Capítulo XIII

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   Pasaron algunos días, Demir y yo pasábamos mucho tiempo juntos en el invernadero, él se ofreció a enseñarme más de medicina, mientras yo fuese su ayudante fija. Sinceramente, no me agrada; pero si algo era cierto es que sabía un montón del tema y yo estaba más que interesada en aprender. Además, estar ocupada me ayudaba a no pensar todo el tiempo en Kay que me había dejado bastante pensativa desde nuestra última conversación y de paso  también le mantenía lejos. Aunque ese día no sería uno normal y lo de tenerlo lejos, no duraría mucho...

   Había trabajado con Demir hasta que se puso el sol, estaba bastante cansada; pero cuando llegué a la torre, luego de tomar la cena junto a él en el invernadero, no pude pegar ojo.

   Era casi media noche y estaba sentada en la ventana leyendo un libro, a ver si el sueño venía en algún punto. Mis pensamientos en cierto momento me sacaron de la historia y me llevaron hasta él, hasta Kay. Hacía poco tiempo que le llamaba así en mi cabeza, incluso se me hacía raro y un poco ajeno, pero a la misma vez cercano y acogedor.

   "No lo quiero todo en el mundo, Valeria, solo te quiero a ti, quiero que me des una oportunidad, por favor".

   Esas palabras, por culpa de esas palabras es que no podía dormir. Me sentía algo mezquina por no perdonarle, me costaba porque una parte de mí de veras quería hacerlo, pero la otra desconfiaba y me decía a gritos que no lo hiciera, que él volvería a hacerme daño a la primera oportunidad.

   Terminé recordando la primera vez que vi sus ojos de ese color tan hermoso y una sonrisa boba se pintó en mi rostro, de veras debía admitir que me gustaban, eso no era secreto ni siquiera para él. Luego cuando me lancé de la ventana por primera vez y fue a rescatarme, suspiré; visto así hasta parecía que de veras le importaba, pero la verdad es que no. También todas esas noches que dormimos juntos... Y en ese recuerdo me detuve... me detuve demasiado, tanto, que al darme cuenta que lo estaba pensando me sonrojé.

   —¡Tonta, tonta! ¿Qué haces pensando en él otra vez? —me recriminé dándome palmadas en el rostro y sin querer casi dejo caer el libro por la ventana. Lo agarré en el aire, pero sin notarlo había sacado casi todo mi cuerpo fuera y me dio algo de vértigo.

   Cuando me volví a incorporar hacia adentro, me paré junto a la ventana mirando hacia afuera, necesitaba respirar debido al susto, y casi al instante vi una silueta humana entrando por las murallas del palacio. Lo primero que pensé, mientras le veía moverse entre las sombras, fue que no parecía uno de los guardias. Y luego lo noté ¡No había guardias!
Ya estaba comenzando a preocuparme, eso no era normal y por ese camino se iba hacia la habitación del rey. Debía ir a decirle, no podía quedarme de brazos cruzados, aquella situación era más que sospechosa.

   Salí lo más rápido que pude de la habitación, pero no tanto como hubiese querido porque las escaleras de la torre no tenían iluminación, y si se apagaba la vela que traía a medio camino, no llegaría a ninguna parte.

   Cuando estuve ya en los pasillos comencé a moverme más rápido, viendo que todas las antorchas estaban apagadas y no había un alma por todo el lugar. La situación no olía bien y lo comprobé al llegar en frente de la habitación del rey y ver que no había guardias en el portón.

   Ni lo pensé, entré desesperadamente, rogando por haber llegado a tiempo—Majestad... —le llamé subiéndome a la cama y sacudiéndole para que despertara.

   —¿Valeria? ¿Qué haces aquí?—preguntó aún medio dormido, incorporándose malamente.

   —No quería molestar pero algo raro está pasando... vi una sombra de alguien que entraba y...

   —Valeria, si querías dormir junto conmigo no tenías que inventar nada —no me dejó acabar y me atrajo hacia él envolviéndome en un abrazo.

Dark AngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora