus manos a su pecho.
-Ya soy toda tuya- se acercó a besarlo y él correspondió de forma hambrienta.

Pronto las manos de Daira fueron tomadas por Levi para subirlas sobre su cabeza y apoyarlas en la pared.
Así él pudo pegarse y besar su cuello, senos y labios.

Tomó su erección y la empujó dentro de la rubia quien gimió entrecortada y cerrando los ojos.

Levi había dejado la ternura y la paciencia atrás, para comenzar a embestirla una y otra vez, gruñendo de placer de vez en cuando.

Adoraba escuchar a la chica gemir para él, así que trató de callarse a si mismo para escuchar, por que lo exitaba aún más el sonido.

Daira no podía hacer absolutamente nada, contra la pared y los brazos arriba, sujetados por el contrario, que pegó su rostro a su cuello y siguió empujando una y otra vez con fuerza.

D E S C O N T R O L | LevixreaderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora