Capítulo XVI

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Kay:

   Valeria va a volverme loco, juro que me va a desquiciar al paso que vamos. Bufé tratando de calmarme luego de nuestra discución, mientras despeinaba mi cabello. Otra vez me dejó prácticamente hablando solo en el pasillo, ya no sé ni qué hacer con ella, parece como si las cosas no mejoraran entre nosotros, como si por más que tratara de acercarme siempre hubiera algo que lo impidiera.

   Me recosté de la pared y traté de ordenar mis pensamientos, de nada me servía tratar de lidiar con ella así de alterado, a fin de cuentas, después de lo que vio hasta tenía cierta razón en molestarse por mis reclamos; pero aún así no podía evitarlo, sentía que me quemaba el solo hecho de imaginarla con otro.

   Volví al jardín para tomar el desayuno; aún estaba muy alterado, demasiado para mi gusto.

   —¿Sucede algo? —me preguntó Uriel que al parecer notó mi estado.

   —Es Valeria —solté un suspiro cansino—, me vio anoche con Alexa.

   —Así que después de todo es verdad.

   Yo le miré muy irritado por el comentario— Parece que pasaron mucho tiempo juntos ayer, ¿no?

   —Está un poco irascible hoy, majestad —respondió en tono burlón.

   —Hablemos en otra parte, Uriel —le pedí y nos apartamos un poco del grupo. Me puse de frente a él que parecía muy tranquilo, eso me molestaba aún más— ¿Por qué Valeria durmió en tu habitación anoche?

   Se encogió de hombros— Ella estaba alterada por lo que vio,  parece que se confundió de alcoba.

   Sonreí molesto al oír eso— ¿Y no pensaste en que no me haría nada de gracia que ella estuviese ahí?

   —Yo no estaba junto a ella en la habitación, Kay —le restó importancia pero eso no me ayudaba a sentirme mejor.

   —Mira, Uriel, estoy muy molesto ahora mismo. Alexa anoche me sacó de quicio y enterarme de esto en la mañana no me ayuda.

   —Yo no tengo nada que ver con ello. Valeria solo no tenía dónde dormir ¿Pretendías que la dejara durmiendo en el pasillo, acaso?

   —Pretendía que no durmiera en la habitación de otro hombre —dije apretando los dientes.

   —¿Estás celoso, Kay? —me preguntó divertido con la situación y aquello me estaba irritando más.

   —Por supuesto que no —respondí al instante—. Solo me gusta que lo mío sea solo mío.

   —Nunca te he quitado nada, Kay, al contrario de ti —sentí el reproche en su tono que trajo a mi mente uno de mis más grandes errores.

   —Uriel, de eso ya hacen muchos años, pensé que lo habíamos dejando atrás —pensaba, al parecer no estaba tan atrás como suponía.

   —Yo también pensé que lo habíamos dejado, pero aún parece afectarte, ya que no confías en mí. Entendería si estuvieses molesto porque ella estuvo en la habitación de otro hombre; pero no en la mía, se supone que somos amigos.

   —Pues no lo sé, podrías haber decidido vengarte después de tanto tiempo, ¿no? Razones no te faltarían.

   —¿Por qué haría eso? Además, según tú, Valeria es una esclava más.

   —Lo es, ella lo es —ojalá fuera solo eso, pero hace tiempo que no lo era y eso me desquiciaba.

   —¿Seguro? Esta escena de celos no me hace pensar lo mismo.

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