Unas horas después, estaba sola en la habitación, ese hombre se había vestido y salido hacía mucho sin decir una palabra más al respecto luego de los gritos. Estaba muriendo de hambre y sed, desde que nos sacaron de mi reino no había comido o bebido nada. Me sentía mareada, aún si estaba sentada me parecía que en cualquier momento me desplomaría de cara contra el suelo.
Él volvió a entrar en ese momento y le supliqué casi sin fuerzas que me permitiera comer algo. Me ignoró completamente y abandonó la habitación otra vez luego de tomar algo que no pude ver lo que era. Unos minutos más tarde vi como entraba seguido de un par de sirvientas.
—Vístanla y aliméntenla, quiero que esté lista para cuando regrese.
Él se marchó de la habitación sin decir más. Las mujeres se acercaron a mí y me dieron un poco de agua que bebí desesperadamente, para después devorar toda la comida que había en la bandeja. Cuando acabé me desvistieron, no dije palabra, solo las dejé hacer su trabajo; aunque había comido y bebido me sentía débil. Me metieron en una tina y me lavaron con una infinidad de tipos de aceites y cosas, ni siquiera me fijé de tantos que eran, solo sospechaba que hacían todo eso porque estaba llegando mi hora.
Cuando terminaron me pusieron un ligero camisón de seda que, definitivamente, casi transparentaba todo mi cuerpo debajo de él. Yo aún estaba encadenada así que lo único que hice fue sentarme en un rincón tratando de cubrirme, me sentía demasiado incómoda por estar así vestida.
Un rato después, estaba dormitando cuando sentí que abrían la puerta, miré con algo de sueño aún y me di cuenta de que era él otra vez.
—Veo que estás lista —comentó escaneándome desde lejos—. Ven y ayúdame con esto —continuó haciéndome entender que le ayudara a desvestirse.
Me levanté con dificultad y fui hasta él, pero mi miedo era evidente, mis manos temblaban de lo mal que estaba. Su ropa era muy ostentosa (era más que obvio que era el rey) Tenía una gran capa con piel en la parte superior, que le retiré en primer lugar; luego quité el adorno hecho de oro con un rubí en el centro, más las cadenas de oro que colgaban junto a él; retiré el saco que traía encima, el cual estaba segura que había sido bordado a mano con hilos dorados y que costaba una fortuna. Todo eso mientras sentía su mirada recorriendo mi cuerpo sin ningún tipo de disimulo.
—Parece que las sirvientas hicieron un buen trabajo —dijo bajando uno de mis tirantes dejando al descubierto mi hombro.
Yo, que ya de por sí estaba asustada, me eché hacia atrás como respuesta a lo que estaba haciendo. Él solo sonrió (parece que se divertía con mi sufrimiento)
—Vamos, termina con esto de una vez —ordenó y apreté mis labios antes de volver a acercarme con más miedo.
Su camisa era muy difícil de desabotonar y aún más porque mis manos me temblaban.
—¿Cómo te llamas?
—Soy una esclava, no veo por qué le podría interesar mi nombre —respondí sin mirarle.
—Dime tu nombre —demandó provocando que un ligero escalofrío de terror recorriese mi cuerpo.
Apreté las manos sobre el botón que estaba desabrochando y alcé mis ojos con furia, no me dejaría intimidar, si lo hacía acabaría conmigo en menos de nada.
—Puede llamarme como usted quiera, señor —le desafié mirándole directamente a los ojos, eso le sacó una media sonrisa.
—Parece que me has perdido el miedo, aunque no deberías, sigo siendo tu dueño.
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Dark Angel
FantasyValeria fue llevada como esclava cuando el rey de Ahrimán conquistó su reino. Ella, apenas una simple princesa que jamás había salido de entre los muros de su palacio, termina formando parte de un mundo que solamente había conocido en libros y que c...